Ciencia, creencias y política
(Comunicación presentada en las XIV
Jornadas de Filosofía organizadas por la Sociedad de Filosofía de Castilla-La Mancha, en
Albacete, el 22 de octubre de 2011, y publicada en la revista El
Escéptico, nº 37, agosto-diciembre 2013, y reproducida en la web de Europa
Laica)
¿Debería
enseñarse creacionismo o Diseño Inteligente al lado del evolucionismo en los
centros docentes? ¿Debería prohibirse el aborto porque el feto tiene alma? ¿Deberían
retirarse las antenas de telefonía móvil de los cascos urbanos para evitar
enfermedades? ¿Habría que incluir la acupuntura, homeopatía y urinoterapia en
el sistema público de salud? ¿Deberíamos estar preocupados porque una sociedad
secreta llamada los Illuminati
controlan el mundo? ¿Deberíamos luchar contra los Rothschild, los Bush y la
familia real británica e incluso el rey de España porque en realidad son
extraterrestres reptilianos con forma humana descendientes de los antiguos
reyes sumerios y que quieren esclavizarnos? Algunas
de las preguntas planteadas al principio pueden parecer absurdas o
deliberadamente escogidas para provocar el NO por respuesta. Pero no es exactamente
así. La polémica sobre si debiera enseñarse el creacionismo y el Diseño
Inteligente en las escuelas ha tenido que resolverse judicialmente en los EEUU
y todavía colea[1]; que el
feto tenga alma o no, es el quid de la cuestión en la posición de la Iglesia católica sobre el
aborto o la experimentación con embriones[2];
la fobia a las antenas de telefonía móvil ha suscitado reacciones muy airadas
contra ellas en muchas localidades españolas[3];
la inclusión de las llamadas “medicinas alternativas” en el sistema público de
salud es una reivindicación constante de quienes las practican y las consumen[4];
que los Illuminati controlan el mundo
es un secreto a voces divulgado en varios best-sellers[5];
que los poderosos del planeta son en realidad extraterrestres reptilianos es un
mensaje que David Icke difunde[6]
en charlas por todo el mundo, y que en España reunió en 2010 a miles de personas en
Barcelona al módico precio de 60 € la entrada para escuchar su charla de ¡ocho
horas![7]
Por no hablar de quienes afirman que el SIDA no existe y que es un bulo de la
industria médico-farmacéutica[8],
que los transgénicos son una auténtica bomba biológica[9],
o que los gobiernos nos envenenan con los chemtrails[10].
Sea
como sea, ¿qué diferencia hay entre creer que un feto tiene alma, o que Dios
existe, con creer que las antenas de telefonía móvil producen enfermedades, o
que el rey Juan Carlos I es un extraterrestre reptiliano[11]?
¿Qué diferencia hay entre creer que una joven virgen dio a luz un niño sin
intervención de varón en la
Palestina del siglo I[12],
con creer que beber la orina es bueno para la salud[13]
o que pincharse agujas por el cuerpo es una forma de curarse[14]?
Por otro lado, ¿existe alguna diferencia entre creer que Dios hizo el mundo de
la nada y más o menos tal cual es hace unos 10.000 años tan solo[15],
que pensar que hace 13.700 millones de años hubo una gran explosión que dio
lugar al universo[16]?,
¿es lo mismo afirmar que “lo similar se
cura con lo similar” tal como afirma la homeopatía[17],
que decir que “todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento
uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas
impresas sobre él”[18]?,
¿tienen el mismo valor la serie Cosmos
de Carl Sagan[19] que los
capítulos de Cuarto Milenio de Íker
Jiménez[20]?
En
el primer grupo de preguntas no hay diferencia, todo eso son creencias: aceptar o afirmar que los
fetos tienen alma o que las antenas de telefonía móvil producen enfermedades son
creencias. Quien dice eso simplemente es que cree eso, es decir, que tiene fe[21]
en eso, que confía[22]
en que esas afirmaciones son ciertas, a pesar de que no tenga pruebas para
demostrarlo o incluso aunque las pruebas indiquen más bien lo contrario. No hay
ninguna prueba de que los fetos tengan alma, ni de que las antenas sean
peligrosas, y más bien hay pruebas de que el universo es muchísimo más antiguo
que tan solo 10.000 años[23],
y de que pincharse agujas no tiene más efecto que el puro placebo[24].
A pesar de esto, es legítimo creer algunas de estas cosas, es decir, confiar o
tener fe en que son ciertas aunque por ahora no haya pruebas o las que hay sean
contrarias, exactamente en el mismo sentido en el que el enamorado cree que su
amada le es fiel aunque sea miss España, tenga fama de libertina y esté de
Erasmus en Australia durante todo un año, pero lo suyo es creencia, fe y/o
confianza y no otra cosa, pues pruebas no tiene más allá de sus sentimientos y
esperanzas hacia ella (a no ser que le ponga un detective privado que la vigile
las 24 horas del día).
Pero,
¿qué pasa con las comparaciones del otro grupo de preguntas? Quien acepta o
afirma que la Tierra
es más o menos esférica, que gira sobre sí misma y alrededor del sol, ¿tiene
una creencia en el mismo sentido de quien dice que la Tierra es plana[25],
o que es hueca (y en el interior habitan intraterrestres[26])?
Es evidente que no. Lo primero es ciencia
y lo segundo creencia. Las afirmaciones científicas se basan en la aplicación
del método científico, que no es
sino una forma sofisticada de racionalidad[27]
y que consiste básicamente en plantearse un problema, recoger unos datos,
elaborar una hipótesis, comprobarla y publicar los resultados para la revisión
por pares y su replicación[28].
Las explicaciones científicas tienen una lógica argumental y además una serie
de pruebas que las sustentan, además de estar expuestas a la revisión
independiente. Características que no tienen las creencias, que o bien son
ilógicas, y/o no tienen pruebas o las que hay son contrarias, y/o no son
susceptibles de ser revisadas ni replicadas de forma independiente. Esto supone
otra diferencia entre ciencia y creencia: la ciencia es universal mientras que
las creencias son particulares. Las tres leyes de Newton funcionan igual en
Europa que en Asia, y la vacuna Sabin cura la poliomielitis tanto en
Norteamérica como en África (y de hecho gracias a ella prácticamente está
erradicada[29]). De
cualquier forma, eso no quiere decir que la ciencia sea infalible ni mucho
menos. Entendemos ciencia en dos sentidos: como metodología y como resultados,
siendo el primero el más importante[30].
La ciencia es un conjunto de métodos diseñados para conocer cómo es el mundo
(no solo en sentido físico y químico, sino también biológico y
socio-histórico), y los resultados son las teorías científicas que resultan de
la aplicación de esos métodos, y que garantizan la máxima certeza y el mínimo
error posibles, lo que está muy lejos de la infalibilidad, pues los resultados
pueden no ser concluyentes, o faltar datos, o no haber pruebas suficientes, o
haber varias hipótesis plausibles[31],
o que los resultados no hayan sido suficientemente replicados y revisados por
pares. El conocimiento humano nunca podrá abarcar todo lo que podría saber en
potencia sobre el mundo, es decir, que es imposible un conocimiento perfecto,
absoluto o acabado de cómo es el mundo, por lo que es imposible por definición
una ciencia absolutista o dogmática: toda verdad científica siempre es
asintótica, aproximada, falible, revisable y mejorable. Hablar de ciencia
dogmática es como hablar de hierros de madera. De cualquier forma, cualquier
resultado obtenido de este modo siempre será más seguro que el que pueda
obtenerse con la pura especulación (aunque se la llame intuición o meditación),
con revelaciones divinas, con mensajes extraterrestres o mediante ouija. En conclusión, podemos distinguir
entre creencias, que son particulares y poco seguras, de conocimiento como
resultado del método científico y que es universal y mucho más seguro (aunque
falible)[32].
Según
lo anterior, ¿qué límites epistemológicos tiene la ciencia? ¿Hay realidades que
no se pueden conocer con la ciencia o reservadas para otras formas de
conocimiento no-científico? Este tipo de preguntas suelen encerrar una trampa. Conocimiento
es el que ofrece la ciencia (en el sentido amplio y metodológico de ciencia), y
creencias lo demás. Pretender que hay una realidad no cognoscible
científicamente no es sino una forma de decir que ciertas creencias (por
ejemplo, las religiosas) son algo más que eso, meras creencias. Quien pretende que la ciencia es un magisterio que
debe dedicarse a cierto ámbito o dominio pero que hay otros ámbitos donde solo
pueden operar otros magisterios, estableciendo así límites a la ciencia, lo que
hace es intentar dar un prestigio a ciertos tipos de creencias que o bien no
tienen ninguna base o fundamento racional, o bien son claramente
anti-científicas. Simplemente se trata de evitar una guerra entre ciencia y
anti-ciencia que sería claramente fatal para la anti-ciencia[33].
¿Quiere
esto decir que la ciencia anula las creencias? No, la ciencia no lo abarca todo
y sus explicaciones son falibles, luego siempre habrá lugar para la creencia, y
todos tenemos derecho a creer incluso en contra de la ciencia, confiando en que
el tiempo nos dará la razón. No hay problema siempre que seamos conscientes de
que nuestra creencia es eso, creencia. El problema podrá llegar de dos formas: 1)
si pretendemos que nuestra creencia no es creencia sino ciencia, con lo que
seremos creyentes de alguna pseudociencia[34]
(como le pasa a quienes creen equivocadamente que la homeopatía o la acupuntura
son ciencias, o que la ciencia demuestra que las antenas o los trasgénicos son
peligrosos) o de alguna conspiranoia
(que es lo que les sucede a quienes creen que hay pruebas de la existencia de
OVNIs o de la maldad de los trasgénicos pero que los gobiernos las ocultan[35]);
o 2) si afirmamos que nuestra creencia, sin ser ciencia, tiene el mismo valor o
más que el de la ciencia (sobre todo si entran en conflicto), con lo que
estaremos cayendo en fundamentalismo,
como le pasa a los creacionistas más dogmáticos o a los integristas religiosos.
Pasemos
ahora a algunas críticas a la
ciencia. Por cuestión de espacio nos centraremos en una de las críticas más
fuertes contra la ciencia, pasando por alto otras más moderadas[36].
Nos referimos a la crítica de la pseudofilosofía posmoderna y típica de cierta (pseudo)izquierda
de salón que deslegitima la ciencia como parte de la ideología de una
civilización occidental etnocéntrica, imperialista y opresora de los pueblos
no-occidentales, y que afirma que la ciencia solo es un discurso más entre
otros (asumiendo el relativismo), y que su valor no es mayor ni mejor que el de
los mitos, leyendas o etnoteorías milenarias de esos otros pueblos oprimidos[37],
como los sambia de Papúa Nueva Guinea, que creen que la madurez se trasmite de
adultos a púberes mediante la ingesta oral del semen que eyaculan esos adultos
en la boca de los niños de 7 u 8 años[38],
o como los trobiandeses, que no creen que haya ninguna relación entre sexualidad
y embarazo porque las mujeres no son fecundadas por los varones sino por los espíritus
totémicos de islas vecinas[39].
A esta crítica le opongo dos contracríticas: una es preguntándoles ¿cómo saben
eso? Es decir, ¿cómo saben que la ciencia es solo un discurso más entre otros
sin más valor que esos otros? A lo que solo me pueden dar dos respuestas: o
bien que lo saben por intuición, meditación, revelación divina o extraterrestre
o un mensaje del más allá vía ouija,
con lo cual no tengo nada más que decir, o bien que es la conclusión a la que
han llegado después plantearse el tema, recoger datos, analizarlos y
compararlos, elaborar su hipótesis, comprobarla, publicarla y dejarla para la
revisión por pares. Esto me parece mucho más interesante, pero si es así, lo
que están diciendo es que saben científicamente que la ciencia no vale (porque
si todo vale, nada vale), pero si la conclusión es esa, entonces la propia
conclusión en tanto que científica tampoco vale. En definitiva, que el
postmodernismo no es capaz de escapar al círculo vicioso del relativismo en el
que está enredado. Y la otra contracrítica es puramente práctica: ningún postmoderno
envía a su hijo de 7 años a que aprenda a ser un hombre con los sambia de Papúa
Nueva Guinea.
Llegados
a este punto suele decirse que la ciencia no es sino la nueva religión, que los
científicos son los nuevos sacerdotes y las verdades científicas los nuevos
dogmas sagrados. Y se identifica a los heterodoxos y críticos de la ciencia
actual con los nuevos Galileos opuestos a la nueva iglesia científica. La
analogía es sugerente pero tiene el mismo valor que un libro de J. J. Benítez[40].
Quien dice esto no sólo está identificando dos cosas totalmente distintas
(ciencia y religión)[41]
sino que además comete el mismo fallo que quien se acuerda de un amigo o
familiar y se asombra de que inmediatamente le llame por teléfono. ¿Telepatía?
No, simple cuestión de probabilidad matemática. Si cada vez que pensara en mi
conocido Fulanito, éste me llamara por teléfono (o por lo menos el 30 o el 50%
de las veces eso ocurriera) entonces sí sería algo extraordinario o paranormal,
pero que yo piense en alguien (de mis cientos de conocidos) y ese alguien me
llame después es estadísticamente normal si tengo en cuenta todas las veces en
las que pienso en alguien a lo largo de mi vida y no me llama por teléfono[42].
De hecho, lo extraño sería que nunca me pasara algo así en toda mi vida[43].
De la misma forma, que a veces haya científicos heterodoxos y audaces que
logren grandes éxitos que cambien el rumbo de la ciencia es algo que sucede y
muy positivo, pero no hay que olvidar que la inmensa mayoría de heterodoxos no
han aportado nada y sus teorías no han sido más que ocurrencias y por eso mismo
ni sabemos de ellos. Que Galileo fuera un heterodoxo de su época que
revolucionó la ciencia no quiere decir que todos los heterodoxos sean Galileos
ni haya que prestarles más atención solo por ser extravagantes[44].
Aparte de que Galileo fue heterodoxo pero además aportó gran cantidad de argumentos
y pruebas para sus teorías, algo que ni por asomo imitan los autoproclamados
Galileos cuya heterodoxia suele ser inversamente proporcional a la cantidad y
calidad de las pruebas que tienen para lo que proponen[45].
Dicho
todo lo anterior, ¿qué actitud queda entre la política y la ciencia por un lado,
y las creencias por otro, y qué limites puede establecer la ciencia a la propia
acción política en sociedades democráticas y plurales como la nuestra? Una
sociedad democrática y pluralista que desee una convivencia
más o menos pacífica a pesar de los conflictos inevitables por su propia
diversidad interna, debe distinguir y separar claramente el ámbito público y el
privado, so riesgo de desintegrarse o provocar discriminación y exclusión en
caso de no hacerlo. El ámbito público
es el ámbito universal, en el que se toman decisiones (las leyes y el gobierno)
que afectan a todos los miembros de la sociedad, y que deben tomarse (de forma
más o menos directa o representativa) por parte de personas heterogéneas entre
sí: de diferentes pueblos, culturas, credos, ideologías, etc., y el ámbito privado es el ámbito individual y particular
en el que están las ideas, opiniones, creencias, valores, gustos y normas
propias de cada cual según su peculiar forma de entender y vivir su propia
vida. Este ámbito privado no es universalizable por propia definición: es
válido para cada cual pero no para los demás, que podrán tener otros contenidos
distintos en ese ámbito (unos serán cristianos, otros ateos, otros
musulmanes…). Pero en una sociedad sin ámbito público sería imposible la
convivencia, pues cada cual solo podría unirse con quienes compartieran sus
mismas creencias (formando así comunidades pero no sociedades) y las relaciones
entre los individuos o las comunidades solo podrían ser de mutua indiferencia,
de tolerancia o tregua por idempotencia, o de guerra e imposición de la parte
más fuerte (que eliminaría, excluiría o discriminaría a las partes más
débiles). Para convivir y formar una sociedad plural deben establecer un
espacio público que sea el ámbito de todos sin exclusión, en el que no haya
lugar para las creencias particulares sino solo para un discurso que todos
puedan aceptar. Ese ámbito es el ámbito público y ese discurso es el discurso
racional, cuya máxima expresión son las ciencias. Desde ese ámbito hay que
establecer unas reglas de convivencia que sean racionales, y esas reglas deben
partir o fundamentarse en conocimientos y no meras creencias, de ahí que deban
apelar a la razón y las ciencias[46].
Cae de suyo que ambos ámbitos, el público y el privado han de estar totalmente
separados y sin permitir injerencias de uno en otro. Desde el ámbito público o
político no cabe legislar sobre temas de conciencia o creencias, sino que debe
garantizarse la máxima protección del ámbito privado, es decir, la máxima
libertad individual de conciencia, opinión, creencias y expresión, y la total
neutralidad de los poderes públicos acerca de esas cuestiones en su acción e
incluso en su simbología[47].
Así mismo, no cabe injerencia del ámbito privado en el público, es decir, que
las decisiones públicas o políticas no pueden basarse en creencias particulares
(ya sean religiosas, ufológicas, homeopáticas o de otro tipo). Las decisiones
políticas solo pueden argumentarse desde la razón y los resultados de las ciencias,
como no podría ser de otra manera. Lo
que propongo es un Estado laico[48]
pero con un matiz que suele pasar desapercibido. El laicismo suele cargar
demasiado las tintas sobre las creencias religiosas, exigiendo la separación de
la política y la religión, pero pasa por alto que las creencias religiosas son
solo una especie del género de las creencias y que todas ellas son distintas de
lo que puede considerarse conocimiento y ciencia. No se trata tan solo de
separar política y religión, sino el discurso que cabe en política del que no
cabe porque consiste en creencias. Y tan creencia es admitir la transfiguración
de Cristo y su ascensión a los cielos, como creer que las antenas de telefonía
móvil o los trasgénicos son peligrosos para la salud. Cuando un político como
tal jura ante la Biblia,
vulnera la laicidad, pero también si decide retirar una antena de telefonía
móvil del casco urbano, en tanto que se deja llevar por las creencias sobre su
peligrosidad y desoye lo que el conocimiento científico aporta al respecto: su
inocuidad[49]. Por no
hablar cuando una Universidad pública incluye estudios homeopáticos[50],
o cursos de astrología[51]
o de telepatía con animales[52],
o se presta a la realización de sesiones de espiritismo[53],[54].
Para
acabar, no puedo poner mejor broche que esta cita de Carl Sagan:
“Una persona puede ir a ver a un
brujo para que le quite el sortilegio que le provoca una anemia perniciosa, o
puede tomar vitamina B12. Si quiere salvar de la polio a su hijo, puede rezar o
puede vacunarle. Si le interesa saber el sexo de su hijo antes de nacer, puede
consultar todo lo que quiera a los adivinos que se basan en el movimiento de la
plomada (derecha-izquierda, un niño; adelante-atrás, una niña... o quizá al
revés) pero, como promedio, acertarán sólo una de cada dos veces. Si quiere
precisión (en este caso del noventa y nueve por ciento), pruebe la
amniocentesis y las ecografías. Pruebe la ciencia”[55].
Andrés
Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y
Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de
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[1] Es famoso el
conocido como “juicio del mono” de 1925 en el que se acusó al profesor John
Scopes por enseñar evolucionismo en clase, base de la obra de teatro y de la
película posterior La herencia del viento.
Para una exposición del conflicto creación vs. evolución en EEUU véase Shermer
(2009), pág. 197-263. Para una crítica divulgativa del creacionismo: Carmena
(2006).
[2] La
argumentación de la Iglesia
viene a ser que el ser humano tiene un alma desde la concepción que es el
fundamento de su dignidad y su derecho a la vida, un alma creada por Dios y que
hace que quitar la vida a un feto sea tan abominable como quitársela a un
adulto.
[3] Véase El
País. Entre muchos otros, alcanzó cierta notoriedad en los medios la polémica
por unas antenas de telefonía móvil en Valladolid,
cercanas a un colegio, y a las que se acusaba de provocar cáncer en el alumnado.
[4] En 2007, la Generalitat de Catalunya
pretendió regular como prácticas sanitarias varias (pseudo)medicinas naturales,
decreto que fue suspendido cautelarmente por el Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña y definitivamente rechazado por el Tribunal
Supremo.
[5] Por ejemplo,
Koch (2005)
[6] Icke lo
afirma en varias obras, por ejemplo en Hijos
de Matrix y en El mayor secreto.
[8] Hace un año
(en 2010), la facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla
provocó el escándalo
cuando incluyó a un negacionista
del SIDA en las VI Jornadas de Medicina y Filosofía.
[9] Para una
revisión crítica de la fobia antitrasgénicos, veáse Mulet (2011), cap. 2.
[11] Conrado
Salas Cano así lo afirma.
[12] “El ángel
[Gabriel] le dijo [a María]: «(…) vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un
hijo, a quien pondrás por nombre Jesús (…)». María respondió al ángel: «¿Cómo
será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu
Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lucas
1, 30-35).
[13] Eso es lo que
afirma la urinoterapia, que es uno de los (pseudo)remedios naturales de la
(pseudo)medicina ayurvédica. Para una crítica de la urinoterapia: Gardner
(2001), pág. 51 y siguientes.
[14] Eso afirma la
acupuntura: esta
pseudociencia considera que pinchando ciertas zonas del cuerpo se manipula el chi y se equilibran el yin y el yang, restaurando así la salud. Obvia decir que no hay ninguna prueba
ni de la existencia del chi ni del yin-yang, ni tampoco de que la
acupuntura produzca más afectos que el puramente placebo.
[15] Tesis básicas
del creacionismo más fundamentalista: cf.
nota 1.
[16] Según la
teoría del Big bang. Para una
exposición divulgativa de la misma: Hawking (2011).
[17] Similia similibus curantur, el principio
básico de la homeopatía según su fundador Samuel Hahnemann. Para una crítica de
la homeopatía como pseudociencia: Sanz (2010) y Goldacre (2011), pág. 45 y
siguientes.
[18] Primera ley
de Newton o ley de la inercia.
[19] Popular serie
de divulgación científica de Carl Sagan en 1980, cuyo nombre completo era: Cosmos, un viaje personal.
[20] Programa de
televisión que se emite en la cadena Cuatro desde 2005 y de contenido cuanto
menos dudoso y dedicado a todo lo relativo al misterio, enigmas, etc.
[21] “La fe es
garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven”
(Hebreos 11, 1)
[22] De hecho, la
palabra ‘fe’ procede del latín fides
y significa eso: confianza o lealtad.
[23] Sólo el hecho
de que podamos observar estrellas a millones de años-luz ya demuestra que el
universo tiene muchísimos más años: en 2009 se detectó la
explosión de la estrella más lejana y antigua conocida, hace 13.000
millones de años.
[24] López y López
(2006), pág. 54-57.
[25] Aunque
parezca increíble, aún hoy día hay quienes creen que la Tierra es plana: Sociedad
de la Tierra Plana
(Flat Earth Society).
[26] En 1864,
Julio Verne publicó su famosa novela Viaje
al centro de la Tierra,
que no es sino eso, una novela de ficción. Sin embargo, hay quienes van más
allá y afirman que la Tierra es hueca
e incluso que ella habitan intraterrestres. David Icke también habla de los
intraterrestres en algunos de sus libros: Icke (2011).
[27] Coincidimos
con Carl Sagan cuando dice: “La ciencia es más que un cuerpo de conocimiento:
es una manera de pensar” (Sagan: 2000, pág. 35). Y con Alan Sokal cuando viene
a decir lo mismo: “El método científico no es sustancialmente distinto de la
actitud racional que adoptamos en la vida cotidiana o en otras esferas del
conocimiento. Los historiadores, los detectives y los fontaneros –es decir,
todos los seres humanos– emplean básicamente los mismos métodos de inducción,
deducción y evaluación de los datos que los físicos o los bioquímicos. La
ciencia contemporánea intenta llevar a cabo estas operaciones de una forma más
meticulosa y sistemática, sirviéndose de instrumentos como pruebas de control,
estadísticas o reiteración de experimentos, entre otros. Además, las mediciones
científicas son a menudo mucho más precisas que las observaciones cotidianas;
nos permiten descubrir fenómenos hasta entonces desconocidos, y entran
frecuentemente en conflicto con el “sentido común”. Sin embargo, el conflicto
se da en las conclusiones, no en el enfoque de partida” (Sokal, 2009, pág.
235-236, y también la misma idea en pág. 214, 301, 338 y 537). Robin Dunbar
profundiza mucho más en esta idea al considerar la ciencia como algo natural y
universal: Dunbar: 1999: cap. 4-6.
[28] Sería
imposible citar toda la bibliografía pertinente sobre qué es ciencia, pero lo
dicho puede ser un buen resumen muy esquemático de en lo que consiste la
ciencia y el método científico. De todas formas, y por citar algún libro que
expresa la misma idea, véase Dunbar, 1999: cap. 2, llamado precisamente “¿Qué
es esa cosa llamada ciencia?”, exactamente igual a la famosa obra de Chalmers
(2010).
[29] Lamentablemente,
ciertas teorías tecnofóbicas y conspiranoicas se empeñan en atacar las vacunas
y se oponen a las vacunaciones, con lo que están propiciando el rebrote de
enfermedades que podrían estar erradicadas totalmente gracias a ellas: cf. “Informe: Fiebre antivacunas” en El Escéptico, nº 19, mayo-agosto 2005,
pág. 56-74. También González (2011) y Goldacre (2011), pág. 313 y siguientes.
[30] “La ciencia
es, pues, un método para averiguar cosas acerca del mundo y no el cuerpo
particular de una teoría” (Dunbar, 1999, pág. 34).
[31] En el ámbito evolucionista,
por ejemplo, no existe ahora mismo consenso acerca del mecanismo de la
evolución, aunque la teoría sintética o neodarwinista sea la más aceptada por
ahora. Pero incluso así, cualquier teoría evolucionista es preferible a
cualquier otra creacionista.
[32] Esto no
quiere decir que el conocimiento científico siempre esté en lo cierto y las
creencias se equivoquen, puede ser que una creencia resulte ser cierta y que la
ciencia sea la que falle, pero eso solo será casualidad: en el dilema de Monty Hall
la razón indica que es mejor cambiar de opción, aunque al final pudiera ser que
al hacerlo perdiéramos el premio si nuestra primera elección hubiera sido,
casualmente, la acertada. Ahora bien, si jugáramos repetidas veces al juego,
ganaríamos muchas más veces cambiando de opción que manteniendo siempre la
primera elección, es decir, la probabilidad de que la ciencia esté en lo
correcto es mucho mayor en general que la de las creencias.
[33] Estamos
refiriéndonos a la propuesta de MANS (Magisterios No Superpuestos) formulada
por Gould (2000) y que es criticada por Dawkins: 2007, pág. 64 y siguientes.
[34] Para una crítica
a la pseudociencia véase Bunge, 2002: cap. 8 y Bunge (2010).
[35] El problema
de las teorías de la conspiración es que son totalmente infalsables, todas
afirman que tienen pruebas contundentes, pero que los gobiernos las ocultan,
pero claro, así puede afirmarse cualquier cosa: yo podría decir que hay pruebas
que demuestran sin ninguna duda que yo soy el legítimo rey de España, pero que
el gobierno y la Casa Real
las ocultan.
[36] Resumidamente,
serían tres críticas: 1) que la ciencia es falible y a veces se equivoca, igual
que las creencias; 2) que la ciencia está manipulada por intereses
no-científicos de tipo político, económico o religioso; y 3) que la ciencia es
parte de la superestructura capitalista y está sesgada por lo tanto en interés
de las clases dominantes y los mercados. La primera crítica no critica nada
porque el carácter falible de la ciencia es parte esencial de la propia ciencia
y por eso contiene mecanismos de autocorrección como la replicabilidad y la
revisión por pares, que no tienen las creencias. De hecho, la ciencia ni
siquiera es inmune al fraude, como prueba el famoso caso del “hombre de
Piltdown, pero este mismo caso muestra a la vez los mecanismos autocorrectores
de la ciencia en acción (sobre esto, véase Shermer: 2010, cap. 12) La segunda
crítica viene a descubrir América en el siglo XXI: la ciencia existe en un
contexto socio-histórico y está influida por intereses no-científicos, pero al
final la ciencia sale airosa de esas influencias por sus mecanismos de
publicidad, replicabilidad y revisión por pares, y porque en su búsqueda de la
realidad, ésta se acaba imponiendo a los intentos por manipularla: la Tierra gira mal que le
pesara al papa Urbano VIII y la evolución funciona como lo hace por mucho que
se empeñara Lysenko y todo el politburó de la URSS con su aparato de terror (es evidente que
aquí asumimos el materialismo entendido como que existe una realidad
independiente del sujeto, y el racionalismo como que es posible conocer
racionalmente el funcionamiento de la materia (véase Bunge: 2002, cap. 3 y
Sokal: 2009, cap. 7). La tercera crítica no es una crítica a la ciencia en sí
sino al contexto capitalista en el que se desenvuelve. Aun admitiendo esta
crítica, la ciencia sigue siendo la mejor fuente de conocimiento, pese a esos
sesgos, que cualquier otra alternativa, por todo lo dicho.
[37] Para un
análisis y una crítica demoledora al posmodernismo filosófico véase Sokal (2009)
[38] “Durante
siete años, aproximadamente, los más pequeños realizan felaciones a los
mayores. Tragar el semen que los compañeros de más edad eyaculan en su boca –el
de tantos y tantas veces como diariamente sea posible- es la única manera para
un muchacho de llegar a ser un adulto
cabal y un guerrero varonil” (Harris, 2001, pág. 223).
[39] Aranzadi:
2003, pág. 374 y 409.
[40] Divulgador de
la creencia en extraterrestres y autor de libros y documentales como Planeta
Encantado, muy criticado
desde posiciones escépticas.
[41] Es como decir
que los seres humanos y los cocodrilos son esencialmente iguales porque ambos
tienen cuatro extremidades: si ignoramos todas sus otras diferencias, la
analogía es correcta, pero claro, si ignoramos todo eso…: se trata, por tanto,
de una clarísima falacia de selección de la información.
[42] Pasa lo mismo
con la lotería: la probabilidad de que a alguien concreto le toque es ínfima,
pero la probabilidad de que le toque a alguien de entre todos los que juegan es
casi el evento seguro.
[43] Algo así
sucede con las curaciones milagrosas en Lourdes: descartando los casos de
peregrinos meramente hipocondríacos, de “curaciones” por efecto placebo y
similares, teniendo en cuenta la gran cantidad de peregrinos enfermos que
acuden al santuario y el porcentaje de los que dicen curarse “milagrosamente”,
resulta una cantidad estadísticamente normal de remisión espontánea, y tal vez
incluso más baja de la que cabría esperar: Dawkins (2006).
[44] Existe cierta
tendencia en el mundo académico, sobre todo en las ciencias históricas y entre
los doctorandos, a rebuscar entre los heterodoxos del pasado buscando a alguno
que reivindicar y magnificar, denunciando su injusto olvido por parte de la Academia, o incluso a
presentarlo como un incomprendido o una víctima de conspiraciones en su contra.
[45] Suele ser el
caso de los inventores de máquinas de movimiento perpetuo (contraria a la segunda
ley de la termodinámica) o de supuestas formas de fusión fría, y que a veces
son reivindicados como víctimas de conspiraciones del Poder para ocultar sus
descubrimientos.
[46] Bunge (2007).
[47] Lo que
implica la necesaria neutralidad simbólica de los poderes públicos en sus
edificios (escuelas, hospitales, juzgados…), espacios y actos: tomas de
posesión, ceremonias oficiales, funerales de Estado, etc.
[48] Sobre el
Estado laico y el laicismo, véase Cifuentes (2005), Peña-Ruíz (2001) y
Peña-Rúiz y Tejedor de la
Iglesia (2009)
[49] Sobre la
inocuidad de las antenas de telefonía móvil cabe decir dos cosas: que no hay
ningún informe serio que demuestre su peligrosidad y que los que hay indican
que no son peligrosas, por ejemplo, el informe editado por la Asociación Española
Contra el Cáncer disponible en internet. Véase
también Ordiales (2007).
[50] La Universidad de
Zaragoza tiene una cátedra
sobre homeopatía en colaboración con el laboratorio homeopático Boirón.
[51] La Universidad de Lleida
realizaba en marzo de 2010 un curso
de iniciación a la astrología.
[52] En la Facultad de Veterinaria
de la
Universidad Complutense de Madrid se presentó una conferencia
sobre telepatía
con animales.
[53] En 2009 la Universidad de
Castilla-La Mancha prestó sus instalaciones para la realización de un Seminario
sobre espiritismo. El catedrático Fernando Cuartero protestó por eso publicando
una nota crítica al respecto, nota por la que fue denunciado por los
organizadores debido a que ella Cuartero se refería a los espiritistas como “vulgares
estafadores”.
[54] Que la
separación público y privado implica la de ciencia y creencias se muestra
claramente en el caso la educación: una escuela laica implica una escuela en
que se transmiten conocimientos científicos pero no creencias de ningún tipo,
entre otras cosas, porque la ciencia es universal y las creencias particulares,
y porque la elección entre qué creencias transmitir y cuáles no, sería
totalmente arbitraria (y excluyente hacia el alumnado que no las creyera).
Sobre la escuela laica, véase: Delgado (2006) y VVAA (2011).
[55] Sagan, Carl
(2000), pág. 40.
Un texto donde el planteamiento es claramente prohibir la homeopatía a nivel público, está muy explícito, ¿alguién se atrevería a decir que se trata de una "conspiranoia"?
ResponderEliminarRespecto a los débiles argumentos del licenciado, dices que la homeopatía no es ciencia y te basas en fuentes poco o nada convincentes, de la ley de los similares te refieres al libro de Sanz que está basado en su mayor parte por argumentos ad-hominem donde no cita ni hace referencia a lo que los biólogos moleculares hacen:
http://het.sagepub.com/content/29/7/561.long
Dios santo! que buen articulo ateo (valga la blasfemia). No ya en serio, que poderoso articulo levantador de conciencia! la primera parte esta bien , pero cuando expones a los postmodernistas con su retorica falaz, y luego arguyes sobre el ámbito privado y publico, es simplemente demoledor. Gracias de verdad.
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