La justicia por su mano
Un asesino te mata a un ser querido, ¿no querrías para él la pena capital? Así preguntan algunos que defienden la pena de muerte y, en general, quienes quieren penas duras contra los delincuentes. A veces, en debates con candidatos a favor y en contra de la pena de muerte, o en entrevistas a políticos que están en contra de ella, sale también esta pregunta a colación. Esto lo he visto muchas veces en EE.UU. y es una escena que sale irremediablemente en toda película que trate el tema. Siempre me ha parecido que las respuestas son totalmente inadecuadas. Un balbuceo, una salida por la tangente, una apelación a la no venganza y cosas así. Y eso que la respuesta adecuada es bien simple. Aquí va.
Todo el Estado de Derecho se basa en ofrecer unas garantías de justicia, tanto a la hora de dotar a la ciudadanía de un nivel de seguridad, como de evitar castigos al margen de la ley. Una de las primeras cosas que se intentan eliminar en un estado mínimamente civilizado son los linchamientos, las vendettas, el tomarse la justicia por la mano y el legislar en caliente. Todo el Estado de Derecho funciona para que mi decisión sobre qué hacer con un criminal que ha delinquido contra mí o mi familia sea bastante irrelevante. En caliente puedo contestar que mataría al asesino del comienzo de este texto. Eso no dice nada acerca de lo que considero que debe ser un código penal cuando no me veo en esa tesitura. Y es en frío cuando decidimos qué hacer con los criminales atendiendo a todos los criterios que queramos: disuasión, proporcionalidad, restitución, reinserción, etc.
Si yo fuera uno de esos políticos y me hicieran la pregunta, diría cualquier barbaridad, que sí que lo querría ver muerto y alguna cosa más que me saliera en ese momento. A continuación defendería que mis conciudadanos harían bien en no hacerme caso en lo que pensara en ese momento.
Cada vez que he contado esto, he tenido reacciones positivas. Rara vez alguien insiste en deducir de mi estado de ánimo como agraviado, cuál debe ser mi postura a la hora de redactar las leyes o a la hora de aplicarla también a quien ha cedido a la sed de venganza.
Y ahora, mis lectores, que espero concordéis conmigo en eso de no tomarse la justicia por la mano y que sepáis responder a la pregunta que ha circulado las últimas semanas por todo el mundo: "¿Está bien darle un puñetazo a un nazi?".
Todo el Estado de Derecho se basa en ofrecer unas garantías de justicia, tanto a la hora de dotar a la ciudadanía de un nivel de seguridad, como de evitar castigos al margen de la ley. Una de las primeras cosas que se intentan eliminar en un estado mínimamente civilizado son los linchamientos, las vendettas, el tomarse la justicia por la mano y el legislar en caliente. Todo el Estado de Derecho funciona para que mi decisión sobre qué hacer con un criminal que ha delinquido contra mí o mi familia sea bastante irrelevante. En caliente puedo contestar que mataría al asesino del comienzo de este texto. Eso no dice nada acerca de lo que considero que debe ser un código penal cuando no me veo en esa tesitura. Y es en frío cuando decidimos qué hacer con los criminales atendiendo a todos los criterios que queramos: disuasión, proporcionalidad, restitución, reinserción, etc.
Si yo fuera uno de esos políticos y me hicieran la pregunta, diría cualquier barbaridad, que sí que lo querría ver muerto y alguna cosa más que me saliera en ese momento. A continuación defendería que mis conciudadanos harían bien en no hacerme caso en lo que pensara en ese momento.
Cada vez que he contado esto, he tenido reacciones positivas. Rara vez alguien insiste en deducir de mi estado de ánimo como agraviado, cuál debe ser mi postura a la hora de redactar las leyes o a la hora de aplicarla también a quien ha cedido a la sed de venganza.
Y ahora, mis lectores, que espero concordéis conmigo en eso de no tomarse la justicia por la mano y que sepáis responder a la pregunta que ha circulado las últimas semanas por todo el mundo: "¿Está bien darle un puñetazo a un nazi?".
Seguramente por deformación profesional pero a mi me gusta repreguntar ¿y si fuera tu hijo el asesino estarías dispuesto a entregarlo para ejecutarlo? Además de dar claridad a la función principal de la justicia penal (proteger al victimario), traslada la presión emocional a la otra parte. Feliz año y espero seguir disfrutando de sus post en 2018.
ResponderEliminarJuan, no se complique filosofando con las alternativas posibles. La biblia ya resolvió el asunto hacen como cinco mil años. Léala (y aplíquela, si es macho) en Deuteronomio cap 21, versos 18 al 21.
EliminarLa misma respuesta.
ResponderEliminarFeliz año para ti también.
No me expliqué bien. A quien pregunta ¿y si matan a tu hijo? responder ¿y si es tu hijo quien mata al mío?
EliminarEn esas circunstancias todo el mundo contrata al mejor abogado que pueda pagar, pide la reinserción y todas las garantías procesales de un código penal civilizado.
Te explicabas bien. Imagino que tu énfasis era buscar con esta pregunta la simpatía del interlocutor por el estado de derecho.
EliminarSigue siendo la misma respuesta, tampoco valen todas las garantías, dificultades procesales y medidas benevolentes que se nos ocurran en caliente.
Esto sonará raro. Tiene usted razón y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice pero dudo de que su argumento convenza a nadie hasta hacerle cambiar de opinión. La repregunta no pretende convencer a nadie pero puede (de hecho alguna vez me ha funcionado) hacer que alguno cambie su manera de ver el problema. Al menos que sea él quien emita balbuceos.
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