Podemos en clave religiosa (Andrés Carmona)
“Cuando os insulten, griten o difamen, sonreíd,
porque vamos a ganar”. Eso dijo Pablo Iglesias Turrión cuando
fue elegido Secretario General de Podemos. Para quienes conocemos los
textos bíblicos, es difícil no acordarse de frases similares de Jesús en los
evangelios: “Y si en algún lugar no les reciben ni escuchan sus palabras,
salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de los pies. Yo les
aseguro que esa ciudad, en el día del juicio, será tratada con mayor rigor que
Sodoma y Gomorra” (Mateo 10, 14-15). Es fácil encontrar muchos más paralelismos
entre Podemos y la religión, y de hecho aquí vamos a lanzar la hipótesis de que
el fenómeno Podemos debe interpretarse
en clave religiosa y no solo política para poder entenderlo.
Hasta ahora, los acercamientos teóricos al fenómeno
Podemos han sido exclusivamente políticos, pero falta una perspectiva religiosa
que los complemente y matice. Y por religiosa me refiero a entender el fenómeno
Podemos como un fenómeno más religioso que político, similar a otros fenómenos
religiosos como el cristianismo primitivo o la reforma protestante. No quiere
decir esto que Podemos sea una secta o grupo religioso, sino que el fenómeno
socio-político que se ha producido en torno a Podemos se ha desarrollado como
un fenómeno religioso o, por lo menos, con muchas de sus características y
rasgos. No porque los líderes o seguidores de Podemos lo hagan así (emic)conscientemente,
pero sí que ha derivado en eso: acaban actuando como si fueran una religión, y sus seguidores se comportan de un
modo muy parecido a la religión. Dicho de otra forma: un observador etic podría clasificar el fenómeno
Podemos entre otros fenómenos religiosos al observar en aquél rasgos propios de
éstos. O podría entender mejor a Podemos si lo analiza desde ese prisma de las
religiones, como si fuera una
religión, que desde otros. No sería la primera vez que un partido o movimiento
político adquiere rasgos religiosos que no estaban en su origen ni en sus
intenciones, o que se desarrolla de forma parecida a las religiones. El
comunismo o el ecologismo, por lo menos en algunas de sus formas, también han
mostrado rasgos similares. En cualquier caso, presentamos aquí esta hipótesis
que, como tal, queda sometida a la crítica argumentada (¿puede haber otra?), de
modo que, a la postre, pueda comprobarse si la hipótesis es una auténtica
analogía o una mera homología.
Llamamos “fenómeno Podemos” al hecho
asombroso de que un partido político, de reciente creación, haya sido capaz de
lograr resultados espectaculares en un periodo temporal muy corto. En menos de cinco
meses, sin ser todavía ni siquiera un partido constituido sino solo una
candidatura, fue capaz de lograr 1.253.837 votos (el 7,98%), y cinco
eurodiputados en las elecciones
europeas, y en menos de un año, siendo ya partido, tiene más
militantes[1]
que el PSOE, y es el número
1 en intención directa de voto en las encuestas. Todo un fenómeno inédito
en la historia política reciente de España. Llegado el caso, podría ser la
primera vez que un partido creado dos años antes ganara unas elecciones
generales o se convirtiera en la primera fuerza de la oposición.
Como decíamos, se han propuesto
muchas hipótesis para explicar este fenómeno, desde las más conspiranoicas
hasta las más ingenuas, y otras mucho más sensatas. Pero parece que falta
alguna que apunte al elemento religioso como una parte o variable de la
explicación.
Pensemos, por ejemplo, en los militantes y simpatizantes del nuevo partido. Podemos surge a
partir del manifiesto Mover
ficha: convertir la indignación en cambio político. Del grupo de
intelectuales que firma ese manifiesto surge después una candidatura para las
elecciones europeas con el nombre de Podemos y un programa electoral que los
propios dirigentes reconocen que era bastante improvisado. Sin embargo, resulta
un éxito. ¿Cómo explicamos esto? ¿Cómo es que millones de ciudadanos deciden
votar a una opción meses antes inexistente, sin experiencia previa, con un
programa para salir del paso? Se ha señalado a la indignación ciudadana
manifestada en el 15-M, las mareas ciudadanas o el movimiento anti-desahucios,
a la desconfianza hacia los partidos tradicionales y el bipartidismo por la
crisis económica y la corrupción, a que Podemos no nace realmente de la nada
sino de partidos preexistentes como Izquierda Anticapitalista (IA), al papel de
los medios de comunicación y su presencia en ellos, etc. Sin embargo, nada de
eso por sí mismo ni en conjunto puede explicarlo suficientemente. Falta ahí el
elemento religioso de la conversión, y por su carácter
masivo, de avivamiento (revival).
Los militantes y simpatizantes de Podemos son mucho
más parecidos a conversos religiosos que a militantes y simpatizantes de
cualquier otro partido político. La conversión
religiosa implica el arrepentimiento del converso respecto de su vida anterior
(pecaminosa) y la confianza plena y absoluta (fe ciega) en la nueva religión
que abraza y su líder, lo que experimenta como un cambio radical que le da una
nueva perspectiva total y le lleva a una nueva forma de vida coherente con la
nueva fe. Todos esos elementos pueden encontrarse en gran parte de la militancia
de Podemos. Muchos de ellos eran militantes o simpatizantes de otros partidos,
y otros eran desencantados de la política. Unos y otros han “visto la luz” en
Podemos, arrepintiéndose de su anterior voto, militancia o inacción y pasando a
la nueva vida de militancia activa. También es recurrente que muchos de ellos desarrollen
un claro desprecio a su anterior partido de referencia: son los “rebotados” de
partidos previos que ahora están en Podemos, de forma similar a como muchos
católicos convertidos al protestantismo acaban odiando a la iglesia del papa de
Roma.
También está el elemento de la fe en el nuevo partido y sus líderes, especialmente Pablo Iglesias.
Y es ciertamente una fe, en el sentido de confianza plena que se basa mucho más
en la emoción, la esperanza o la creencia que en el análisis crítico o la
argumentación. El voto a Podemos en las elecciones europeas no pudo deberse a
un análisis y comparación sosegados de los diferentes programas y candidaturas
que diera como resultado el voto a Podemos como el más razonable. Todos los
elementos objetivos iban en su contra: programa, experiencia, etc. Lo que movió
ese voto fue la fe en que los miembros de esa candidatura serían mejores que
los de las demás; la confianza, deseo o esperanza en que así fuera. Podría
objetarse que la ilusión que genera Podemos, pese a no tener un programa, se
debe, precisamente, a que permite a la ciudadanía la posibilidad de participar
asambleariamente en la elaboración de ese programa, y que es eso lo que genera
la ilusión. Sin embargo, los datos lo desmienten: Podemos obtuvo 1.200.000
votos (aprox.) y según las encuestas serían más todavía los que les votarían en
las generales, pero solo se han inscrito en el Partido 200.000 personas. Esos
200.000 inscritos pueden estar ilusionados con su participación directa en la
creación de Podemos, pero el otro millón largo que no participa pero sí que les
vota o piensa hacerlo y confía en ellos lo hace por pura fe, ya que no tiene
más datos objetivos (programa, etc.) que su confianza en que lo harán bien. Otra
cosa será qué motivos llevaron a esa fe, pero que se trató de fe no hay duda.
Y esa fe continúa: después del éxito europeo, y en
parte gracias a él, los conversos han aumentado y han reforzado esa conversión.
No solo se identifican con el partido sino que, además, están absolutamente
convencidos de que van a ganar las elecciones, ¡sin ni siquiera saber qué hará
el partido cuando gane!, ya que todavía no tiene programa. Contrasta la enorme confianza y esperanza en esa
próxima victoria electoral pese a la falta casi total de datos para justificarla:
de hecho, lo único que tienen es la promesa en que todo irá mejor. Pero nada
más: y nada menos, pues la fe religiosa en el cielo o el nirvana tampoco deja
de ser otra cosa que eso, y sin embargo también mueve montañas. Que Podemos
gane unas elecciones generales significa que consigan, por lo menos, unos 9
millones de votos. Pero no solo eso, implica que los demás partidos pierdan
esos 9 millones y que pasen a ellos, que es como decir que la mitad, más o
menos, de quienes votaron PP, PSOE e IU voten cuatro años después a Podemos. Imposible,
desde luego, no es, pero la improbabilidad de que ocurra contrasta con la fe y
el convencimiento de quienes creen que va a ser así.
Por otro lado, el
culto al líder y la disminución del pensamiento crítico es otro factor. El
caso de la papeleta de voto de Podemos en las elecciones europeas lo reflejó a
la perfección: por primera vez un partido colocaba como logotipo
la cara de su líder en vez de un símbolo del partido. Este gesto, de claro
culto al líder, sería algo inimaginable que ocurriera en otros partidos, sobre
todo en los de tradición trotsquista. Sin embargo, fue algo totalmente asumido
sin crítica[2]
incluso por los trotsquistas de Izquierda Anticapitalista y justificado a posteriori como algo necesario. Igual
con otros gestos como las elecciones internas con listas cerradas y sistemas
mayoritarios en vez de proporcionales, en los que el grupo vencedor se queda el
100% de la representatividad y no deja ningún espacio a los demás grupos: algo
asumido y justificado plenamente por los militantes[3]. Así
como la negativa a definirse como de izquierdas o a participar en
manifestaciones unitarias por la República[4]:
totalmente justificado por parte de los seguidores de Podemos pese a ser muchos
de ellos de izquierdas y republicanos, o incluso a pesar de haber acusado en su
día a sus anteriores partidos de no serlo suficientemente o de forma incoherente.
Por otra parte, los militantes de Podemos conocen y recitan a la perfección el
mismo discurso a forma de mantra: somos ciudadanos, realmente no somos un
partido[5], el
enemigo es la casta, no somos de izquierdas sino de abajo, el miedo está
cambiando de bando, vamos a ganar las elecciones..., y si no estás conmigo
estás contra mí y con la casta. Un discurso (en realidad una narrativa) que no
procede de un programa político o electoral sino de los mítines y entrevistas
del propio Pablo Iglesias y su grupo más cercano, aprendido y recitado a modo
de citas de textos sagrados.
Ahora bien: ¿a qué se debe este avivamiento, esta
conversión masiva a Podemos, esta fe religiosa en que ganarán las elecciones?
Las semejanzas con otros movimientos religiosos pueden ayudarnos a entenderlo. Podemos
habría salido beneficiado por la forma religiosa en la que se han conducido los
acontecimientos o así han sido interpretados por buena parte de la población. No
quiere esto decir que Podemos haya buscado deliberadamente que así fuera, pero
sí que, una vez ocurrido, le ha sido útil y, consciente o inconscientemente,
les ha servido y lo han alimentado. Usaremos aquí principalmente la mitología
judeocristiana y el modelo del cristianismo primitivo para explicar el fenómeno
Podemos por ser con el que más parecidos le encontramos.
Las religiones se conforman de acuerdo al esquema mítico básico: caos-dios-orden.
Ante una situación de caos o injusticia, aparece un dios, héroe o semidios que,
de forma milagrosa (Deus ex machina),
impone o restaura el orden o la justicia. En el mito judeocristiano de la
creación, Dios crea el mundo de la nada con su sola palabra (“Y dijo Dios:
Hágase”). En el mito del éxodo hebreo, Moisés libera a su pueblo de la
esclavitud en Egipto hacia la tierra prometida obligando a Faraón a ceder con
las diez plagas. En el mito, al dios o héroe se le contrapone el mal, o el
villano que lo encarna, y con el que se enfrenta y al cual vence: el caos, la
nada, faraón, Goliat… El cristianismo primitivo también se basa en esta
estructura mitológica, concretada como un mito
mesiánico. El mal o injusticia inicial es la dominación romana del pueblo
judío. El orden esperado es el reino de Dios: la independencia judía y la
instauración de la teocracia. El héroe es el mesías prometido por los profetas
si los judíos se arrepienten, ya que la dominación romana es la consecuencia
divina por haberse apartado de la ley de Dios. La forma en la que el héroe
conseguirá el reino de Dios es la sublevación armada contra Roma, asistido por
legiones de ángeles de Dios que vendrán en su ayuda. Es el arrepentimiento de
los pecados y la creencia ciega en que Dios cumplirá su promesa lo que mueve la
fe de los primeros cristianos, pese a que creer que algo así ocurriría era
cualquier cosa menos evidente[6].
El esquema
mítico básico de Podemos es el
mal personificado en la casta (los de arriba) que genera la injusticia de la
crisis económica, el paro, los desahucios y la pobreza de la ciudadanía (los de
abajo). Destaca el maniqueísmo y la
inconcreción de la terminología, esta vez sí que deliberadamente buscada:
la casta (los de arriba) versus los
ciudadanos (los de abajo).
Es un esquema binario y de tercio excluido donde solo
hay esas dos opciones, y entre las que hay que elegir necesariamente. En
palabras del propio Jesús de Nazaret: “El que no es conmigo, contra mí es; y el
que conmigo no recoge, desparrama” (Lucas 11, 23). Un esquema que conlleva que,
para los seguidores de Podemos, cualquier crítica al partido o al líder se
interpreta como procedente de alguien de la casta o aliado suyo ya que no caben
más opciones.
En realidad, no está claro qué es exactamente la
casta ni los ciudadanos. No son términos científicos (en el sentido de las
ciencias sociales): “casta” es un término concreto para designar una forma de
estratificación social muy rígida y por nacimiento típica de la India, y “ciudadanos” son
los sujetos con plenos derechos políticos, principalmente el de sufragio. En
ese sentido, en España no hay castas y los banqueros y políticos son
ciudadanos. Evidentemente, se trata de metáforas. El problema es que las
metáforas pueden ser iluminadoras, o pueden ser oscurantistas: pueden aclarar
algo más complejo o confundir más todavía algo de por sí complicado, como es el
caso aquí. Lejos de ser términos científicos para analizar la realidad
socio-política son, en realidad, términos con una carga emocional para mover
precisamente los sentimientos y no la razón. Su ambigüedad busca precisamente
eso: que todo el mundo pueda identificarse como ciudadano y despreciar a la
casta. De hecho, ¿cómo se puede saber quién pertenece a cada grupo? No hay
forma objetiva de hacerlo, depende de la intuición o el sentimiento de cada
uno. ¿El Lute, el Vaquilla o el Solitario, por ejemplo, son de abajo o son
casta? En este sentido son términos muy distintos de los de otras
terminologías, como la marxista, donde “capitalista” o “proletario” son
términos definidos y operativos por eso mismo: capitalista y obrero se definen
en función del lugar objetivo en el modo de producción que determina esas
relaciones de producción. No son términos morales sino científicos[7]. De
hecho, el papel del proletariado como sujeto revolucionario en la teoría
marxista no se debe a la injusticia
de su explotación, ya que hay otros grupos peor todavía (los lúmpenes o el
campesinado, por ejemplo), sino a que su papel objetivo en el modo de
producción es el que lo sitúa en el mejor sitio para liderar la revolución
inevitable por las propias contradicciones del capitalismo. Por el contrario,
casta vs. ciudadanos es una metáfora
de buenos y malos, moralizante, similar a otras contraposiciones religiosas
como santos vs. pecadores o la Ciudad de Dios vs. Babilonia, propia de un cuento o
mito que, en un momento dado, puede servir para movilizar, pero que como
terminología para el análisis socio-político es inservible.
Pero, precisamente porque es científicamente
inservible, es perfecta para la narrativa y el mito, por esa emotividad y poder
de movilización que tiene, y porque su ambigüedad sirve para no decir nada
aparentando decir algo muy profundo, o para poder decir dos cosas
contradictorias al mismo tiempo. Ventaja que es habitualmente empleada en el
ámbito de la pseudociencia, la videncia y otras mancias. El propio Jesús nos da
muchos ejemplos en los evangelios: “Entonces los fariseos fueron a deliberar un
modo de enredarlo [a Jesús] con sus palabras. Le enviaron algunos discípulos
suyos acompañados de herodianos, que le dijeron: “(…) ¿Es lícito pagar tributo
al César o no?”. (…) Entonces les dijo: “dad al César lo que es del César y a
Dios lo que es de Dios” (Mateo 22,15-21). ¿Qué quiso decir? Pues que sí y que
no al mismo tiempo. De forma muy parecida a cuando Pablo Iglesias respondió
también que sí y que no a si
sacaría a España de la OTAN.
El héroe de este mito es Pablo Iglesias, sin duda. Un héroe que
liberará a los de abajo de la casta con sus poderes mágicos según el modelo de Deus ex machina, ya que ni siquiera
sabemos con qué programa político-económico piensa hacerlo. Se trata de un líder
carismático de por sí pero también prefabricado: joven, guapo, inteligente,
buen orador, aspecto moderno y novedoso (la coleta), y hasta con el nombre
apropiado que recuerda al padre del socialismo español. Comparado con sus “apóstoles”
Monedero o Errejón, salta a la vista que tiene mucha mejor imagen y presencia
que ellos: es más comercial. Y la prueba está en que previamente ya había
triunfado en los platós de televisión. La plataforma televisiva sirvió de
lanzadera del líder para su conocimiento general: si Pablo Iglesias no llega a
salir en esos programas, o si en lugar de Iglesias hubiera sido Errejón o
Monedero quienes hubieran estado allí y luego al frente de Podemos, el
resultado no habría sido el mismo. Como en cualquier movimiento religioso, el
líder carismático es fundamental, y no cualquiera puede serlo.
El papel del líder es el de portavoz de los buenos de
la película, esto es, de los de abajo o ciudadanos. En este sentido, el líder
solo es un portavoz y el partido un instrumento de la ciudadanía, pero es la
ciudadanía quien manda (el “empoderamiento” que dicen en Podemos). La imagen
también es religiosa, como cuando Jesús lavó los pies a sus apóstoles (Juan 13)
o como cuando les dijo “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de
todos y el servidor de todos” (Marcos 9, 35). Así, Podemos no se concibe como
un partido al uso que gobierna o dirige, sino como un mero instrumento de la
ciudadanía, y por eso también los militantes de Podemos se conciben a sí mismos
como ciudadanos y no militantes, y acusan a los militantes de los demás partidos
de ser políticos (¿casta?). En realidad, subyace el modelo del líder y el clero
como meros intermediarios o intérpretes de la palabra de Dios (en este caso, de
la ciudadanía): la ciudadanía es Dios y su palabra es sagrada. Podemos y su
líder solo la expresan o interpretan: es lo que llaman la “hegemonía del
sentido común”. Lo que ellos dicen es de sentido común, evidente: quien no lo
comparte es idiota, no tiene sentido común[8]. En la
realidad no es así: bajo la apariencia de asamblearismo y participación en
Podemos lo que realmente hay es un proceso dirigido de arriba abajo y que se
está desarrollando a la perfección de acuerdo a un guión previsto y calculado. Y,
si no, que se lo digan a Echenique por haberse salido de ese guión.
El mesianismo
es un fenómeno que aparece en contextos apocalípticos, cuando una situación de
injusticia o calamidad se interpreta como la consecuencia de causas
religioso-morales y previas a un fin de los tiempos. Es el pecado, la
relajación de las costumbres, o la idolatría, lo que provoca esa calamidad.
Pero Dios, en su misericordia, da la oportunidad del arrepentimiento mediante
sus profetas antes de la llegada del mesías que salvará a los arrepentidos pero
castigará sin piedad a los obstinados. El arrepentimiento implica una conversión
o renacer absoluto que marque un antes y un después. En el caso de Podemos, la
actual situación política y económica es también apocalíptica. La crisis
económica ha producido una situación de desempleo, desahucios y pobreza que
sufre la inmensa mayoría de la población, al tiempo que banqueros y políticos
corruptos de todos los partidos campan a sus anchas. La indignación contra esta
situación ha sido el caldo de cultivo del mesianismo de Podemos. Pablo Iglesias
y los suyos han sabido ponerle nombre a todo esto y situarlo en ese marco
binario y maniqueo: los de arriba o casta y los de abajo. El pecado de la casta
ha sido la corrupción política y el secuestro de las instituciones que
realmente pertenecen a la ciudadanía: diciendo representar a los de abajo se
han colocado arriba y se han aprovechado de ellos. Aquí la imagen religiosa es
el episodio de Jesús en el templo expulsando a los cambistas a latigazos: “Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los
vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de
sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a
todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de
los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: Saquen
esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” (Juan 2,
13-16).
Continuando con la escena de Jesús en el templo,
leemos justo después. “Entonces los judíos le
preguntaron: ¿Qué signo nos das para obrar así? Jesús
les respondió: Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”
(Juan 2, 18-19). De forma similar, Podemos propone también una ruptura radical
con lo que llaman el “régimen del 78”
y un comenzar de nuevo. Su solución pasa por la regeneración política y empezar
desde cero, renacer, abandonar todo lo antiguo y comenzar un nuevo mundo
construido desde abajo y por los de abajo, dirigidos por el líder-mesías. Eso
supone desconectar totalmente con lo anterior. Aquí aparece otro elemento típicamente
religioso: el pensamiento mágico de
la pureza y la magia por contagio. En la religión hay una obsesión por la
pureza, de ahí los rituales de purificación de tantas religiones (el propio
bautismo es uno de ellos). La magia por contacto es la creencia en que
cualquier cosa en contacto con otra impura se contamina de esa impureza. Lo
impuro debe ser exterminado totalmente. Eso explicaría todos los esfuerzos de
Podemos por presentarse y mantenerse de modo inmaculado. Precisamente así
justificó Podemos no presentarse a las elecciones municipales: para no
contaminarse con “paracaidistas” que quisieran aprovecharse del prestigio de
Podemos para medrar. Pureza que implica no solo no estar inmersos en ningún
caso de corrupción, sino estar separados y lejos de cualquier elemento
contaminado, aunque sea mínimamente, como serían todos los demás partidos,
incluida IU. El prestigio de Podemos está en su novedad y carácter inmaculado:
cualquier vínculo con algo anterior debe ser cortado y eliminado de raíz. Por
eso en Podemos reniegan de sus orígenes en IU e IA o de sus contactos con
movimientos de izquierdas latinoamericanos, pues eso haría que ya no fueran tan
novedosos sino más bien continuadores o sucesores de algo ya inventado. En la
mitología de Podemos, este partido surgió de la nada absoluta, fue una creación
ciudadana sin orígenes, totalmente espontánea. La pureza implica ninguna
relación con lo anterior. Por eso han tenido que crear un partido nuevo y hasta
un sindicato nuevo (Somos).
No podían haber intentado utilizar algo ya existente para reformarlo o
regenerarlo, debían empezar de cero para mantener la pureza: el adanismo.
Ese adanismo y el purismo de Podemos obliga a usar
incluso un lenguaje nuevo que no remita al antiguo, para borrar cualquier resto
del pasado y reforzar esa sensación de novedad absoluta. Por eso Podemos
reniega del eje izquierda-derecha o de identificarse con la República. “Izquierda”,
“derecha”, “clases sociales”, “lucha de clases”, “capitalistas”,
“trabajadores”, “república”…, todo ese lenguaje es viejo y está contaminado. El
nuevo lenguaje es el de la “casta”, “ciudadanos”, “empoderamiento”, “hegemonía
del sentido común”, el eje arriba-abajo.
Siendo así las cosas, IU es un lastre para Podemos. IU
es izquierda, comunismo, ecologismo, República… pero todo eso es viejo, suena a
lo de antes, a lo mismo de siempre, a lo que nunca ha pasado del 11% en unas
elecciones generales. Por eso Podemos tiene que distanciarse de IU. Tiene que
decir que está más allá de la izquierda y la derecha, y no implicarse en esas
cuestiones (por eso, por ejemplo, no quiso convocar en la manifestación
unitaria por la IIIª
República en junio de 2014 junto con IU). Podemos puede reconocer a Julio
Anguita como su profeta. Anguita es alguien sumamente respetado, no solo en la
izquierda sino también en la derecha. Gentes de toda ideología le reconocen y
admiran como un grande. Es un buen padrino. Para convertirlo en profeta hay que
decir que él profetizó lo que luego sería Podemos, y que, como a todo profeta,
en su tierra no le hicieron caso, esto es, en IU, y por eso Podemos recoge su
testigo y sí que lo hace. IU queda así como los fariseos del mensaje auténtico
de Julio Anguita.
Un líder mesiánico no se alía con nadie, porque
entonces no es un mesías: el mesías puede hacer las cosas él solo porque para
eso es puro y además el elegido de Dios. No solo no necesita a los demás sino
que le estorban. Podemos no busca la convergencia con otros partidos porque
cree que no la necesita y que le contaminaría hacerlo. Al contrario de IU, que
constantemente busca la alianza programática con otros partidos de izquierda,
Podemos quiere ir solo, sin aliados, con sus propias fuerzas, crecidos en la fe
ciega de que podrán hacerlo: su propio nombre, tomado del “Yes, we can” de Obama, se lo recuerda y confirma constantemente:
“Podemos”. Y así, de paso, no tienen que compartir poder ni dialogar ni
negociar nada con nadie. Es el mismo mecanismo que han utilizado para
configurar su grupo dirigente, sin pluralismo interno: quien gana se queda con
el 100%. Por todo lo anterior, era más que previsible que Podemos
rechazara la convergencia con IU y concurra en solitario a las próximas
elecciones.
El cristianismo primitivo acabó mal. Si Judas era un
zelota pudo ser que pensara que la mejor forma de lograr sus objetivos era con
un líder que prometía como Jesús. Sin embargo, pudo sentirse decepcionado o
traicionado después y por eso le vendió. Queda por ver qué hará Izquierda Anticapitalista si, en la
analogía que hemos hecho, se corresponde con los zelotas. IA lo ha abandonado todo por Podemos en su
estrategia de “Operación
Coleta”. Dejó de lado su
nombre, no se presentó a las elecciones, puso toda su infraestructura y
militancia a favor de Podemos y hasta metió un voto en la urna con la cara de
un líder (lo que en cualquier otro contexto hubieran denunciado como culto a la
personalidad y estalinismo). Ocultó toda referencia a ella misma y su
ideología: desapareció en Podemos ninguna referencia a la izquierda, a la
revolución, a la lucha de clases, a la clase obrera, al marxismo, al
capitalismo, y aceptó el nuevo lenguaje de la ciudadanía, los de abajo, la
casta. Dejó de lado las bases, el asamblearismo, la dirección colectiva, y
asumió el liderazgo fuerte y entrar en el juego de la personificación de la
política en un líder y hacer la política en los platós de televisión en vez en
las fábricas o las minas. Pero merecía la pena. Según ellos, todo eso era
necesario para lograr el objetivo último: la revolución y el socialismo. Decirlo
así de claro como antes era contraproducente, asustaba a los electores,
constituía un techo de cristal que impedía dejar de ser un grupúsculo y pasar a
ser partido de masas. Era necesario ese cambio de imagen y de lenguaje para
llegar a la mayoría social, para ganar su apoyo y, una vez en el poder,
quitarse la careta y expropiar a los capitalistas, nacionalizar los medios de
producción y construir el socialismo por el que Trotsky dio su vida. Sin
embargo, Pablo Iglesias les lanzó un órdago: con más de un millón de votos y
cinco eurodiputados les dijo que ya no valía la doble militancia en la
dirección de Podemos: que debían elegir entre seguir siendo militantes de IA,
pero renunciar a puestos en la dirección, o abandonar IA y poder estar a su
lado. Aún así, IA aceptó y renunció a optar a la dirección. Ahora es cuestión
de ver si eso terminará en la plena integración de IA en Podemos y la
desaparición de IA, o la salida de IA de Podemos, o la fractura de IA en dos:
una integrada en Podemos y otra fuera reclamándose la “auténtica” IA anterior a
Podemos.
El final de esta historia está por ver, pero se sabrá
dentro de un año en las próximas elecciones generales. Sea como sea, y pase lo
que pase, sin esta perspectiva religiosa será difícil de comprender.
2ª
parte: Podemos
en clave religiosa (II).
Andrés
Carmona Campo. Licenciado en
Filosofía y Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un
Instituto de Enseñanza Secundaria.
[1] Realmente tiene más “inscritos”,
que no es lo mismo que el concepto de “militante” de los partidos y que son los
que pagan cuota al partido: en Podemos no hay cuotas y cualquiera puede
inscribirse a través de internet. No obstante, en este texto, identificaremos
ambos conceptos en el de “militante”, y dejaremos el de “simpatizante” para
quien se identifica con un partido pero no paga cuota ni está inscrito.
[2] En realidad sí que hubo
críticas, pero fueron más externas que internas: en el interior de Podemos
se asumió mayoritariamente y se justificó con total convicción hacia el
exterior como algo necesario en ese contexto electoral.
[3] Pasa como con la nota
anterior: en realidad sí
hubo críticas por estos procedimientos poco democráticos y poco
pluralistas, pero finalmente la militancia lo asumió y lo defiende como algo
necesario en la coyuntura de un partido que es nuevo, el contexto, etc.
[4] En muchas ocasiones, los
líderes de Podemos han insistido en que Podemos es un partido fuera del eje
izquierda-derecha aunque muchos de ellos sean, en lo personal, de izquierdas.
Respecto a la forma de Estado, Podemos nunca se ha identificado con la República ni exhibe sus
símbolos en sus actos (es más, los
retira si aparecen), tan solo se pronuncia a favor de decidir entre
monarquía o república en referéndum, sin apostar por ninguna de las opciones,
si bien, de nuevo en lo personal, muchos de sus militantes se consideran
republicanos.
[5] La militancia de Podemos
no considera a Podemos un partido aunque formalmente lo sea y así se haya
constituido como tal. Para ellos es una estructura necesaria que hay que tomar
pero para hacer algo distinto a los demás partidos: son un partido que no es un
partido. De hecho, este partido no tiene militantes sino inscritos. Lo que
entra en la lógica de ser algo totalmente distinto de todo lo anterior, que
comentaremos más adelante.
[6] Este resumen del
cristianismo primitivo está basado en la obra de Gonzalo Puente Ojea y en su
distinción del Jesús histórico (líder guerrillero-mesiánico) y el Cristo de la
fe posteriormente reinventado y mitificado sobre aquel, principalmente por
Pablo de Tarso.
[7] No queremos decir que el
marxismo sea una ciencia en el sentido actual de la palabra, pero sí reconocer
que, por lo menos en su intención, el marxismo procura ser una ciencia, en el
sentido en el que Engels contraponía el socialismo científico al utópico.
[8] Lo que no deja de ser una falacia ad populum.
Lo he leído en el blog de un moro y, en cierto sentido, coincide por lo expuesto por Vd.:
ResponderEliminarAtisbo que, en la Españeta, los medios de bobalización dan protagonismo a unas fuerzas, antes desconocidas para mí, que parecen apuntar a un supuesto fin del bipartidismo reinante desque se fraguó el timo constitucional de 1978.
Me han llamado la atención, especialmente, las tres que relaciono a continuación:
los misteriosos y calentones Romanones
el pequeño Nicolás
Podemos
No sé si vuesas mercedes habrán reparado en ello, pero yo, quizá por mi pasado musulmán adiestrado en observar a la competencia -vil por definición-, he visto enseguida un nexo de unión entre ellas:
los Romanones han trabajado y actuado siempre en iglesias, el segundo apellido de Nicolás es Iglesias y el líder de Podemos se llama Pablo Iglesias.
Campanas al vuelo, que esto significa algo. Si aplicamos el principio de parsimonia la conclusión es obvia: marchan unidos para hacerse con el poder absoluto con sumisión de los demás poderes, o sea los financieros, y su técnica ha sido impecable: unos, presuntamente, han adoctrinado y humillado a parte de la juventud y han acaparado herencias de viejas ricas, táctica eclesiástica secular; otro se ha hecho dueño de las tertulias y demás telebasuras con historias que enganchan hasta a productores de cine, y los otros se han hecho los héroes de los indignados sin futuro, es decir, que el trío ha ganado todos los nichos de mercado electoral, o sea: ¡¡la revolución total!!
De ahí que lo que digan las encuestas, verdadero diluvio en estas fechas, es irrelevante porque ¿qué nacionalcatólico va a ningunear a los Romanones? ¿Qué lector de las memorias de Mario Conde dejará de votar al nano Nicolás? ¿Y qué indignado dejará de confiar en Podemos?
Es un triángulo equilátero que rodea a todo quisque. Y no se olvide que un triángulo así es la mitad de la estrella de David, de modo que estamos ante un cotubernio, una conspiración judeoeclesiástica que ni la OTAN podrá vencer.
Y como coletilla, os lanzo un reto: ¿a quiénes votaréis? Tomadlo como una encuesta, pero decidlo tras pensarlo. Y después, a misa, que entonces todo será domingo.
http://es.wikipedia.org/wiki/Libro_de_Daniel
ResponderEliminarEs un relato muy entretenido el que escribe usted. Pero no sustituye a un estudio sociológico.
ResponderEliminarMe parece un artículo tendencioso con argumentaciones vanas. Usted está tratando al votante de Podemos como un fanático que no se ha leído el programa y ha votado iluminado por la luz de Iglesias (solo el apellido tiene que ver con la religión). Usted no ha entendido la estrategia de comunicación de Podemos y su acercamiento al elector y se saca una teoría intragable de mesianismo. Muchos ya sabemos de qué va esto y no nos tragamos cualquier cosa y somos críticos con el partido al que votamos. Un poco más de rigor no le vendría mal y no intente acomodar su teoría a un partido que tiene mucho recorrido y que producirá,sin duda, decepciones y alegrías.
ResponderEliminarParece conocer bien los relatos evangélicos, ahora le animo a tener ese encuentro personal con Jesús, el Mesías judío, y después vuelva a reescribir este artículo.
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ResponderEliminarBrillante análisis, Andrés, y acertado, aunque el carácter sectario de Podemos yo lo veo en cualquier otra formación política, y si me apuras, en cualquier colectivo. El pensamiento único y el pensamiento mágico no son exclusivos de las religiones, ni de Podemos.
ResponderEliminarCreo que subestimas el papel jugado por la televisión en todo esto, a juzgar por la escueta alusión que haces. La televisión, con toda su iconografía (coletas, pañuelos de bucaneros, melenas mesiánicas, etc.) y con toda su pobreza intelectual (perdón por lo de "intelectual"), es un medio perfecto para conectar con el pueblo.
En cuanto el futuro, me atrevo a augurar una disolución de IA dentro de Podemos, y, si éste llegara a tocar poder, el aburguesamiento de una y otro. Es que todo esto lo vimos ya en la asignatura de Historia. Es tan previsible...
Estoy de acuerdo en que el lenguaje de Podemos así como toda su estrategia de comunicación están pensados hasta el último detalle. Dicen que Errejón es el mayor artífice, todo un maestro. También coincido con José y Haliberto en que usted da demasiado importancia a la figura del mesías Iglesias, en un partido que tiene por dogma fijar sus directrices a través de las bases asamblearias o círculos. Cierto es que resulta un poco paradójico el hecho de que se hayan elegido listas cerradas para la elección de sus consejos ciudadanos. Sin duda, crea ostracismo en una parte de sus bases, muchas de las cuales ya han mostrado su desencanto al decir que con dicha actitud se genera una "casta" que el propio ideario del partido (y sí, ya son un partido, mal que les pese) desprecia, pero, al mismo tiempo, con ello supongo que se pretende conseguir un "equipo directivo" fuerte, homogéneo y sin fisuras de cara a la sociedad, donde el lenguaje, una vez más, está por encima de las ideas y de las propuestas. Pero Podemos llega en el momento adecuado, cuando los índices de corrupción son más altos (o debería decir conocidos) que nunca, y sus principales adversarios se lo han puesto demasiado fácil para generar ilusión. Y ya sabemos que de ilusión también se vive. Se están currando su oportunidad, y yo creo que se la van a ganar. Luego ya veremos si acaban siendo nuevos burgueses, como dice Jose.
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios, tanto a favor como en contra, como matizando. Debido a ellos y a otros en otros sitios, he decidido escribir una segunda parte para aclarar y profundizar en algunos puntos a este.
ResponderEliminarhttp://www.filosofiaenlared.com/2014/12/podemos-en-clave-religiosa-ii-andres.html
Feliz año nuevo.
Vaya usted a un Círculo de Podemos y verá la gran variedad de personas con historias diferentes unos y otros. En los ámbitos en los que yo me muevo predominan los laicos. Nada de conversos que reniegan de su pasado, mucho de gente harta con el capitalismo salvaje y el neoliberalismo turnista que nos ha traido hasta aquí. Mucho más racional que los sectarios que se aferran a los catecismos conocidos.
ResponderEliminarhasta donde he leido, la mitad del primer articulo, me ha dado la impresion que es una buena colección de analogías, muchas de ellas forzadas para que se vinculen a su hipótesis,
ResponderEliminarLa religión es expresión de fe pero la fe no solamente está vinculada a la religion (ver Giddens sobre los expertos, Benjamin sobre el capitalismo, tú mismo sobre el valor monetario de los billetes, etc)... la vida sin un componente aunque sea pequeño de fe no sería posible
este señor ve como determinación de la religión la trilogia: caos, dios, orden. la secuencia es falsa porque en qué momento terminaria el caos? el caos solamente es una expresion del orden porque éste no termina nunca debido a la constante transformación de las cosas.... y la transformación supone desorden o nuevo orden con transición
en fin... veré si termino de leerlo