Darwin, Peter Singer, la moral y Dios (Gabriel Andrade)

  En el 2009, el bicentenario de Darwin, publiqué un libro, El darwinismo y la religión. El libro defiende la teoría de la evolución, pero a la vez, señala las enormes dificultades que hay para conciliarla con las creencias religiosas. Yo anticipaba que los lectores religiosos serían quienes más objetaran las tesis del libro.
            Pero, insólitamente, la mayor crítica vino de gente de izquierda. Me acusaban a mí, simpatizante de Darwin, de promover el darwinismo social. Darwin, decían esos críticos, fue el responsable de promover una visión del mundo en la cual los fuertes dominan a los débiles, abría paso al capitalismo más feroz, etc.

            En el libro, yo anticipé algunas de estas críticas, y traté de aclarar que el verdadero promotor del llamado “darwinismo social” no fue Darwin, sino su contemporáneo Hebert Spencer. Y, también intenté aclarar que, con el conocimiento que tenemos de la teoría de la evolución, podemos admitir que, en la conducta humana, hay mucho espacio para el altruismo.
            Un famoso filósofo, Peter Singer, defendió esta postura en un pequeño pero influyente libro, Una izquierda darwiniana. Ante el fracaso de los regímenes comunistas en el siglo XX, Singer se plantea rescatar los ideales altruistas de la izquierda, pero de un modo más realista. En vez de aspirar megalómanamente al “hombre nuevo” que propuso el Che Guevara, los izquierdistas deberían reconocer los límites de la naturaleza humana, y a partir de eso, tratar de construir iniciativas y estímulos para alcanzar un mundo mejor. Darwin, nos recuerda Singer, es quien mejor nos ofrece un retrato de esa naturaleza humana.
            Así pues, los humanos somos, en efecto, egoístas. Pero, como bien han señalado los darwinistas, en función de ese egoísmo, los humanos también podemos exhibir conductas altruistas. Al buscar ventajas reproductivas, comprendemos que, al cooperar con los demás, también nosotros salimos beneficiados. Y, en ese sentido, Singer postula que la izquierda debería propiciar situaciones en las que el interés colectivo coincida con el interés individual. El conocimiento de las teorías de Darwin facilitaría mucho más esta labor.
            Las posturas de Singer me parecen razonables, pero sólo hasta cierto punto. En efecto, a partir de nuestra naturaleza humana podemos ser altruistas. Pero, queda mucho en nuestra naturaleza que contradicen los postulados éticos que el mismo Singer se ha encargado de promover en sus libros.
Por ejemplo, Singer continuamente ha dicho que tenemos la obligación ética de extender nuestras obras de caridad a gente que está más allá de nuestro entorno familiar o de amigos. Él es un entusiasta promotor de la ayuda humanitaria a gente en lejanos países. Esto es muy ajeno a la naturaleza humana. Ciertamente, nosotros tenemos genes que codifican el altruismo, pero dirigido a aquellos que comparten una alta proporción de nuestros genes (es decir, nuestros parientes), o a aquellos que están lo suficientemente próximos a nosotros, y de quienes podemos tener expectativa que el altruismo será recíproco. No está en nuestros genes buscar ayudar a un niñito hambriento en África, pues él, ni es nuestro pariente, ni vendrá a socorrernos en caso de que lo necesitemos.
Frente a esto, Singer advierte enfáticamente en su libro que debemos evitar la llamada “falacia naturalista”. Darwin se encargó de describir el mundo, pero no de prescribirlo. Y así, aun si Singer invita a emplear las teorías de Darwin para comprender cómo es la naturaleza humana, insiste en que no debemos emplearlas para prescribir cómo debe ser la acción humana. El deber ser no viene de la ciencia, dice Singer, sino de la ética.
Y es en este punto, donde yo siempre he tenido alguna dificultad. Según esta postura de Singer, ni Darwin, ni ningún científico, puede decirnos cómo debe ser  nuestra conducta. Pero entonces, si la ciencia no es suficiente, ¿de dónde viene la ética? Si queremos evitar la falacia naturalista, no sería suficiente con decir que la ética viene de la evolución. Pues, si bien la evolución nos ha hecho altruistas en algunas circunstancias, también ha promovido una naturaleza que es claramente contraria a los dictámenes morales. Tiene que haber algo más. Singer se plantea esta cuestión, pero sorprendentemente la despacha rápidamente. Él dice que no es importante plantearse esa cuestión, porque le parece demasiado obvio que debemos hacer el bien.

A mí no me convence ese argumento. Singer, que ha hecho su carrera filosófica planteando posturas chocantes porque van en contra de muchas intuiciones morales, ahora recurre a una intuición básica para decir que, sencillamente, tenemos la obligación de hacer el bien, y ya está (no hay que complicarse demasiado buscando el origen de esa obligación). A mí esto me parece inconsistente. Yo sí creo que queda por responder esa gran interrogante, ¿de dónde viene la ética?
Si la ciencia no es suficiente para explicar esos orígenes, entonces, ¿cuál alternativa tenemos? Para mucha gente, la respuesta tradicional ha sido Dios. La existencia de Dios explicaría por qué, aun si no está en nuestros genes, debemos hacer esto o aquello. Y, a partir de la existencia de valores morales objetivos, algunos filósofos han querido demostrar la existencia de Dios. En mi libro, yo sometí a crítica esta postura. Pues, en efecto, el llamado “argumento moral” para la existencia de Dios, presenta varios problemas.

Pero, desde que escribí ese libro en el 2009, he sentido bastante inseguridad en ese punto. Muchos argumentos a favor de la existencia de Dios son notoriamente deficientes. Pero, yo tengo dificultad en refutar satisfactoriamente el argumento moral. Pues, una visión enteramente materialista del mundo, me temo, no es suficiente para explicar el origen de la ética. No pretendo llegar a la máxima dostoyevskiana de “si Dios no existe, todo está permitido”. Pero, reconozco que las teorías de Darwin no son suficientes para explicar por qué debo hacer esto o aquello. Hace falta algo más. ¿Qué es ese añadido? No lo sé, aún lo busco.

Comentarios

  1. No existe la ética (es decir, las verdades morales). Lo que existe es una cierta tendencia psicológica de ciertos bichos a experimentar cierto tipo de motivaciones. No hay ninguna razón por la que esa tendencia no pueda ser producto de la evolución, aunque en algunos de sus aspectos más relevantes sea una exaptación.

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    1. Tu postura, según la entiendo, es prácticamente el nihilismo moral. Es bastante minoritaria entre filósofos; ni siquiera Singer la admite, él sí cree que existen verdades morales. Y, creo que es minoritaria, por buenas razones. Yo la encuentro insostenible.
      Si no hay verdades morales, ¿en qué te puedes basar para censurar, supongamos, la violación a una mujer? La evolución hizo que muchos hombres tuvieran motivación a violar. Tenemos genes de violadores. Con todo, es inaceptable. ¿En qué te basarías para censurar la violación? Obviamente, no puedes acudir a la propia evolución.

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  2. Tal como entiendo yo el nihilismo, mi postura no es nihilista. Tengo, seguramente, las mismas preferencias morales que tú en general, me parecen mal más o menos las mismas cosas que a ti. Lo que estoy defendiendo no es una determinada MORAL (qué juicios morales admitimos tú y yo), sino una determinada METAÉTICA (cuál es la interpretación filosófica más razonable de esos juicios). La violación me parece exactamente igual de mal que a ti, experimento el mismo rechazo; en lo que se distinguen nuestras opiniones es en que yo no creo que se pueda hacer una especie de demostración objetiva (como la de un teorema matemático o la de una ley experimental en la física) de que tenemos razón al emitir el juicio con el que expresamos dicho rechazo. A quien comparta algunos de nuestros juicios o preferencias morales quizá le podamos convencer de que la violación está mal; a quien no los comparta, no podremos convencerle por muchos argumentos que le demos. Así que en lo que me baso para censurar una determinada acción es en que esa censura se sigue de algunos principios morales hacia los cuales, tal como funciona mi cerebro, experimento la tendencia a aceptarlos, y sólo tiene sentido formular esa censura en el marco de un argumento si la otra persona también experimenta esa tendencia.
    Por cierto, no sé tú, pero yo prefiero vivir en una sociedad en la que la gente tenga preferencias morales muy semejantes a las mías, aunque no esté de acuerdo conmigo en cuestiones de metaética, que vivir en una sociedad en la que la gente comparta mis opiniones metaéticas pero tenga preferencias morales radicalmente distintas a las mías. O sea, prefiero vivir con gente que rechaza el asesinato (p.ej.) aunque lo haga en base a teorías que a mí me parecen carentes de fundamento, que vivir con gente a la que le parece bien el asesinato pero esté de acuerdo conmigo en que no existen hechos morales y que las preferencias morales son puramente tendencias subjetivas.

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    1. El problema que yo veo en tu postura, es que entonces no tienes ninguna base para tratar de convencer a alguien de que no viole. Tú sencillamente dirías "No me gusta la violación", y el violador diría, "Pero a mí sí me gusta".

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  3. En fin, que me parece que hemos pasado de la falacia "si dios no existe, todo está permitido" a la falacia "si los derechos humanos no pueden ser demostrados objetivamente, entonces todo está permitido"

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  4. Yo no diría que lo segundo es una falacia.

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  5. Gabriel: mi postura es que NADIE tiene tal "base" para convencer a nadie. Si da la feliz coincidencia de que ambos partís ya de algunos juicios morales de los que se pueda deducir ése sobre el que quieres convencerle, pues le convencerás. Si no tienes esa suerte, pues no le convencerás. No creo, por ejemplo, que por muchos argumentos que pudieses aducir, lograras convencer a Julio César de que la esclavitud es moralmente condenable. Las ideas morales van cambiando más por el desarrollo de nuevas formas de vida que por argumentos filosóficos (que más bien suelen venir después, como justificaciones post hoc). Por supuesto, hay precursores en todo, pero no terminan venciendo por el poder lógico de sus argumentos, sino porque tienen la suerte de que la sociedad evoluciona en la dirección en que ellos han soñado.
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    Por otro lado, si fuera tan cierto lo de que los juicios morales son verdades objetivas, tendríamos que ver por ahí demostraciones de esos juicios fuera de toda duda, ni un miligramo menos contundentes desde el punto de vista epistémico que la demostración lógica de un teorema matemático o que la demostración experimental de una ley física. Pero sabes tan bien como yo que esas demostraciones simplemente no existen: todos los argumentos de filosofía moral están sujetos a contraargumentos. Así que, como mucho, lo de "tener base para convencer" a la gente no deja de ser un sueño: de momento, ni tú ni nadie la tiene.

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    1. Sigo viendo problemática tu postura. Sin la posibilidad de convencer a nadie con algún argumento moral, entonces no veo ninguna razón para el castigo. El juez condena al violador a la cárcel. El violador pregunta, "señor juez, ¿por qué me condena?". El juez responde: "¡Porque sí! No tengo ninguna explicación, pues en estos asuntos no hay razones!".
      Del mismo modo, llega mi hija, y me pregunta si debe o no debe entrar a robar en El Corte Inglés. Y, le respondo: "Hija, jamás podré convencerte de alguna postura moral".
      No me convence nada de esto.
      Cierto, no hay demostraciones de hechos morales, como sí las puede haber en matemáticas o lógica. Pero, muchos, muchísimos filósofos dirán que, con todo, hay hechos morales objetivos. G.E. Moore decía que están en la intuición. Ockham decía que estaban en Dios y sus mandatos. Sam Harris dice que están en los hechos de la ciencia. No hay acuerdo, es verdad, respecto a dónde buscar. Pero, al menos, todos estos filósofos están de acuerdo en que sí hay hechos morales.

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  6. https://www.youtube.com/watch?v=X6qkpPfqJNk

    (menos mal que los vídeos de youtube no se desgastan al enlazarlos mucho, porque los pocos que dejó Prot... digo Rorty, los tendría machacaítos).

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  7. Gracias por el enlace, Magüel. Lo comparto de arriba abajo.
    Gabriel: claro que es posible argumentar si se acepta mi posición; lo que pasa es que la argumentación sólo logrará convencer a otros de alguna CONCLUSIÓN si partimos de que aceptan ya las PREMISAS. Si no aceptan las premisas, pues entonces no hay forma de convencerles.
    El hecho que mencionas sobre que muchos filósofos creen que hay hechos morales objetivos pero todos critican las razones que los demás filósofos dan para aceptar unos hechos u otros creo que es una razón bastante poderosa para SOSPECHAR que esos hechos nadie los ha comprobado REALMENTE. Son tan sólo un deseo de que los haya, no una prueba de que los hay.

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  8. Mi respuesta quedaba tan larga que he escrito una entrada en el blog: gracias a todos por este debate tan inspirador:
    http://www.filosofiaenlared.com/2016/08/darwinismo-moral-y-juegos-respuesta.html

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