Mariló Montero y los toros (Andrés Carmona)



Propaganda animalista de PETA a favor del vegetarianismo
 19/09/2015.

             La presentadora de Televisión Española, Mariló Montero, ha vuelto a ser objeto de polémica a raíz de otras declaraciones suyas, esta vez acerca del Toro de la Vega. No es la primera vez, e incluso podría pensarse, hasta qué punto, no es provocado el hecho de que, cada cierto tiempo, esta presentadora y su programa estén en el twitter de todo el mundo. Independientemente de que algo así esté calculado, o no, para generar audiencia y dar publicidad viral al programa, el caso es que la presentadora ya ha protagonizado varios escándalos con sus afirmaciones. Uno de ellos fue cuando cuestionó los trasplantes de órganos preguntándose si, en el caso de los asesinos, no se estaría también trasplantando su alma junto con el órgano. Otra vez fue cuando avaló remedios pseudocientíficos contra el cáncer como el aroma de limón, lo que llevó a que se debatiera en el Congreso acerca de la publicidad de la información pseudocientífica a través de la televisión pública.


            En esta ocasión el tema controvertido ha sido el Toro de la Vega, evento que suscita, desde hace varios años, el conflicto entre sus partidarios y sus detractores. Mariló Montero ha salido en su defensa. Por mi parte, me parecen absolutamente reprobables sus declaraciones pseudocientíficas antes mencionadas, y en este asunto del Toro de la Vega estoy totalmente en contra. Tanto de esta tradición como de las corridas de toros, los toros embolados o cualquier otra forma de maltrato animal. Precisamente, dejé de comer carne por eso mismo hace ya bastantes años.

Sin embargo, en este punto, tengo que reconocer que Mariló Montero sí lleva algo de razón en sus críticas a los antitaurinos. Según la presentadora, el toro vive muy bien durante toda su vida y solo sufre en el momento de ser lanceado, añadiendo que otros animales como los pollos, los peces o los cerdos también sufren al ser sacrificados. En su debate con la presidenta del Partido Animalista llegó a preguntarle si ella era vegetariana. El argumento de reducción al absurdo de la posición antitaurina implicado viene a ser el siguiente:

Si el Toro de la Vega es reprobable por el sufrimiento del animal, comer carne también lo es, puesto que esos animales también sufren. Con lo cual, el antitaurino consecuente debería ser vegetariano. Dado que muchos antitaurinos no son vegetarianos, su argumento no se sostiene.

            El hecho es que Mariló Montero lleva razón. O puede llevarla, según cómo se mire. El quid de la cuestión está en determinar dónde está exactamente la maldad en el Toro de la Vega (o de las corridas de toros). Si la respuesta es que está en el sufrimiento del animal durante el lanceo (o al torearlo), debemos ser conscientes de que esa misma respuesta debe servir para cualquier otro tipo de sufrimiento animal parecido o peor. Es decir, el argumento concreto del Toro de la Vega debe generalizarse de esta forma: si una actividad humana (por ejemplo, el Toro de la Vega) provoca sufrimiento animal (del toro) innecesario, esa actividad es inmoral. Nótese que donde pone “Toro” de la Vega y “toro” puede sustituirse por “circos” y “leones, tigres y elefantes”, o por “producción cárnica” y “pollos, terneras, cerdos, etc.”. De ahí que Mariló preguntara, en su debate con la presidenta animalista, si ella era vegetariana.

Nótese que hemos dicho “sufrimiento animal innecesario”. Eso implica que el sufrimiento animal para la alimentación humana estaría justificado (aunque solo fuera por un principio moral de autoconservación). Pero estaría justificado si, y solo si, ese sufrimiento animal fuera inevitable y no hubiera alternativas, y solo en la medida en la que fuera necesario ese sufrimiento y no más. De la misma forma que está justificado el crimen famélico: robar para comer (pero solo para comer). E incluso el homicidio por autodefensa (pero sin ensañarse). Hay quien justifica así su oposición a las corridas de toros pero no a la carne. Sin embargo, ese argumento, que en su día pudo ser adecuado, no lo es hoy día en ningún sentido. Una dieta vegetariana (no digo estrictamente vegana ni de otro tipo más radical) es perfectamente sana y completa a efectos de todos los minerales, proteínas, etc., que necesitamos. El consumo de carne, repito hoy día (no en tiempos prehistóricos u otras épocas, que sería distinto dada la escasez, la falta de tecnología, etc.), no puede justificarse por la necesidad sino solamente por el sabor de la carne. Ni la carne es necesaria para vivir saludablemente ahora mismo, ni la forma de producirla (con todo el sufrimiento que ocasiona a los animales) es inevitable (se podría criar a los animales de otras formas menos dolorosas para ellas, aunque más caras para los consumidores: por ejemplo, criando a las gallinas en corrales en vez de hacinadas en jaulas).

De otra forma: quien come carne lo hace porque valora más ese sabor que el sufrimiento animal que es necesario para producirla. No lo hace porque lo necesite para vivir, podría vivir perfectamente con otra dieta vegetariana sin un excesivo esfuerzo. Si no lo hace, es porque prefiere seguir saboreando la carne a pesar de ese sufrimiento animal, de la misma forma que el taurino valora más su experiencia estética, la tradición, etc., del toreo que el sufrimiento de ese toro. A mi modo de ver, el sufrimiento de los animales debería pesar mucho más en el cálculo moral que cualquiera de las dos preferencias (el sabor de la carne y el arte del toreo), pero lo importante es señalar la inmoralidad de las dos preferencias, y no una sí y otra no (como hace, incoherentemente, el antitaurino que come carne, ya que se escandaliza por una cosa pero no por la otra).

Dicho más formalmente: si la actividad X produce el sufrimiento innecesario del animal Z, X es inmoral. Si alguien rechaza el Toro de la Vega porque sufre innecesariamente, debe rechazar igualmente los circos o el consumo de carne. Incluso con más fuerza todavía. Los animales en un circo o en las granjas cárnicas sufren todos los días de su vida, desde que nacen o los cazan (y no solo cuando mueren, como dice Mariló Montero). Pensemos en animales como cerdos o vacas, que viven todos los días estabulados en cubículos tan estrechos que no pueden ni girarse, estando siempre en la misma postura. El motivo es que su carne no se endurezca y luego los filetes estén tiernos. Esta forma de vida supone un sufrimiento diario y constante a esos animales, por no hablar de otras formas de dolor que experimentan. O las gallinas encerradas en las jaulas hacinadas, o las vacas a las que destrozan sus ubres con las máquinas que las ordeñan constantemente, y a las que separan de sus terneros recién nacidos. Imaginemos que se pudiera cuantificar el sufrimiento de un toro y el de esos otros animales usados como materia prima para la producción de carne. Supongamos que el toro sufriera ese día en una cantidad de 1.000 unidades, mientras que ese mismo día una vaca, pollo o cerdo sufre 200 unidades (son cálculos ficticios pero es irrelevante). Cada uno de estos animales sufriría esas 200 unidades todos los días, con lo que el sufrimiento total de cada uno de esos animales sería inmensamente mayor que el de ese toro que vive bien todos los días de su vida menos uno: el último. Además, la diferencia entre el sufrimiento de todos los animales usados para carne y el de todos los toros sería inmensa: ante el sufrimiento global ocasionado a los animales para carne, el de todos los toros sería el chocolate del loro. Si los animales en las granjas industriales pudieran hablar y elegir, querrían ser toros de lidia en vez de animales para carne (bueno, realmente preferirían que ni una cosa ni otra, pero supongamos que solo les damos esas dos opciones).

Por tanto, Mariló Montero lleva razón al señalar la incoherencia de quien grita contra el Toro de la Vega o las corridas de toros, pero luego se come un filete de ternera, o un sándwich de pavo, o come paté de hígado de un animal al que han engordado introduciéndole comida por un embudo hasta casi explotarlo literalmente. Quien se escandaliza ante las corridas pero luego come chuletones, es como el soldado que bombardea a la población civil y luego se rasga las vestiduras ante un padre que le da un cachete a su hijo (la analogía busca señalar la incoherencia de ambos, no igualar la maldad moral de unas acciones y otras).

Sin embargo, y esa es la parte en la que no lleva razón Mariló Montero, ese no es un argumento a favor del Toro de la Vega, sino en contra de ambas cosas: del sufrimiento del toro y del sufrimiento de los demás animales. La consecuencia moral no es aceptar el sufrimiento de los toros ya que los demás animales también sufren, sino evitar el sufrimiento de ambos: sin torear a unos ni comerse a los otros (por lo menos, si somos sensibles moralmente al sufrimiento animal).

Otra forma que tiene el antitaurino carnívoro para intentar zafarse de su incoherencia es apelar al espectáculo del dolor. Argumenta que es aberrante que hacer sufrir a un animal se convierta en un espectáculo digno de ver y que la gente disfrute con eso. Pero cuidado aquí, porque lo horrible, exactamente, ¿qué es? ¿El sufrimiento animal o que sea un espectáculo? Es decir, si se hiciera sin que nadie lo viera (que no fuera un espectáculo) ¿ya estaría bien? El antitaurino no puede decir que sí. De hecho, las corridas de toros no se hacen a la vista de todo el mundo, solo las puede ver quién paga por ir a la plaza de toros (en el caso de la televisión, siempre puede cambiarse de canal o apagar directamente el televisor). Lo que le molesta al antitaurino no es que él, sensible al dolor animal, pueda verlo, sino el hecho en sí de que se pique y le pongan banderillas al toro (o se lancee, en el Toro de la Vega). Que, además, sea un espectáculo, puede añadir horror a las corridas, pero lo grave está en el sufrimiento ocasionado al animal, se haga a la vista de todo el mundo o a escondidas. Pero, entonces, volvemos al principio: los animales en las granjas industriales sufren (todos los días) muchísimo más que los toros (que solo sufren un único día). Que no veamos ese sufrimiento en las granjas industriales no quiere decir que no exista. Y, de nuevo, si una cosa (las corridas o el Toro de la Vega) nos horripila, la otra (la producción cárnica) debería hacerlo con mucha más fuerza, tanta como para dejar de comer carne. Mientras no sea así, los antitaurinos carnívoros pueden seguir gritando contra las corridas de toros, pero estarán siendo incoherentes y, al menos en ese punto, Mariló Montero llevará razón. 


Para acabar, una advertencia: en todo momento hablo en términos morales, no jurídicos. Dudo mucho de que el maltrato animal, ahora mismo, deba enfocarse desde la vía legal y mucho menos desde la punitiva del Derecho (vía prohibición y castigo). Pero eso queda para otro texto.

Andrés Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de Enseñanza Secundaria.

Comentarios

  1. La coartada del sabor queda neutralizada si consideramos que, en algunos casos, la carne de animales "bien tratados" resulta más sabrosa y saludable que la que corresponde a la producción industrial. Y los precios de unos y otros son cada vez más parejos. En conclusión, cada vez resulta menos sólido defender el "animalismo" como consumidor de carnes industriales.

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  2. El Nuevo Milenio nos trajo otra forma de ver y mirar la vida respecto al sacrificio de los animales...Pero hará falta una larga lucha por la concientización, muchos solo ven la parte agradable, en su apetito carnívoro...

    FAVOR DEJAR PASAR LIBRES LOS COMENTARIOS...

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    1. Hola Óscar. Soy Roberto Augusto, moderador del blog. Gracias por tu comentario. Pido disculpas por el retraso en la moderación de los comentarios. Ahora me llegan directamente a mi correo en el móvil y los publico al momento o pocas horas después (por las mañanas trabajo y no puedo usar el móvil). Probaré este sistema, si no funciona los volveré a dejar abiertos, aunque la experiencia no fue buena porque algún troll se dedicaba a dejar comentarios llenos de insultos por todas partes. Un saludo.

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  3. Hola, este artículo me parece muy interesante, y es algo que le he dado vueltas muchas veces. A mi me encanta la carne, y pienso que el sufrimiento de los toros es innecesario. Por supuesto, soy consciente de lo incoherente de este pensamiento.

    Aunque la postura que defiendes en el artículo es, a mi parecer, la correcta, dentro de un debate "social" yo no esperaría tanta coherencia de las personas. En todas las injusticias que se han sucedido a lo largo de los siglos, no se ha pasado de un extremo al otro de la noche a la mañana (aunque, por lógica, se debería), sino que este se va transformando lentamente. Las personas (como yo) que comen carne pero aborrecen el toreo son incoherentes, pero a la vez demuestran una dirección hacia la que la sociedad se mueve. Si el toreo estuviera tan arraigado en nuestra sociedad como antaño, estos debates no existirían.

    Así que, me temo que buscar coherencia en este asunto es como exigirle al creyente que acepte todo el mensaje de sus sagradas escrituras y no haga una criba. Aunque se puede mirar desde el lado negativo de la persona sesgada que escoge lo que más le interesa, debería de verse más bien como el avance de unas ideas que tienen que ir poco a poco ganando terreno.

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  4. Totalmente de acuerdo. ¿Por qué creéis que los vegetarianos comen carne?
    Yo simplemente me niego a formar parte de todo esto...simplemente respetemos la vida

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