Renta básica y La Sexta Noche
Desde
que Podemos anunció, como una de sus medidas económicas, el establecimiento de
una renta básica, el debate sobre la misma no ha hecho más que enredarse. Un
ejemplo fue el que se dio en el programa La
Sexta Noche, presentado y moderado por Iñaki López, el sábado 1 de
noviembre. En él se invitó al profesor de Economía de la Universidad de
Barcelona, Gonzalo Bernardos, que analizó la propuesta de renta básica y la
discutió con la representante de Podemos, Carolina Bescansa, y el resto de
contertulios. En dicho debate reinó la confusión entre lo que es y no es la
renta básica, confusión debida, sospechamos, en parte a la ignorancia y en
parte a la mala fe. Principalmente en relación a dos cuestiones sobre la renta
básica: su incondicionalidad y su forma de financiación.
Para empezar, hay que decir que la propuesta de renta básica[1] no
es original de Podemos, aunque ahora mismo se la relacione con este
partido. Tampoco es cierto que sea una
propuesta del PSOE, como afirmó el contertulio del programa, y candidato a
la alcaldía de Madrid, Antonio Miguel Carmona, que confundió lo que es renta básica con rentas de inserción. La renta
básica es una propuesta de los años 80, inicialmente académica[2]
y minoritaria, en la cual se interesaron, principalmente, pensadores del ámbito
libertariano y del marxismo analítico, destacando sobre todo Philippe Van Parijs[3].
La única formación que la toma en consideración en España es Izquierda Unida y sus partidos y corrientes
internas: el PCE y Espacio Alternativo. El PCE publica un libro con varios
textos sobre renta básica en 1991 a través de la Fundación de Investigaciones
Marxistas (FIM), titulado: Una vía
capitalista al comunismo: El salario social garantizado. Espacio
Alternativo[4] también
publica algunos textos sobre renta básica en su revista Viento Sur[5].
Durante todo ese tiempo, la renta básica no deja de ser un asunto
exclusivamente académico por un lado[6],
y de debate interno en IU por otro. En 2007, ERC, junto a IU e ICV, presentaron
una Proposición
de Ley de Renta Básica en el parlamento, que fue ampliamente rechazada
por los demás
Grupos parlamentarios, entre ellos el Socialista.
Finalmente, Podemos recoge esta propuesta[7]
y llega al gran debate público este mismo año 2014, mientras que antes había
sido una propuesta poco o casi nada conocida.
La idea general de la renta básica se basa en que, en una democracia,
donde el poder corresponde a los ciudadanos, estos deben tener garantizadas las
condiciones mínimas de subsistencia y dignidad para ejercer esa ciudadanía. Eso
implica, además de derechos cívicos y políticos, ciertos derechos económicos y
sociales en la forma de bienes y servicios mínimos: alimento, ropa, vivienda,
educación, sanidad... Sin esos derechos, la ciudadanía sería meramente formal,
pues en la práctica habría ciudadanos que no podrían ejercer su ciudadanía (por
ejemplo, los más pobres no tendrían más remedio que soportar trabajos indignos
o humillantes por el chantaje del hambre). Estos derechos deben disfrutarse independientemente
de cualquier otra circunstancia social o personal, es decir, de forma
incondicionada, solo por ser ciudadanos. Si para disfrutarlos hiciera falta
alguna otra cosa, sus beneficiarios no lo serían en razón de ser ciudadanos
sino por otro motivo (por ser pobres, por ejemplo). En un contexto liberal, esos
derechos mínimos estarían teóricamente garantizados por el mercado que
abastecería de ropa, vivienda, alimento… En la práctica, los más pobres no los
tendrían en absoluto. Por eso, en un Estado social o del bienestar, el Estado
los garantiza a través de los servicios públicos y prestaciones sociales, de
forma que quienes no puedan hacerlos efectivos a través del mercado puedan
hacerlo a través del Estado.
Lo que añade la renta básica de
ciudadanía a lo anterior son las notas de incondicionalidad absoluta, el
carácter monetario de su prestación, y su individualidad. Así, la renta básica
de ciudadanía es una renta que se da en forma de una cantidad económica y no en
especie (como servicio público), y que se da universalmente (a todos los
ciudadanos) de forma absolutamente incondicional, esto es, independientemente
de otras formas de renta, ingresos, riqueza, de si se trabaja o no, etc. Tanto
el más rico como el más pobre tendrían todos los meses un ingreso en su cuenta
corriente de parte del Estado en concepto de renta básica de ciudadanía, tanto
si trabajan todos los días como si no trabajan nunca ni piensan hacerlo. Y es
una renta puramente individual, sin considerar si el ciudadano vive solo, en
pareja o en comuna, casado o soltero, con pocos o muchos hijos[8].
Son estas características las que distinguen a la renta básica de otras
propuestas parecidas pero que no pueden calificarse propiamente como renta
básica.
Por un lado, la renta básica es universal e incondicional, no es una
forma de completar la renta a los más pobres o a quienes menos tienen. Eso es
lo que distingue a la renta básica de otras propuestas como las rentas de
inserción[9]
o los impuestos negativos. Estas medidas no son universales ni incondicionales:
de ellas no se benefician todos y sí requieren de ciertas condiciones para
recibirlos. Más concretamente, hace falta tener muy pocos ingresos o ninguno
para ser beneficiario de ellos. Pero la renta básica no se plantea para eso. Es
un derecho universal e incondicional que, por eso mismo, se distingue de
cualquier otro subsidio condicionado: en que no requiere de ninguna condición.
Porque su razón de ser no es la pobreza, sino la ciudadanía: se da a todos los
ciudadanos, no a todos los pobres. La argumentación básica apunta al concepto
de ciudadanía: la ciudadanía como derecho debe ser incondicional, y no puede
haber ciudadanos de primera, que podrían conseguir las bases materiales de la
ciudadanía a través del mercado (que podrían comprar vivienda, ropa, alimento…),
y otros de segunda que al ser pobres necesiten recibirlas del Estado mediante
subsidios condicionados. Es decir, sujetos a la condición de ser pobres, lo que
implica, además, la obligación de demostrar que se es pobre (lo que es
humillante[10]) o
fingirlo (para engañar y aprovecharse del bien común[11]).
Por otra parte, la renta básica es dineraria, es decir, se recibe en forma
de ingreso en cuenta y no en especie en forma de servicios públicos. La razón
de esto es su relación con la autonomía y la libertad individual: cada
ciudadano recibe su renta básica mensualmente, pero luego cada cual decide si
efectivamente la utiliza para cubrir sus necesidades básicas de ciudadanía, o
si no lo hace (y lo gasta en otras cosas, a saber qué). Eso ya dependerá de su
sentido de la responsabilidad o la prudencia. Sin embargo, los servicios
públicos en especie no permiten esa libertad y responsabilidad, precisamente por
recibirse en especie: una vivienda de protección oficial no puede más que
recibirse en forma de vivienda de protección oficial, pero una renta básica
puede emplearse para pagar un alquiler o para otra cosa. El argumento para que
sea dineraria es que es más compatible con la autonomía del individuo, ya que
los servicios en especie implican una desconfianza y una consideración de los
individuos como menores o incapaces de tomar las decisiones más adecuadas para
ellos, con lo que son prestaciones paternalistas[12].
Y es una renta puramente individual, pensada para individuos en
tanto que ciudadanos, y no para familias, por ejemplo. Eso las distingue de
otros subsidios condicionados como las ayudas a las familias numerosas, o por
el mero hecho de tener hijos, o los beneficios fiscales para los matrimonios.
La cuantía de esta renta básica es mínima pero suficiente para cubrir
las necesidades básicas: pagar un alquiler barato, comprar alimentos básicos,
comprar ropa modesta… En este sentido es compatible con cualquier otra fuente
de ingresos que puedan tener los individuos, ya sea en forma de salario,
acciones, herencias, etc. No se concibe como una forma de completar unos
ingresos insuficientes (que es el leitmotiv
de las rentas de inserción) ni como una forma redistributiva de igualar rentas
(que serían los impuestos negativos) sino como una forma de garantizar el
derecho a esos bienes básicos indispensables de forma universal e
incondicional. El cálculo de su cantidad concreta depende de lo que se estime
como umbral de pobreza[13],
y oscila según diferentes cálculos entre los 400 y los 700 euros mensuales.
La renta básica de ciudadanía también
es independiente del trabajo: se
paga a todos por igual tanto si trabajan como si no, tanto si buscan empleo
como si no quieren hacerlo. De esta forma se desconecta la ciudadanía del
trabajo: ciudadano son todos, trabajen o no, quieran o no trabajar. La
argumentación subyacente procura romper con la ideología del trabajo como
trabajo asalariado: trabajo no sería solo el asalariado sino también otras
actividades socialmente necesarias aunque no estén remuneradas ni sean
estrictamente productivas, como serían el trabajo doméstico, el cuidado de
dependientes o el voluntariado social. Al desvincular la renta básica del
trabajo asalariado, se aumenta la libertad de elección de los individuos, que
tendrían garantizada la subsistencia y luego podría elegir con mayor libertad
si vivir con esa renta mínima sin trabajar pero disponer de tiempo para poder
dedicarse a otras actividades que les realicen más que un empleo (viajar,
cuidar hijos, hacer voluntariado…), o aumentar su renta con un empleo a tiempo
parcial que siga dejándoles tiempo libre suficiente para esas otras actividades
(de esta forma se prestigia el empleo a tiempo parcial pues su salario
aumentaría la renta total del individuo y no sería la única fuente de
ingresos). Resultaría así mucho más fácil para los trabajadores abandonar un
empleo que nos les satisface (desaparece el chantaje del hambre), que sea
precario, o compatibilizar vida familiar y laboral. Y la mayoría de individuos
preferiría aumentar sus ingresos con empleos remunerados tradicionales. No
parece probable que una renta básica desincentivara a gran cantidad de personas
para dejar de trabajar y vivir todos los meses con esa cantidad mínima, pero sí
que les incentivaría a buscar empleos parciales[14]
(que, en muchos casos, se ajustan mejor a las flexibilidades del actual modelo
productivo) o a jornada completa para mantener un nivel de vida mucho más alto
que el que permitiría la mera renta básica. También estimularía el autoempleo y
la creación de empresas en tanto que, en el peor de los casos, el emprendedor
no se quedaría en la miseria absoluta y siempre tendría ahí la renta básica.
El otro asunto espinoso de la renta
básica es el de su financiación: su
viabilidad económica y presupuestaria. Es en este asunto donde el debate de La Sexta Noche estuvo más flojo, pues
faltó un elemento esencial de la renta básica, omisión que pudo deberse a su
desconocimiento o a la mala fe de no querer mencionarlo. Tanto el economista
Gonzalo Bernardos como la representante de Podemos, Carolina Bescansa, y el
resto de invitados, se centraron en la lucha contra el fraude fiscal y la
economía sumergida como forma de financiación, debatiendo si con eso era
suficiente o no para pagar unos 700 euros mensuales a cada ciudadano en España.
La respuesta es clara: no. Pero es que, además, la renta básica no se concibe
con esa forma de financiación. La renta básica, según las teorías que la proponen,
se financia de dos formas: mediante un fuerte aumento de la presión fiscal, y
mediante el adelgazamiento del Estado hacia un Estado mínimo. La renta básica
no solo es distinta de cualquier otro subsidio condicionado: ¡es que los
sustituye! La renta básica no es un ingreso que se suma a otros que se puedan
percibir por parte del Estado del bienestar, es que es una institución que
sustituye gran parte del Estado del bienestar y todas sus prestaciones
condicionadas. De haber renta básica, tendría que dejar de haber todos los
demás subsidios condicionados: prestación por desempleo, pensiones, becas,
rentas de inserción, etc. Al desaparecer estos subsidios, desaparece también
toda la burocracia del Estado encargado de gestionarlos, comprobar que se
cumplen las condiciones, vigilar el fraude, etc. Es decir, el Estado ahorraría
millones de euros en tanto que dejaría de gastarlos en esos subsidios, y en
cuanto que cerraría multitud de oficinas que ya no tendría que mantener, y
despediría a miles de funcionarios (ahorrándose sus sueldos) cuyo trabajo
público depende de la gestión de esos subsidios. De esta forma, el Estado que
instituye la renta básica se convierte en un Estado mínimo que sustituye
servicios y subsidios condicionados por la renta básica incondicional, con lo
que es un Estado “adelgazado” respecto del de Bienestar, que sería un Estado
“engordado” (burocrático) y derrochador de recursos. Además, este Estado mínimo
sería más mínimo todavía porque incentivaría la economía privada mediante
desregulación de la misma, eliminando salarios mínimos y otras formas de
intervencionismo estatal. Esta desaparición de subsidios públicos condicionados
no sería incompatible con otros subsidios privados. Es decir, los ciudadanos
podrían contratar seguros privados de pensiones o por desempleo, o préstamos
para estudios, etc., estimulando así la iniciativa privada en estos casos. Que,
además, sería más compatible con el libertarianismo de eliminar los seguros
obligatorios por parte del Estado (por el paternalismo que suponen). La parte
que restara para poder financiar la renta básica es la que obtendría con un
aumento de los impuestos tanto al trabajo como al capital. Así, la renta básica
sintetiza ideas típicamente liberales o libertarianas (el Estado mínimo que no
interviene, que desregula, que no presta servicios ni subsidios, no
parternalista) con otras más socialdemócratas (como la presión fiscal aumentada
para lograr lo necesario para la renta básica o el propio hecho de sea el
Estado, y no el mercado, quien da la renta básica a cada ciudadano).
En el programa de La Sexta Noche nadie llamó la atención
al hecho de que la renta básica sustituye a los otros subsidios condicionados y
que implica un Estado mínimo (aunque recaudador) en lugar del Estado de
Bienestar que ahora conocemos. De hecho, para los teóricos de la renta básica,
el Estado del bienestar es algo caduco y fallido, burocrático, que produce más
perjuicios que beneficios actualmente, y por eso plantean la renta básica como
alternativa, tanto a ese Estado del bienestar, como a modelos puramente
liberales de simple mercado libre. Es por estas razones que la renta básica es
una idea que no acaba de gustar ni a la derecha (liberal) ni a la izquierda
(intervencionista), ya que a la derecha le chirría que el Estado tenga que
recaudar y repartir una renta, aunque sea básica, y a la izquierda
le escandaliza pensar en sustituir todos los servicios públicos y sociales por
una mera paga mensual y encima para todo el mundo (ricos incluidos). El debate
en el programa de La Sexta Noche giró
en si es posible o no que el Estado garantice una renta básica solamente
haciendo emerger la economía sumergida, lo cual es imposible[15].
La imagen que se dio de la renta básica fue la de que era un plus que se añadía
a los demás subsidios condicionados, de forma que una persona desempleada
tendría, por un lado, la prestación por desempleo, y por otro la renta básica.
Pero no, la renta básica sustituiría a los subsidios condicionados: todos,
trabajadores en activo o desempleados, recibirían la misma renta básica cada
mes, y ningún parado, además, un subsidio por desempleo[16].
De la misma forma no habría becas por estudios, sino que todos los estudiantes,
de familias ricas o pobres, recibirían la misma renta básica y ninguno una beca
además de esa renta básica. Dicha omisión en el programa televisivo pudo
deberse a que los contertulios no conocieran este aspecto esencial de la renta
básica, o pudo deberse a la mala fe de no querer decirlo así de claro, por lo
impopular de decir públicamente que se quieren eliminar los subsidios
condicionados como el del paro, las pensiones, o las becas a cambio de una
renta básica y un Estado mínimo. Sea como sea, el caso es que la renta básica
es una propuesta económica y política bastante estudiada y trabajada, por lo
menos académicamente, y que es la que es, y otra cosa es la valoración ética,
política o económica que se quiera hacer de ella. Pero si vamos a debatirla,
por lo menos, sepamos en qué consiste con cierto rigor y precisión. Y si lo que
se propone es otra cosa, llamémosle de otra forma, pero no renta básica de
ciudadanía.
Para acabar, citemos cómo empezaba
el primer manifiesto impulsor de la renta básica (entonces llamada Subsidio
Universal) en el año 1986 de la mano de Philippe Van Parijs:
“Suprimamos todos los subsidios al
desempleo, las pensiones del Estado, las transferencias de la Seguridad Social,
las subvenciones familiares, la reducción de impuestos a personas dependientes,
las becas estudiantiles, los planes especiales de empleo temporal, la ayuda
estatal a las empresas en crisis. Pero otorguemos cada mes a cada ciudadano una
suma suficiente para cubrir sus necesidades fundamentales. Otorguémosela
trabaje o no trabaje, sea pobre o sea rico, viva solo o con su familia, en
concubinato o en comuna, haya o no haya trabajado en el pasado. No variemos la
cantidad otorgada más que en función de la edad o del gravo (eventual) de
invalidez. Y financiemos todo ello mediante un impuesto progresivo sobre los
otros ingresos de cada individuo. Paralelamente, desregulemos el mercado de
trabajo. Abolamos toda legislación que imponga un salario mínimo o una jornada
máxima de trabajo. Eliminemos todos los obstáculos administrativos al trabajo a
tiempo parcial. Reduzcamos la edad de escolarización obligatoria. Suprimamos la
obligación de jubilarse a una determinada edad. Una vez hecho todo esto,
observemos qué ocurre”. (Van Parijs, Ph. y R. Van der Veen, “Subsidio
universal”, reproducido en Una vía
capitalista al comunismo: El Salario Social Garantizado, Fundación de
Investigaciones Marxistas, 1991).
Andrés
Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y
Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de
Enseñanza Secundaria.
Bibliografía:
Iglesias,
José (2002) Las rentas básicas: El modelo
fuerte de implantación territorial. El Viejo Topo.
Pinilla,
Rafael (2004) La renta básica de
ciudadanía: Una propuesta clave para la renovación del Estado del bienestar.
Barcelona: Icaria.
Raventós,
Daniel (1999) El derecho a la existencia.
Barcelona: Ariel.
VVAA
(1991) Una vía capitalista al comunismo:
El Salario Social Garantizado, Fundación de Investigaciones Marxistas.
[1] A lo largo
del tiempo, el concepto de renta básica ha sido conocido con varias
denominaciones distintas hasta que finalmente se ha impuesto la de “renta
básica de ciudadanía”: Subsidio Universal Garantizado (SUG), Salario Social
Garantizado, Ingreso Ciudadano, etc.
[2] El primer
texto relevante que propone una renta básica es de 1986, escrito por Van Parijs
y Van der Veen titulado “Una vía capitalista al comunismo”. Se publicó en la
revista Theory and Society y en
España se tradujo y publicó en el nº 46-47 de la revista Zona Abierta en 1988.
[3] En España,
los primeros textos sobre renta básica son de los años 90 y se publican en
revistas especializadas de teoría política como Sistema, Mientras tanto y similares. En España, uno de sus
principales teóricos es Daniel Raventós.
[4] Espacio
Alternativo (EA) fue una corriente interna de IU hasta 2007. Anteriormente
había sido la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) hasta 1995 que se integra en
IU como EA. A su salida de IU se convierten en partido con el nombre de Izquierda
Anticapitalista en 2008.
[5] Textos sobre
todo de Daniel Raventós, entonces miembro del consejo editorial de la revista.
[6] En 2001 se
funda la Red Renta Básica con el
objetivo de estudiar e impulsar la renta básica de ciudadanía, presidida por
Daniel Raventós.
[7] Lo que ocurre
porque los dos grupos internos más importantes de Podemos son conocedores de la
renta básica. Por un lado, el grupo de los profesores universitarios ligados a
Pablo Iglesias, donde la renta básica es un tema de debate en las ciencias
políticas. Por otro lado el de Izquierda Anticapitalista (IA). Actualmente hay
tensión entre ambos grupos debido a que Podemos debate una propuesta del grupo
de Pablo Iglesias para prohibir la doble militancia en Podemos, lo que llevaría
a los militantes de Izquierda Anticapitalista a tener que elegir entre
abandonar Podemos y seguir en IA o dejar IA e integrarse plenamente en Podemos.
Este enlace
refleja esa tensión.
[8] En el caso de
los menores, se les da la mitad de la renta básica y es administrada por sus
padres o tutores legales.
[9] A este tipo
de subsidio condicionado se refería Antonio Miguel Carmona cuando habló de la
propuesta del PSOE de renta básica, confundiendo ambas.
[10] Otros males
derivados de la necesidad de demostrar la pobreza para recibir subsidios
condicionados son la estigmatización social y la trampa del paro: el subsidio
por desempleo desincentiva admitir cualquier empleo cuyo salario no sea
significativamente superior al del subsidio.
[11] Fomentando
así la economía sumergida de quienes cobran subsidios y además reciben ingresos
en esa economía sumergida.
[12] El
paternalismo es una de las bestias negras del libertarianismo que subyace a la
idea de renta básica.
[13] El umbral de
pobreza es un porcentaje de la renta per
capita por debajo del cual se considera que alguien es pobre, habitualmente
el 50%.
[14] Esta otra
diferencia importante entre la renta básica y subsidios como el desempleo: el
subsidio de desempleo implica que la persona desempleada tiene que elegir entre
una oferta de empleo o seguir cobrando el subsidio, con lo que puede caer
fácilmente en la trampa del desempleo si el salario no es significativamente
superior al del subsidio. La renta básica, al ser incondicional, resuelve ese
problema, pues cualquier empleo, por bajo que fuera el salario, siempre se
añadiría a la renta básica, sin que haya que elegir entre ambos, lo que podría
hacer atractivos empleos que no lo son si para aceptarlos hay que rechazar el
subsidio.
[15] Salvo que,
además, se elevaran inmensamente los impuestos para financiar los servicios y
subsidios del Estado de bienestar y la renta básica conjuntamente.
[16] Podría
tenerlo si hubiera contratado un seguro privado que cubriera esa eventualidad,
pero no por parte del Estado.
Primero: gracias por la explicación, y segundo, enhorabuena por lo bien redactada y razonada.
ResponderEliminarYo le veo una pega a esta teoría. La renta básica nunca sería suficiente para cubrir los costes básicos en una economía desregulada. Los precios de las mercancías, libres de regulación estatal, sufrirían por la acaparación de los más poderosos, que buscarían el beneficio regulando la oferta. Pensemos en la energía, por ejemplo, necesaria para todos, pero cara y escasa. Si el estado da dinero al ciudadano no habría dinero suficiente para que todos pudieran llenar la cesta de la compra básica. Un mercado regulado exprime a la clase media, enriquece a los monopolistas y beca a los más pobres para que no estalle la revolución. En eso estamos...
Muchas gracias a ti por el comentario. Sobre lo que dices, y según tengo entendido, la renta básica se mueve en el marco de pensamiento económico liberal-libertariano, y se supone que se aplica en un contexto de total desregulación estatal y libre mercado absoluto, con lo que la competencia en ese mercado evitaría lo que comentas (todo eso en teoría, claro, asumiendo los postulados liberales). En un contexto de economía regulada o intervenida, la introducción de la renta básica no sé qué efectos podría tener. Me parece que ahí tendrían que opinar quienes tengan más conocimientos económicos que yo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por el esfuerzo de componer este texto, lo encontré por casualidad y me ha parecido excelente. Me hierve la sangre el simplismo con el que se habla de la renta básica en los últimos meses, y me refiero tanto a partidarios como detractores, creo que es peligrosísimo.
ResponderEliminarMe alegro si te ha gustado. Y te puedo decir que fue ese mismo simplismo quer criticas lo que me movió a escribirlo porque, efectivamente, me parece un tema demasiado complejo y profundo como para tratarlo de la forma en que se está tratando tanto por parte de unos como de otros. Muchas gracias.
EliminarEstoy muy de acuerdo contigo en la crítica a la confusión a la que todos los tertulianos de ese programa de la Sexta contribuyeron sobre el concepto de la RBU. Creo que esto sólo refleja una confusión bastante generalizada en los medios y en la política, atizada además ahora por los oportunismos de Podemos Sin embargo creo también que tu propia exposición sobre ese tipo de propuestas se reduce excesivamente al considerarlas necesariamente asociadas a un "estado mínimo" (como en la cita que haces a Van Parijs, o las que podrían hacerse incluso a Milton Friedman). Creo que la izquierda haría bien en mantener vivo el debate sobre la posibilidad de una RBU (universal e incondicional, por supuesto) integrada adecuadamente en todo el conjunto de políticas económicas y sociales de su proyecto, y realizable paso a paso en combinación con un sistema fiscal progresivo que incluya, en coherencia con un principio de equidad, la inclusión de todos los ciudadanos, tanto para los resultados positivos (aportaciones) como negativos (percepciones). No hay una "bala de plata" para acabar con la hegemonía capitalista, pero parece sensato contar con todas las municiones que puedan ser útiles.
EliminarManolo Gamella