¿Por qué yo no firmaré la “Declaración del Observatorio Filosófico de México”?


El sitio oficial del Observatorio Filosófico de México (desde aquí OFM) ha publicado un curioso escrito de sus colaboradores José Alfredo Torres y Gabriel Vargas Lozano, titulado “Declaración del Observatorio Filosófico de México en el Día Mundial de la Filosofía”, donde invitan suscribir "el texto para publicarlo como una declaración del Observatorio Filosófico de México, pero también para que colectivamente contribuyamos a construir una explicación de este fenómeno que ha estado cobrando fuerza en los últimos años." Este intento de manifiesto intenta "explicar", en siete (?) párrafos de extensión,  la razón por la que la filosofía está siendo tan duramente cuestionada dentro del programa escolar. No soy quien para decirle a otros qué causa apoyar o no, pero en mi muy humilde opinión, la Declaración del OFM no pasa a ser más que otro más de los lamentables ejemplos de por qué muchas personas inteligentes rechazan la filosofía por su inutilidad y por ser solo verborrea. Expliquemos por qué, párrafo por párrafo.

El primer párrafo de la Declaración nos dice:
La importancia de una disciplina como la filosofía adquiere dimensión extraordinaria en un mundo dominado por un sistema cuyo leitmotiv es el economicismo y el utilitarismo. En este sistema, la educación privilegia la racionalidad empresarial; el mercado, la competitividad extrema; el individualismo posesivo; la esfera en la que se realizan las negociaciones políticas y una ingeniería social basada en la ganancia y la ventaja. Ninguna capa de la topografía social ha escapado a la influencia del neoliberalismo en la época contemporánea.
Si existe una razón por la que varios científicos sociales (como tal vez los economistas, los sociólogos y los historiadores políticos) se llegan a mofar de los textos filosóficos, es por el impensable simplismo con el que llegan a explicar un fenómeno social que, como todo fenómeno social, resulta bastante complejo, teniendo una posible explicación igualmente compleja con más de una variable importante a resaltar. Atacar al "sistema cuyo leitmotiv es el economicismo y el utilitarismo", puede sonar revolucionario, casi al punto de recordarnos las valientes palabras de Marx y Engels en el Manifiesto comunista, pero no nos dice realmente nada. ¿Cuál es ese sistema que se está imponiendo en el mundo? Uno podría contestar, basado en el mismo párrafo (tal como se explicita en el último renglón) que hablan del neoliberalismo. ¿Y qué rayos es el neoliberalismo? ¿Es una ideología homogénea, que significa y ha significado lo mismo para todos desde que se inventó dicho término y en todos los países? ¿Realmente todo el mundo (o por lo menos el occidental) se encuentra dominado por ésta? Y lo más importante: ¿en verdad el neoliberalismo es la principal y única amenaza para la "educación filosófica? La Declaración no responde a ninguna de estas preguntas y solo hace una suposición simplista que defenderá como tesis principal en el resto del escrito: el sistema neoliberal es el villano de la película que busca acabar con la filosofía en las aulas.

El segundo párrafo comienza con las siguientes palabras:
El principio de la disponibilidad infinita de recursos para el mercado en beneficio de un grupo dominante en la esfera mundial y nacional, pretende que el planeta debería estar a merced de los negocios.
Luego de esto, nos explican los efectos de dicha "visión" del mundo, pero, ¿son realmente efectos de esa supuesta visión o solo estamos simplificando de más? Primero mencionan "el deterioro del medio ambiente (que solo será un asunto atendible, siempre y cuando no afecte a las industrias que la producen o a la rentabilidad)", como si las medidas medioambientales no tuvieran efectos reales en grandes industrias, tales como la petrolera, la maderera, la del carbón, etc., y como si dichas medidas no dieran pie a nuevas maneras de crear nuevas tecnologías, y por tanto, nuevas industrias, como las de la energía alternativa, para paliar problemas como la contaminación, el calentamiento global, la deforestación o la extinción de especies. Además, se sabe que los problemas medioambientales, aunque son consecuencia directa de la expansión de la civilización desde el siglo XIX, no se deben tanto a un "principio de la disponibilidad infinita de recursos para el mercado" en beneficio de nadie, sino al avance de la civilización en general, no solo al sector empresarial o al político. 

Después sueltan la bomba emotivista de la segunda repercusión: "la desaparición de culturas autóctonas (que lo merecían por “su atraso”)". Aunque ciertamente el colonialismo propio del siglo XIX (e incluso podemos decir que de principios del siglo XX) defendería esta idea, lo cierto es que la desaparición de "culturas autóctonas", resulta demasiado vago. ¿Nos estamos refiriendo a culturas indígenas originarias que, en efecto, se encuentran atrasadas en varios aspectos culturales (desde tecnologías, salud o alimentación, hasta educación y políticas públicas) además que son pocas las que a día de hoy continúan existiendo, o solo nos referimos con esto a poblaciones que bien podrían tener raíces indígenas pero se observa una clara mezcla cultural, las cuales han sufrido bastante siendo ignoradas por los gobiernos que dirigen los países donde éstas se encuentran, violando así sus derechos humanos? Cualquiera que sea el caso, integrar minorías de la población, brindando servicios en salud, educación, alimentación, tecnología y derechos humanos, no puede representar nada más que una clara señal de progreso en la cultura. Los redactores de esta Declaración estarán de acuerdo conmigo que la intrusión en tierras indígenas, la violación de los derechos humanos de sus pobladores o la imposición de empresas en un pueblo con cero competitividad ante multinacionales no son en modo alguno la manera de integrar dichas culturas, procurando su bienestar. Ante tales acciones, siempre será necesaria la crítica, pero más importante la denuncia basada en la crítica y las acciones correspondientes en favor de la justicia social.

La tercer consecuencia de vivir en un (imaginario) sistema como el descrito es: "la eliminación de la educación humanista (porque no contribuye al consumo)". Es cierto que los actuales programas de estudio de educación básica y media superior tienen un claro sesgo en el desarrollo integral. Es decir, en la formación de ciudadanos que puedan subsistir por sí mismos en una sociedad como en la que vivimos, teniendo un empleo medio, prestaciones más o menos favorables, oportunidad de jubilación y de recreación ocasional. Nada de esto es stricto sensu algo indeseable, aunque para alguien con una formación humanística (y no solo hablo de una formación en filosofía) será necesario, pero no suficiente. Lo que un humanista, con mucha razón, puede criticar y exigir a los actuales programas de estudio es la falta de pensamiento crítico y la pobreza de interés en formar ciudadanos con una cultura básica que les permita discernir y defenderse de las injusticias, las desigualdades y la charlatanería. Pero de aquí no se siga que la única razón para buscar "eliminar" las humanidades sea por tener una visión "economicista y utilitarista". Los filósofos se han ocupado de criticar muchas áreas del saber y la praxis, entre ellas la economía y la política, pero no parecen muy preocupados por criticarse a sí mismos. La calidad de la filosofía en las escuelas (e incluso a nivel universitario) es claramente deficiente, concentrándose únicamente en enseñar Historia de las ideas, en el mejor de los casos, o vulgar charlatanería académica, en el peor. La mezcla entre autores fosilizados (pero interesantes), problemas legítimamente importantes y vaguedades que se ocultan en lenguajes oscuros e impenetrables, hacen de las facultades de filosofía auténticos zoológicos donde pueden admirarse criaturas extrañas y singulares (los hippies, los chairos, los veganos, los existencialistas, los analíticos...). Podemos culpar a un sistema de educación pública deficiente, pero también debemos culparnos a quienes nos decimos defensores de la filosofía por hacer de nuestra área un zoológico donde opiniones contradictorias tienen importancia y espacios académicos, por más ridículas que sean (como pasa con el posmodernismo), donde tenemos académicos que dedican años de su vida a la alquimia epistémica.

En el tercer párrafo vemos algunas palabras atinadas sobre algunos de los razonamientos más ingenuos que se esgrimen contra la filosofía: "Se dice que la filosofía no es práctica pero se entiende esta en el sentido estrecho ya que la filosofía es fundamental en la educación de los ciudadanos y en la orientación de las sociedades." Esto es verdad, tal como nos indican con sus ejemplos en el párrafo siguiente:
Simplemente sin Locke o John Stuart Mill no existiría el liberalismo e inclusive sin Friedrich Von Hayek el neo-liberalismo pero sin la ilustración, los héroes de la independencia latinoamericana, no habrían tenido armas teóricas para sostenerla. En todas las épocas, frente a situaciones de opresión, la filosofía ha abierto a los ciudadanos horizontes de justicia.
Siguiendo con una interpretación amable, lo que uno puede suponer que estos autores nos quieren dar a entender es que, sin importar de qué actividad humana se trate, éstas siempre tendrán una columna vertebral filosófica que asegura el sostén de cada manifestación de la cultura con supuestos y problemas filosóficos susceptibles de investigación independiente. Es posible imaginar un mundo donde Locke o Mill nunca hubieran existido, o uno donde Hayek jamás hubiera publicado nada, pero es imposible pensar en el liberalismo, como ideología, sin sus supuestos filosóficos que da por sentados, ni de un neoliberalismo (estilo escuela austriaca, hay que aclararlo bien) sin su matriz filosófica: el egoísmo o individualismo ético, la antropología que supone que todo hombre es racional a la hora de tomar decisiones y la categórica aceptación de que la investigación científica no tiene cabida en la economía (razón por la cual la de la escuela austriaca es considerada una ideología nociva y pseudocientífica).

La filosofía ha sido animada por un espíritu crítico que se ha traducido en acciones y en formas de argumentación relacionadas con la política, la religión, la moral, la economía, la educación y la pobreza (para mencionar solo algunos rubros vitales). Estilos filosóficos sobre lo justo, lo honesto y las posibilidades del ser humano para construir han sido creados a través de la historia.
Hasta donde he visto, incluso en aquellos que son críticos de la filosofía sin intereses en la creación de un "mundo neoliberal" (signifique lo que signifique), como bien pueden ejemplificar el físico Lawrence Krauss o el astrónomo Neil deGrasse Tyson, en ningún momento se niega la importancia histórica de la filosofía o de la historia de las ideas para ser más precisos. Lo que se niega es la utilidad de los trabajos filosóficos que se autodenominan críticos o profundos, pero que no pasan de ser conocidos (¿entendidos? Lo dudo en muchos casos) por un puñado de académicos dentro de un auditorio que se concentran en pensar lo que x o y opinaban (o incluso especulan sobre qué opinarían de algún fenómeno que no vieron dichos autores presumiblemente muertos hace siglos) sobre a o b problema (en muchas veces, pseudoproblema). Esto solo nos deja pensando sobre la urgente autocrítica de los filósofos. ¿En verdad se toman en serio problematizar sobre su auténtica utilidad, sea intelectual o práctica, en el siglo XXI o solo se trata de seguir alimentándose de las universidades públicas con panfletos simplistas y oscuros?

A continuación en el siguiente párrafo se sigue insistiendo en lo mismo, con más ejemplos de autores célebres. Pero también se menciona lo siguiente:
[La filosofía] En el espíritu de su independencia [de todo dogmatismo], sin dejar de reflexionar sobre cuestiones técnicas y abstractas, también ha sabido proyectar soluciones a los conflictos de la convivencia humana. Es por ello que es combatido ya que es un tipo de pensamiento absolutamente necesario en los tiempos de crisis por los que atravesamos.
Este es otro punto que, al igual que la importancia histórica de la filosofía, nunca he visto que alguien lo cuestione con seriedad. ¿Qué es eso de tener "pensamiento filosófico" o de que la filosofía es un "tipo de pensamiento absolutamente necesario"? ¿De dónde se obtiene? ¿De estudiar filosofía en la preparatoria? La vaguedad con la que fácilmente prosiguen estos autores me parece preocupante. Más si tomamos en cuenta que se supone, esta es una Declaración defendiendo el lugar de la filosofía en el siglo XXI... y en las aulas, claro.

Si entendemos por "pensamiento filosófico" o filosofar, como la actitud de cuestionar algo de manera racional, llegando a una clase de conclusión o reflexión sobre lo que implica dicha actitud, la defensa de la filosofía no llegará muy lejos entonces, ya que todas las personas poseen dicha capacidad. Y de hecho muchos la emplean en muchas situaciones a diario (para algunos ejemplos puede leer el magnífico ensayo "La carga del escepticismo"). Muchas veces, los profesores de filosofía de bachillerato no hacen otra cosa más que ocasionar que los alumnos se cierren al análisis filosófico (que no solo consisten en filosofar), al hacer de la filosofía una aburrida materia donde se hacen tediosos resúmenes sobre quién era Platón o Hegel, en vez de mostrar la utilidad, tanto intelectual o práctica, del estudio de los supuestos filosóficos inherentes a la economía, la política, la religión, la ciencia o la tecnología, invitando a los alumnos a cuestionar sobre los problemas que no se ha cuestionado en relación a su futuro, sobre qué clase de carrera decidirá estudiar (o si siquiera decide seguir estudiando). Los filósofos, pues, tienen gran responsabilidad en esto. Decir que una reflexión filosófica es combativa en tiempos de crisis no nos dice realmente nada.

Y como ellos indican, insisten:
Permítanos insistir: en México y en el mundo la filosofía está siendo acosada por el sistema dominante en razón de su quehacer crítico. Se intenta suprimirla en las escuelas, en la formación ciudadana, en los medios de comunicación. Pero la filosofía persiste y persistirá porque es factor de esperanza. En su desenvolvimiento están en germen respuestas a dificultades que tienen al mundo pendiendo de un hilo. Tenemos que defenderla, difundirla sin generar confusiones sobre su auténtico significado; investigarla teniendo presente los problemas que afectan al conjunto de la sociedad y aplicando sus aportaciones para bien de la justicia, el diálogo y el logro de una sociedad mejor.
Sí, la filosofía está bajo constante ataque de otros grupos deseosos de obtener una parte del fondo de las universidades. Pero también se libra (o se debería librar) una batalla interna con la ineptitud, el oscurantismo, el simplismo, la vaguedad, el simplismo y el analfabetismo científico con que muchos profesores de filosofía y filósofos se toman su propio trabajo.  Sí, la filosofía persiste, pero no tanto porque sea factor de esperanza (¿esperanza de qué o de quiénes?), sino por varios factores, y entre estos podemos incluir factores políticos y económicos, aunque algunos filósofos les duela. Hoy en día una parte de (lo que dice ser) la filosofía vende, es popular y le interesa a las personas. Por eso es que se tienen "personalidades" como las de Fernando Savater, Emil Cioran, Luis Villoro o Darío Sztajnszrajber. Para bien o para mal, la filosofía tiene secciones decentes dentro de librerías, bibliotecas y hemerotecas (aunque tal vez no tan grandes como las dedicadas a la auto-ayuda y la espiritualidad). Estudiar filosofía es el sueño de muchos ingenieros, arquitectos, médicos o abogados que tuvieron que elegir entre seguir una posible pasión adolescente bastante prometedora(tal vez por haber leído a Nietzsche) y una carrera que pudiera darles estabilidad económica (o que eso promete). Estos son factores interesantes por los que la filosofía persiste, y debe haber muchos más que los propios filósofos pueden llegar a ignorar, y para lo que nos haría falta economistas, psicólogos y sociólogos de la filosofía investigando (campos embrionarios gracias a otra serie de factores). Lo importante aquí es que simplificar no nos va ayudar para explicar la persistencia de la filosofía.

Sí, tenemos que defender la filosofía, y para eso hace falta discutir, estudiar, proponer y volver a estudiar los límites de la auténtica filosofía, estableciendo criterios precisos de demarcación y denunciando la pseudofilosofía que abunda en las academias y atasca los recopiladores de tesis inútiles para la comprensión de cualquier cosa. Hace falta relacionar la filosofía con otras ciencias, desde la semántica, la psicología y la sociología hasta la neurociencia y las matemáticas, para entonces poder aportar algo sobre cuestiones como el bien y la justicia, el diálogo y el logro de una sociedad mejor.

Yo en el lugar de ustedes no firmaría la Declaración del OFM por ser demasiado simplista, por dejar abierta la puerta a los detractores de la buena filosofía, por utilizar sofismas en su argumentación junto a vaguedades propias de una mente que no sabe ni qué es lo que está defendiendo. Tengo fe, sin embargo, en que las personas que se encuentran en el OFM son auténticos defensores de la filosofía que saben razonar más allá del "qué diría x sobre y, según la obra z", y que son capaces de crear guías verdaderas sobre el camino de la filosofía en la civilización y su merecido lugar en la cultura ciudadana. Hasta entonces, yo no apoyo la Declaración del OFM, sino que la critico, esperando que esta humilde crítica pueda aportar algo.

Por Daniel Galarza Santiago.

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