Los sesgos cognitivos (1)
José Luis Ferreira
En varias ocasiones he hablado de los sesgos cognitivos que nos pueden hacer creer cosas que no son verdad. La última, en la pasada entrada sobre el método clínico, donde los sesgos de la experiencia médica pueden tener consecuencias graves. ¿Cómo de importantes y prevalecientes son estos sesgos?
Para acercarnos a este tema encuentro especialmente interesantes los trabajos de Tversky y Kahnemann que le dieron el premio Nobel a este último (el primero ya había muerto). En su artículo "Juicios en incertidumbre: heurística y sesgos" nos muestran los resultados de numerosos experimentos que les permiten detectar tres tipos de sesgos en nuestra manera de razonar en situaciones de incertidumbre. Dedicaremos esta entrada al primero de estos sesgos, la representatividad.
En cierta manera, la representatividad nos sesga a juzgar según estereotipos, aunque no exactamente de los que solemos llamar así. Se entenderá mejor con varios ejemplos.
Tenemos una descripción de Juan que viene a decir lo siguiente: "Es una persona tímida y reservada, siempre dispuesta a ayudar, pero con poco interés en la gente o en el mundo real. Un espíritu pulcro y humilde, con necesidad de estructura y orden y una pasión por el detalle". Ahora viene la pregunta: ¿Es más fácil que Juan sea un agricultor o un bibliotecario?
Invariablemente, la mayoría de nosotros tendemos a contestar que bibliotecario, pues su descripción se parece más a la de alguien con este oficio que a la de un agricultor. Sin embargo, aún siendo verdad que los bibliotecarios tuvieran esas tendencias con mayor probabilidad que los agricultores, esta debería ser extremadamente marcada para responder a la pregunta de esa manera. Siendo que hay muchísimos más agricultores que bibliotecarios, a nada que algunos agricultores también tengan ese carácter, la probabilidad de ser agricultor será mayor.
Otros experimentos que ilustran este sesgo son los siguientes:
-Se sabe que en una reunión hay abogados e ingenieros en proporciones 30%-70%. Se pregunta a una persona al azar si le gustan las matemáticas y responde que sí. ¿Con qué probabilidad es ingeniero? Podemos hacer la misma pregunta cambiando las proporciones a 70%-30%. Lo interesante es que las respuestas apenas varían cuando deberían hacerlo, y bastante.
-Cuando en un hospital el número de nacimientos de un sexo es superior al 60% del total se considera un día especial. ¿Dónde habrá más días especiales, en un hospital donde nacen unos 45 bebés al día o en uno donde nacen unos 15? La mayoría de la gente suele contestar que da igual y, entre los demás, se reparten más o menos a medias los que opinan que un hospital u otro. La respuesta correcta es que en hospital pequeño, claro está.
-Se tira una moneda varias veces ¿Qué secuencia es más probable obtener, O-X-O-X-X-O o bien O-O-O-X-X-X? (O es cara y X es cruz). Si tendemos a pensar que la primera es porque representa mejor una situación aleatoria, a pesar de que ambas son igual de probables.
-Aquí vimos otro ejemplo de representatividad.
Son experimentos sencillos. De vez en cuando hago alguno en clase e, invariablemente, se obtienen los resultados reportados por Tversky y Kahnemann. Es una primera constatación de los sesgos cognitivos. ¿Queremos construir nuestro conocimiento sobre la realidad cayendo en ellos o evitándolos? Lo segundo es el método científico. Lo primero nos deja en el método clínico, entre otras maneras descuidadas de hacer las cosas.
¿Puede ser que algo de influencia tenga un sistema educativo que incita a contestar preguntas mediante métodos preestablecidos? Es decir, el método de alcanzar la respuesta se puntúa tanto como su corrección. Un sistema educativo que también nos enseña que la respuesta existe y se puede dar con los datos que el problema te proporciona. Cero creatividad, cero duda,cero pensar.
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