Bunge en el país de las maravillas

En algún mundo posible, jugando con la lógica modal, es verdad que los gatos hablan, sonríen y se desvanecen en el aire, tal como el famoso personaje de Alicia en el país de las maravillas.
En 1865, el brillante lógico inglés Lewis Carroll publicaba una bella obra de literatura fantástica, inspirada en un montón de cuentos disparatados que había improvisado una tarde de 1862 junto al río Támesis, en un paseo junto al reverendo Robinson Duckworth y las pequeñas hermanas Liddell: Lorina, Alice y Edith. La obra no era otra que Alicia en el país de las maravillas, una historia que narra las aventuras de una niña llamada Alicia (inspirada en Alice Liddell) en una clase de mundo paralelo al nuestro, en el que los conejos visten elegante, las flores hablan y los gatos sonríen.

El cuento de Alicia ha sido objeto de disfrute tanto por generaciones enteras de niños como por generaciones enteras de lógicos que miran en las letras de Carroll una serie de acertijos y paradojas lógicas. Pero una cosa es buscar la lógica del país de las maravillas y otra muy distinta es hacer lógica con el país de las maravillas. Los lógicos y metafísicos modales parecen hacer la última, o por lo menos, es lo que señala el epistemólogo Mario Bunge.

Bunge es un conocido filósofo de la ciencia, enfocado en la creación de una filosofía exacta acorde al conocimiento científico y las problemáticas del mundo real, que además ha ganado tanto adeptos como críticos en todas partes por sus negativas a un sinfín de doctrinas, disciplinas, propuestas y autores. Entre sus muchas controversias, hay una que destaca en el mundo de la lógica y la ontología exacta: la valoración de la lógica modal y la metafísica de los mundos posibles. ¿El veredicto de Mario Bunge? Estas áreas son inútiles para comprender la ciencia, la tecnología o la sociedad, e irrelevantes para la lógica-matemática y la filosofía seria.

Esta aparentemente radical conclusión aparece fundamentada en la obra A la caza da la realidad. La controversia sobre el realismo (2007). Los argumentos esgrimidos por Bunge hacen que hasta el más erudito en lógica modal piense dos veces sobre qué es lo que está haciendo con su vida.

Bunge cataloga la metafísica de los mundos posibles en las ficciones metafísicas que los filósofos suelen utilizar. El que los mundos posibles sean parte del conjunto de las ficciones no hace que esta área sea falsa (se admite que muchas ficciones son necesarias para el estudio filosófico y científico, tales como los experimentos mentales, las abstracciones matemáticas, los valores de verdad y falsedad que se suponen intrínsecos y eternos en tablas de verdad lógica. En ciencia también es necesaria la ficción, tal como lo demuestra el demonio de Maxwell con el que este célebre físico ilustró la segunda ley de termodinámica).

Según la metafísica de los mundos posibles, explica Bunge, todos los universos concebibles, sin importar cuán extraños sean, son igualmente posibles e igualmente reales porque son concebibles. La lógica modal perdona esta fantasía porque no distingue entre posibilidad lógica y posibilidad real y porque sus operadores modales “posible” y “necesario” operan sobre proposiciones, no sobre hechos, en contraposición a los conceptos de posibilidad y necesidad utilizadas en ciencia y en la vida cotidiaca, en las que se predican exclusivamente elementos fácticos. Pero la lógica modal no distingue entre modalidades conceptuales y reales,“se trata únicamente de un juego con diamantes falsos (las posibilidades lógicas) en cajas de papel (las necesidades lógicas).”

La primer crítica de Bunge a la lógica modal es justamente esa, que en esta disciplina no se distinguen los conceptos que maneja, a saber “posibilidad”, “necesidad” y “mundo posible.” Si realmente todo fuese posible, entonces nada sería imposible y así la palabra “posible” quedaría vacía. En ciencia, la expresión “realmente posible” es coextensivo con “legal”, mientras que en matemáticas equivale a “no contradictorio”, en tecnología a “factible” y en derecho a [jurídicamente] “legal”. Ya que todas los anteriores (conceptos ontológicos de legalidad y concepto praxiológico de factibilidad) son ajenas a la lógica modal, esta teoría es inútil para discutir las posibilidades de desarrollo científico, tecnológico y/o social.

La crítica se orienta a decir que las “fantasías de los mundos posibles” son irrelevantes, ya que no nos dicen nada sobre el ser o el devenir, el espacio o el tiempo, la causalidad o el azar, la vida o la mente, la sociedad o la historia. Se suele decir que la lógica y la metafísica modal sirven de herramientas para la semántica, pero incluso en este punto Bunge no está convencido. De acuerdo a esto, los ejercicios modales servirían para enunciar, por ejemplo, que las tautologías son verdaderas en todos los mundos posibles, en tanto que los contrafácticos (o contrarios a los hechos) son válidos solamente en algunos de ellos.

Un enunciado contrafáctico tiene la forma “Si A fuese el caso, entonces B sería el caso”. Debe notarse que a partir de las palabras “fuese” y “sería” se está indicando que ni A ni B son el caso realmente, lo que hace que el enunciado tenga una estructura muy diferente al condicional lógico (A → B). En tanto que este último será o verdadero o falso en alguna medida, mientras que el primer ejemplo no puede ser ninguna de las dos cosas, quedando, por lo tanto, fuera del alcance de la lógica. Bunge entonces nos dice que los metafísicos modales se inventaron un astuto truco: simular que el no hecho en cuestión ocurre en un mundo de ensueños, en el país de las maravillas de Carroll quizás:

Si A fuera el caso, entonces B sería el caso, es equivalente (en algún sentido no especificado de “equivalencia”) a Si A es el caso, entonces B es el caso en algún mundo posible. Bunge nos dice que, mientras al afirmar el primer enunciado se sugiere que ni A ni B ocurren, en el segundo caso se busca refugio en un mundo irreal, de manera muy semejante a como el demente escapa a los duros hechos del mundo real creyendo ser Dios, o el de una niña que ve un gato sonriente que se desvanece en el aire. Este ejercicio resulta inútil a todas luces, ya que nada nos dice al afirmarse que en algún mundo posible el demente es Dios o que en algún otro mundo posible los gatos sonríen y se desvanecen.

Semejante emigración fantasiosa, nos aclara el autor, es el núcleo de toda una teoría semántica: la metafísica de los mundos posibles. Se pretende que estas teorías elucidad diversas nociones, tales como las de disposición, legalidad y causalidad. En vez de eso, Bunge asegura que la ventaja de estas elucidaciones es que exceptúan al filósofo de aprender cómo se utilizan realmente en ciencia y tecnología esos importantes conceptos filosóficos.

Miremos un (trillado) ejemplo de esto:

Enunciado: Esta porción de cianuro no ha matado a nadie aún, pero mataría a cualquiera que la tragara.

Es decir, el cianuro es potencialmente letal. Posee la propiedad disposicional de ser capaz de matar, de manera muy semejante a como “ese montón de sal de mesa” tiene la propiedad disposicional de disolverse en agua o el gobierno poderoso de conquistar un país rico en petróleo. Para un filósofo del lenguaje cómún, es totalmente natural elucidar estas disposiciones en dos pasos:

1. Esto es tóxico = Esto mataría a cualquiera que lo tragara.

2. Esto mataría a cualquiera que lo tragara = Hay un mundo M tal que en M esto mata a cualquiera que lo trague.

¿Qué se consiguió aprender con el anterior análisis? Nada realmente, ya que sabemos de antemano que el mundo M en cuestión es el mundo real. No tenemos idea alguna acerca de otros “mundos” en los que el cianuro no sea tóxico, los fundamentalistas sean tolerantes, los imperios no se embarquen en guerras y así sucesivamente. Además, nos aclara Bunge, lo que necesitamos saber aquí es por qué es letal el cianuro en el único mundo real, algo que los metafísicos modales son incapaces de decirnos, pero los toxicólogos sí.

La ficciones científicas y filósoficas resultan ser necesarias para ilustrar un sinfín de problemáticas o para clarificar hipótesis y teorías. Ejemplos como los del genio malvado cartesiano (con el que se demuestra que, por lo menos, la consciencia existe, pues, si el genio malvado me engaña puedo estar seguro de que al menos yo existo), o la aproximación (una ficción de segundo tipo acerca de las propiedades), que como en termodinámica, se mira un sistema determinado como cerrado, en el que la interacción entre sus componentes es débil o que sus leyes son lineales. Las aproximaciones exigen el uso del concepto de verdad parcial (otro ejemplo de esto es la ley de Ohm, que es parcialmente verdadera a bajas temperaturas, pero decrece su veracidad con el aumento de temperatura). Pero estos tipos de ficciones no son ociosas y pueden ser eliminadas cuando ya no se las necesita. Este no es el caso de las ficciones de la metafísica especulativa de los mundos posibles.


Por último, y profundizando una parte de la crítica a la lógica y la metafísica de los mundos posibles, Bunge elucida el concepto de posibilidad, la más resbalosa de las categorías ontológicas, porque está entre el ser y el no ser, entre el presente y el futuro, entre el dato y la conjetura. En lógica modal se trata el concepto “posiblemente” como un operador que actúa sobre las proposiciones, no sobre los hechos. Los metafísicos de los mundos posibles analizan “p es posible” como “en algún mundo posible p es verdadero.” Pero no se molestan en caracterizar de manera precisa tales “mundos.”

Puesto que “algunos mundos” en cuestión violan las leyes de la naturaleza conocidas, la correspondiente posibilidad conceptual puede ser realmente imposible. Así, Bunge comienza su análisis sobre el concepto de posibilidad recordándonos cómo se utiliza la posibilidad real en ciencia y tecnología. Para empezar, la realidad de la posibilidad queda clara en la representación del espacio de estados de una cosa de cualquier tipo. En efecto, se considera que todo punto de ese espacio abstracto representa un estado realmente posible (es decir, legal) de la cosa en cuestión, ya sea un átomo, un organismo, un ecosistema, un sistema social o un artefacto. Así pues, se admiten las siguientes variedades de posibilidad dentro de la metafísica científica:


- Posibilidad natural = Compatibilidad con las leyes de la naturaleza

- Posibilidad social = Compatibilidad con las normas que prevalecen en una sociedad dada

- Posibilidad técnica = Factibilidad

- Posibilidad económica = Beneficio

- Posibilidad política = Accesibilidad a la función pública

- Posibilidad moral = No infringir los derechos fundamentales de nadie

- Posibilidad legal = Compatibilidad con los códigos legales vigentes

- Posibilidad gnoseológica = Cognoscibilidad con los medios disponibles

- Posibilidad alética = Plausibilidad a la luz del conocimiento antecedente

- Posibilidad metodológica = Posibilidad puesta a prueba

¿Y la posibilidad tal como se maneja en lógica modal? Aquí no tiene cabida. Ninguno de los diez conceptos de posibilidad aquí mostrados es elucidado por la lógica modal, porque todos ellos involucran conceptos no lógicos, y por tanto, de ahí la irrelevancia de la lógica modal para la vida real, la ciencia y la tecnología. Peor aún, Bunge nos advierte que mezclar los diferentes conceptos de posibilidad en el mismo contexto involucra una confusión y puede llevar al error o la paradoja.

Formalizar las posibilidades fáctica y lógica con el mismo operador de posibilidad lleva a problemas que complican más de lo necesario. Una solución sería introducir diez diamantes (modales) con la misma sintaxis pero con diferente semántica. De seguirse la anterior “solución”, sería necesario introducir también cuarenta y cinco puentes entre estas diferentes posibilidades. Más aún, se podría hablar de diez diferentes “mundos” y de los cuarenta y cinco puentes entre ellos. Pero, tal como señala Bunge, este tipo de soluciones pondría los pelos de punta a Occam. Entonces, se cuestiona el autor, ¿por qué no presicindir por completo de la lógica modal, ya que no puede resolver ningún problema filosófico, a causa de que es demasiado tosca como para distinguir entre tipos completamente diferentes de posibilidades?


Bunge resume su postura diciendo que, puesto que admitimos la categoría de posibilidad real, debemos expandir el concepto de realidad, y con ello, nuestra cosmovisión, para incluir hechos posibles, junto con hechos efectivos, los cuales a su vez pueden ser necesarios o contingentes. En conclusión, se sostiene que es necesario hacer filosofía exacta y, sobre todo, construir una filosofía que se ajuste a la investigación matemática real, así como una filosofía general orientada hacia la ciencia. Además, se enfatiza en el deber que en semántica y metafísica se tiene al enfrentar el hecho de que los problemas conceptuales y prácticos del único mundo que hay no pueden ser abordados con éxito pidiendo asilo en el país de las maravillas y en otros mundos de fantasía.

Las ficciones se inventan en todos los ámbitos, en particular el arte, la matemática, la ciencia y la tecnología. En tanto que algunas ficciones son disciplinadas, otras son desbocadas. Una ficción disciplinada, concluye Bunge, respeta las leyes contenidas en una teoría exacta. La ciencia, la tecnología y la filosofía seria solamente utilizan ficciones disciplinadas, en particular ficciones matemáticas, tales como los conceptos de conjunto, relación de equivalencia, función y consistencia. El lugar adecuado para las ficciones desbocadas es el arte, la filosofía desbocada… y la literatura fantástica, como bien lo sabía Carroll.

Por Daniel Galarza Santiago.

Comentarios

  1. Disiento. Me parece útil la lógica modal. Y la posibilidad es una posibilidad lógica, ningún otro tipo de posibilidad. Se está confundiendo lógica modal con realismo/metafísica modal. Según la lógica modal, no hay mundos igualmente reales: el mundo actual es más real, porque es el que nosotros habitamos. No ocurre lo mismo con la metafísica modal, pero eso ya es otro tema y no hay que confundir la lógica modal con la metafísica modal.

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    1. No se trata de confundir lógica modal y metafísica modal, aunque la crítica sí va contra las dos. La lógica modal no tiene aplicación alguna para el estudio de la ciencia, la sociedad, la historia, la ética, etc. La metafísica modal, además de ser carecer de la misma utilidad, ha servido como juego académico para hacer alquimia epistémica, desde los trabajos del realismo modal de Lewis hasta el argumento ontológico modal de Plantinga.

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