Secesión sin nacionalismo: a propósito de Escocia
En varias ocasiones he debatido (con
Roberto Augusto y otros) sobre el derecho a secesión. Y, por regla general, los
interlocutores siempre reducen el derecho de la secesión a una dimensión
nacionalista: región X puede separarse de país Y, si y sólo si, región X
constituye una nación aparte, con una identidad firme, una historia aparte, una
lengua propia, etc. Así, quienes se oponen, por ejemplo, a la secesión
catalana, suelen decir que Cataluña siempre fue parte integral de España, o que
el catalán no es propiamente una lengua, sino apenas un dialecto derivado del
castellano, o que los nacionalistas catalanes han exagerado y construido
artificialmente las diferencias culturales, etc.
Yo
simpatizaría con la secesión del Zulia respecto a Venezuela, pero de nuevo,
quienes se oponen a este proyecto, continuamente me recuerdan que las
diferencias culturales entre zulianos y el resto de Venezuela son muy pequeñas,
que la vocación separatista zuliana es muy reciente y ha sido alimentada por
poderes extranjeros, etc.
Cuando
respondo que Hispanoamérica y España tenían culturas similares y hablaban la
misma lengua, pero que con todo, hubo justificación para la secesión, se me
suele objetar que Hispanoamérica fue forzosamente incorporada al imperio
español, y eso sí justificó la gesta independentista. A mí no me convence esto.
Casi todos los países han conformado sus fronteras con alguna forma de
conquista violenta (y la anexión de Cataluña al resto de España no es
excepción).
Pero,
incluso, hay países que no fueron anexados
forzosamente, y hoy se ve con simpatía sus reclamos secesionistas. El
progresismo internacional ve con buenos ojos la hipotética secesión escocesa.
Escocia se unió sin conquista (y, en cierto sentido, voluntariamente, aunque no
hubo plebiscito) a Inglaterra en el siglo XVII. Y, como muy bien advierten los
propios secesionistas escoceses, en su reclamo no hay ninguna dimensión
nacionalista. Los escoceses son muy parecidos a los ingleses; su parecido es
incluso, diría yo, mayor que el que los zulianos tienen con el resto de los
venezolanos. En el próximo referéndum, Braveheart
y toda la mitología nacionalista está ausente en la campaña secesionista.
Su verdadero motivo es sencillamente económico y político: a los escoceses no
les gusta cómo se está gobernando desde Londres, y además, opinan que el
gobierno tiene una tremenda depredación fiscal.
Los
secesionistas no están alegando que su identidad cultural está en peligro, que
no les dejan hablar su propia lengua, o que se está perpetrando un genocidio. A
ellos les viene sin cuidado el nacionalismo clásico. Su preocupación es mucho
más pragmática: dinero y poder. Ahora bien, si el progresismo internacional
apoya este movimiento, entonces debe quedar claro que los movimientos
secesionistas no necesitan una justificación nacionalista, ni tampoco la
corrección de injusticias pasadas. Antes bien, cuando un colectivo decide
separarse, por los motivos que sean, debe accederse a esa petición, a través de
una consulta plebiscitaria.
Esta
es la teoría secesionista que a mí me parece más justa: la plebiscitaria. La
secesión no necesita justificaciones nacionalistas. La única justificación
necesaria es, sencillamente, la autodeterminación, y el deseo que cada pueblo
tiene. Mis debatientes me suelen reprochar que esto llevaría a un escenario en
el cual, cada vez que una aldea se quiera separar, invocaría el derecho de
autodeterminación, y se separaría. A esto yo respondo: sí, ¿y qué? Si la aldea
cree que ella puede sobrevivir por cuenta propia, debemos respetar su decisión
de separarse. Si, después de la secesión escocesa, un pequeño municipio desea
separarse del nuevo país Escocia, ¿por qué ha de impedírselo el gobierno
escocés?
Esta
decisión, me temo, es propia de los territorios que pretenden la secesión. Los
otros territorios no tienen nada que decir al respecto. Habría sido absurdo que
los habitantes de Madrid en 1810 hubieran decidido si Venezuela se separaba o
no del imperio español, como es también absurdo que los londinenses voten en el
referéndum escocés. Hay, es verdad, el problema de que para lograr alguna
secesión, es necesario violar la constitución del respectivo país, si ésta
prevé inviolabilidad de la integridad del territorio. Pero, a mí me parece
tremendamente injusto que una constitución incorpore un principio como ése,
pues de un plumazo, elimina el derecho de autodeterminación a los pueblos.
¿Podríamos imaginar negar el derecho a la autodeterminación tibetana, por el
mero hecho de que, en un futuro, los chinos redacten una constitución en la
cual se dice que el Tíbet es una provincia china, y que no hay derecho a la
secesión? Aun si, además del resto de los chinos, los tibetanos votaren en un
referéndum para esa constitución, sería terriblemente injusto suprimir el
derecho de autodeterminación de los tibetanos con un plumazo.
El
progresismo internacional apoya la secesión escocesa, entre otras cosas, por el
hecho de que se ve como una descolonización más, y en este caso, muy
significativa, pues se trata del desmembramiento de lo que queda del odioso
imperio británico. Pero, el progresismo internacional debería ser más
consistente en sus principios, y debería apreciar que esto también rige a
muchas otras causas secesionistas que son odiosas a la propia izquierda.
Pienso, especialmente, en el proyecto secesionista de Santa Cruz en Bolivia, y
el del Zulia, en Venezuela.
Aun si los zulianos no tenemos una
verdadera identidad nacional separada de Venezuela, no somos ciudadanos de
segunda, y no fuimos forzosamente anexados a Venezuela, con todo, tenemos el
privilegio de proponer la secesión para evitar que nuestro petróleo e impuestos
se vayan a Caracas, y para evitar seguir siendo víctimas de los desaciertos del
actual gobierno venezolano, que dicho sea de paso, atraviesa una crisis de
legitimidad. Si los escoceses pueden hacerlo, sin tolerar que los ingleses los
llamen traidores a la patria y fascistas, ¿por qué no podemos tener nosotros
los zulianos ese privilegio?
Gabriel Andrade
Gabriel Andrade
Completamente de acuerdo. Ya era hora de un artículo así sobre este tema. Lo que ha pasado en el Reino Unido (auténticamente y dignamente unido) es bueno para la democracia y para el empoderamiento político de la gente. Esta metodología de decisión debería ampliarse a la mayoría de campos políticos posibles.
ResponderEliminarPor otro lado en estos temas se esgrimen sin parar dos falacias notables. En primer lugar la de quien es el sujeto que debe votar, ¿todo el país o la parte que aspira a separarse? Incluso en la democracia hay trampas y aquí hay una muy evidente. Se escudan en que para cambiar algo debes tener mayoría, pero ocultan que en la mayoría de casos esa mayoría no es posible. El territorio que se quiere independizar, ni que todos sus habitantes se pusieran de acuerdo siempre sería minoría respecto al global. Todos los catalanes juntos no suman ni el 20% de la población española. ¿Qué ciudadanos de fuera del territorio que pretende separarse votaría a favor de eso? Pocos. Por muy demócratas que sean y por ejemplo estén a favor de “dejar votar”, ellos a título personal votaran NO porque no les beneficia en nada el sí. Los territorios que se quieren separar en todos los casos poseen riqueza por lo tanto nadie sensato se los quiere quitar de encima. Una excepción a eso fue Eslovaquia, la parte pobre de Checoslovaquia, que se separó sin problemas ¿nos sorprende? Hay una imposibilidad real de conseguir una mayoría en todos estos casos, por lo tanto el criterio de la mayoría general del país integro es utópica.
La segunda falacia, esta es más absurda si cabe, es la de que permitir una secesión supondría una concatenación de secesiones hasta hacer tantos estados como viviendas familiares. Parece ser que hay gente que no tiene bastante en que se le remarque la absurdidad estirando la falacia hasta esos límites. En primer lugar coincido con el autor que ante cualquier aspiración la respuesta debe ser neutra. Es decir, un territorio aún más pequeño se quiere independizar, ¿y qué? Yo añadiría, hablemos. Mientras el territorio tenga sus universidades, hospitales, medios de producción de riqueza y a sus habitantes no les moleste estar en el extranjero con un breve paseo ¿por qué no? Que la gente no es tan tonta. Utilizar ese argumento es faltar a la inteligencia del personal.
Cuando tiendes cables de comunicación, permites, seduces, convences, tienes las de ganar. Hoy lo hemos visto. Cuando escupes a la cara, prohíbes y te escondes en las faldas de una constitución redactada en parte por los militares y aprobada por la población coaccionada, perderás.
Saludos
P.D: El posmodernismo ¡vaya timo!, espectacular, en mi opinión el mejor de la colección.
Cuando para lograr una secesión se recurre al insulto, al odio, al aleccionamiento en las escuelas, a separar, a montar toda una cadena propagandística a favor de una sola postura, a mentiras, medias verdades, falseando la historia etc. etc. se ha perdido la base de la razón y la empatía de los otros.
ResponderEliminarAnónimo, todo esto que escribes lo copias solo cambiando "para mantener una unión" en vez de "para lograr una secesión" y tienes un comentario igual de representativo sobre el otro bando. En ambos se hacen estas cosas, hay que ver en qué grado, si hay equivalencia de fuerzas, quien dice esas cosas, etc. Tu comentario viene a describir la obviedad de la imperfección en estos procesos, aunque estrepitosamente sesgada solo hacia el más débil.
EliminarDavid, no estoy hablando de redes sociales, ni de opiniones de extremistas de cualquier color, estoy hablando de jefes locales, dirigentes, personajes públicos, TV3, etc. Si es como dices, dame datos concretos donde se insulte, se aleccione en colegios, se mienta, etc. y cambiaré mi opinión.
EliminarVeo que no has comprendido mi segundo mensaje. O quizás no lo quieres entender. El esfuerzo que requiere aceptar la realidad de la más que evidente semejanza y universalidad de estas conductas en ambos polos es mucho menor al esfuerzo que requiere que yo te busque ejemplos concretos al alcance de todo el que quiera encontrarlos.
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