Los mimbres y el cáñamo: cordajes necesarios para una filosofía de la biología

 Manuel Corroza.

Tradicionalmente la filosofía de la ciencia se ha centrado en el estudio de la física. Y siendo así, ha abordado una gran cantidad de cuestiones relacionadas: la naturaleza nomotética de sus leyes y su carácter hipotético-deductivo, las cuestiones referidas a los enunciados observacionales y al papel de los resultados experimentales como criterios de verificabilidad de las afirmaciones teóricas, la propia noción de "observación" y su estatuto epistemológico, la fortaleza y la debilidad de los procedimientos inductivos, los estudios sobre metodología, la elaboración del arsenal conceptual, los programas de formalización y matematización del lenguaje físico -"la matemática es el lenguaje de la naturaleza", que diría Galileo- el sentido del grado de confirmación, su relación con la verificabilidad y su uso como criterio para la formulación de leyes, la conveniencia de la presentación axiomática de las teorías, la evaluación gnoseológica del criterio falsacionista y de su incidencia real en el descarte de macroteorías, la importancia de las hipótesis auxiliares, el grado de información disponible sobre las condiciones iniciales y las condiciones de contorno y su función en el paradigma laplaciano de "conocimiento absoluto", el carácter determinista de las ecuaciones físicomatemáticas y otros tantos aspectos que no es necesario detallar aquí. Todo esto sin considerar la aportación de los estudios sociológicos de la actividad científica que, en muchos casos, buscan ejemplificar sus postulados abordando sobre todo los contenidos de la mecánica celeste newtoniana; éste es en el célebre caso de Kuhn y su modelo de las revoluciones científicas, que se centra casi en exclusiva en la revolución copernicana.

La biología, sin embargo, ha merecido mucha menos atención por parte de los filósofos de la ciencia. En parte, la explicación es cronológica; pues mientras la física paradigmática se constituye en sus aspectos esenciales en los siglos XVII, XVIII y XIX, la biología en tanto disciplina unitaria no se perfila como tal hasta el siglo XIX. Hay también aspectos epistemológicos: la primera revolución científica, de mimbres mayoritariamente físicos, proporciona una unidad de lenguaje, de concepto y de método que facilita el posterior desarrollo de la física y estructura el trasfondo lógico sobre el que se desplegará la segunda gran revolución física, la que dará lugar a la teoría de la relatividad y a la mecánica cuántica. En biología, sin embargo, el paradigma unificador, el que dota de sentido interpretativo al hacer de los varios naturalismos previos (fisiología e historia natural, fundamentalmente) no ve la luz hasta el año 1859, con la formulación grosso modo de la teoría de la evolución biológica. Una teoría que informó el desarrollo de la ciencia biológica a través de un escenario de conflictos teóricos permanentes que todavía, a día de hoy, distan de estar clausurados. Y la que podría considerarse como la segunda revolución biológica, la revolución de la genética y la biología molecular, ofrecerá sus espectaculares aportaciones en ese marco conflictivo previo de interpretaciones.

A día de hoy, la filosofía de la biología está plenamente integrada en el quehacer académico de los filósofos de la ciencia, en la edición de libros y manuales escolares, en la realización de congresos y reuniones profesionales y en la distribución de publicaciones y revistas especializadas. No obstante lo cual, parece interesante detallar algunos de los apartados que centran, o deberían centrar, la atención de la reflexión metabiológica; una reflexión orientada a reforzar y ensamblar los fundamentos teóricos y heurísticos que perfilan a la biología como una ciencia autónoma y, al menos en la actualidad, irreductible a otras ramas del conocimiento científico.



 Veamos brevemente estos apartados temáticos.

1. La naturaleza de las leyes biológicas. Las leyes formulables en biología, ¿tienen el carácter de postulados universalizables, necesarios y no locales, como las leyes físicas y químicas, o son únicamente generalizaciones empíricas contingentes y con jurisdicción parroquial? Por poner un ejemplo, existe un modelo matemático elaborado por tres científicos -Lisette G. de Pillis, Ami E. Radunskaya y Charles M. Wiseman- que describe, en unas determinadas condiciones, el modo en que el organismo hace frente a ciertos crecimientos tumorales a través de una respuesta inmunitaria mediada por células especializadas. Tal modelo se conoce como ley de de Pillis, Radunskaya y Wiseman. ¿Tiene esta ley un carácter absolutamente universal?¿tiene validez generalizable para cualquier sistema inmunológico similar presente en organismos biológicos basados en la química del carbono? ¿cuál es su potencial predictivo? ¿tiene condiciones de falsabilidad? ¿hasta qué punto está condicionada esta ley por la especificación de las condiciones iniciales y las condiciones de contorno?

2. La naturaleza de los procesos y de las explicaciones biológicas. ¿Son los procesos biológicos, a diferencia de los físicos, procesos teleológicos, esto es, "orientados a un fin" o "finalistas"? ¿requieren estos procesos explicaciones diferenciadas de las explicaciones hipotético-deductivas de las ciencias físicas? Y de ser así, ¿son estas presuntas explicaciones teleológicas esencialmente distintas, no sólo diferentes en apariencia, de las explicaciones de causa próxima que operan en el mundo inanimado? ¿o, por el contrario, son aquéllas reducibles a éstas?

3. Reduccionismo frente a emergentismo. ¿Existen en biología propiedades emergentes, propiedades que aparecen en determinados niveles de complejidad estructural y funcional y que no pueden derivarse de las propiedades de los componentes aislados del sistema complejo? ¿o bien estas supuestas propiedades emergentes son en realidad descomponibles en propiedades más básicas, propias de niveles de menor complejidad? ¿Se trata de un emergentismo ontológico, un emergentismo que forma parte del íntimo entramado de realidad del mundo físico? ¿o más bien se trata de un emergentismo epistemológico, es decir, de un fenómeno sólo aparente, que persiste únicamente porque, hoy por hoy, carecemos de una explicación satisfactoria en los términos actuales en los que están articuladas nuestras teorías físicas?

4. Matematización del lenguaje de la biología. Una gran parte de la biología actual, incluida lo que Ernst Mayr llamaba "biología funcional" (por contraposición a la biología evolutiva) despliega su contenido en forma de descripciones cualitativas -la citología, la histología, la zoología, la botánica, buena parte de la fisiología animal y vegetal, la microbiología y otras subdisciplinas- sin el recurso a un lenguaje numérico. Habida cuenta del postulado galileano sobre el lenguaje matemático de la naturaleza, ¿cabe entonces catalogar a la biología como una ciencia "de segundo orden" en comparación con la física y la química? ¿o bien debe aceptarse que existen ámbitos de la naturaleza matemáticamente irreductibles? ¿cabría aspirar a una futura matematización lingüística de las ciencias de la vida?¿o se trata de un programa condenado al fracaso?

5. Pensamiento tipológico frente a pensamiento poblacional. El biólogo evolutivo Ernst Mayr afirma que una de las grandes diferencias entre las ciencias físicas y las ciencias de la vida es que las primeras utilizan un sistema de clasificación tipológico para catalogar las diferentes entidades con las que se las tienen que haber (quarks, protones. átomos y demás), entidades que se supone permanecen constantes, idénticas entre sí e individualizadas, en tanto que las entidades biológicas se identifican mejor en términos poblacionales, definidos éstos por parámetros de variación, cambio y promedios estadísticos. Aunque es ésta una afirmación muy discutible, ¿cabe suponer que puede constituir, en términos generales un rasgo diferenciador de las ciencias de la vida frente al resto de las ciencias?



6. La especie y la delimitación conceptual de este taxón. Las discusiones sobre la especie como unidad biológica taxonómica y selectiva no parecen tener fin. Hay al menos tres enfoques, de acuerdo con Mayr, para identificar lo qué sea una especie: el criterio tipológico o morfológico linnenano, el criterio biológico o reproductivo y el concepto ecológico o de nicho medioambiental. La discusión gana en complejidad cuando a estos criterios sincrónicos se le suman los criterios diacrónicos, es decir, los que surgen de la consideración temporal y evolutiva de la especie y del estudio de la especiación a través de líneas filéticas continuas. ¿Cuándo se considera que desaparece una especie y surge una nueva para reemplazarla a lo largo de una única línea evolutiva (filética)? Es decir, ¿cómo abordar la anagénesis desde un punto de vista taxonómico?

7. La causación dual en biología. Mayr acuñó la expresión  "causación dual"  para referirse a la existencia de dos tipos de causas fundamentales en el surgimiento de las estructuras, funciones y comportamientos de los seres vivos. Por una parte, la causalidad física que está en el origen de todos los fenómenos del mundo inanimado; por otro lado, la causalidad genética, propia del espacio de lo vivo, y que cobra cuerpo en la noción de programa genómico. La idea de "programa" es una de las piedras ancilares en la arquitectura de la biología, y fundamenta en buena medida las pretensiones de originalidad y autonomía de esta ciencia; o al menos eso es lo que sostiene enfáticamente Mayr. De nuevo podemos preguntarnos: ¿es el programa genético una realidad emergente, irreductible en sus propiedades a las de sus componentes físicos y químicos? ¿o tan sólo opera como una causa segunda, causada a su vez por las leyes básicas del comportamiento del mundo inanimado? En otras palabras, ¿tiene sentido hablar de una causación dual o podemos remitir todo evento biológico a una única causa primera, formulable en términos puramente físicos?

8. La evolución biológica como trasfondo hermenéutico de toda la biología. "Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución", afirmaba Theodosius Dobzhansky, el principal artífice de la llamada "teoría sintética de la evolución". ¿Hasta qué punto es cierta esta dependencia epistémica entre la teoría de la evolución biológica y el resto de las disciplinas biológicas? ¿debe y puede el paradigma utilizarse como un tipo de Deus ex machina a la hora de explicar e interpretar cada uno de los rasgos biológicos genéticamente heredados de una especie, o es permisible sostener que existen rasgos evolutivamente neutros? ¿cómo hay que entender la selección natural y qué papel juega en realidad en el proceso evolutivo? ¿representa la evolución el despliegue de un programa finalista o se trata nada más que de una secuencia ramificada contingente de eventos que se abren en el tiempo? ¿cuál es el estatuto nómico de la teoría de la evolución? ¿son los procesos adaptativos perfectos en cada momento o, por el contrario, existe un reajuste continuo entre los individuos y la estructura de su nicho ecológico?

9. El naturalismo explicativo, la etología y el comportamiento humano. Por "naturalismo explicativo" se entiende la tesis que afirma que el comportamiento humano, con todas sus complejidades culturales, es reductible últimamente a la configuración biológica de Homo sapiens. Es decir, el comportamiento se contempla como un epifenómeno de la etología. ¿Qué contenido de verdad hay en esta afirmación? ¿Qué evidencias podrían aportarse como falsaciones empíricas de la tesis naturalista? Más incluso, ¿hasta qué punto la cultura humana -en su más amplia acepción- posee un significado evolutivo?

10. La sociobiología. La sociobiología afirma que el comportamiento de los individuos en grupos sociales -incluido el ser humano- obedece a pautas fundamentalmente evolutivas, incluidos los comportamientos altruistas. También sostiene que los factores culturales no son suficientes para explicar el comportamiento humano en el entramado social. En el estudio de los grupos sociales, desde un punto de vista biológico, la sociobiología echa mano de los recursos teóricos y heurísticos de la biología evolutiva, la biología del comportamiento y la ecología biológica. La formulación moderna de esta disciplina surgió con el libro de Edward O. Wilson  Sociobiology: The New Synthesis (1975). Aunque se trata de una propuesta polémica que ha generado un intenso debate, debate que continúa hoy en día, ofrece un ámbito de reflexión filosófica que gira sobre cuestiones importantes, en especial las referidas a los seres humanos. ¿Hasta qué punto está genética y biológicamente determinado el comportamiento humano en las sociedades modernas? ¿existen anclajes puramente evolutivos, o al menos instintivos, de la moral? ¿cómo afecta esta propuesta a la discusión en torno a la importancia relativa de las características innatas frente a las adquiridas (el debate académico nature versus nurture)? ¿es legítima la extrapolación del paradigma de la selección natural al estudio de los conflictos en las sociedades modernas?

Todos estos temas representan una parte del actual debate filosófico en torno a la biología, pero no agotan los contenidos filosóficamente fértiles de esta ciencia. Lo que sí demuestran es que la reflexión teórica en torno a las ciencias de la vida no se ciñe al perímetro puramente científico y técnico de tales disciplinas. Los contenidos de la biología obligan a un profundo pensar sobre asuntos que, en tanto entidades animadas, nos conciernen de forma particular. Y las cuestiones que se han mencionado, y otras más que podrían añadirse a la lista, proporcionan un buen argumento en favor de la pretensión fuerte de considerar a la biología como una ciencia autónoma y en pie de igualdad con las ciencias físicas y químicas. Al menos en cuanto a su objeto de estudio, al instrumental conceptual utilizado, a la metodología a la que recurre, a sus pretensiones explicativas y a la propia reflexión filosófica a que da lugar.

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