¿Por qué los yijadistas odian a Occidente? Autor: Gabriel Andrade
A raíz de los recientes
episodios de violencia yijadista, ha vuelto a resurgir la vieja cuestión: ¿por
qué los integristas musulmanes odian tanto a Occidente? Y, en una suerte de
justificación parcial de la violencia yijadista, numerosas figuras intelectuales
de la izquierda responden enfáticamente: porque Occidente se ha buscado su
propio odio.
Durante la Primera Guerra Mundial,
Francia e Inglaterra prometieron a los pueblos árabes su independencia si
apoyaban su bando (por aquella época eran súbitos del imperio otomano), y en
cuanto acabó la guerra, hicieron caso omiso a su promesa, y se repartieron el
Medio Oriente entre sí, como trofeos coloniales.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, la descolonización impuso fronteras artificiales y dividió al mundo
árabe en fronteras arbitrarias. EE.UU., el nuevo poder imperial, ha apoyado sin
reservas al Estado de Israel y sus abusos contra el pueblo palestino. También
EE.UU. ha mantenido déspotas en los países árabes. Y, para colmo de males, en
una tremenda codicia de petróleo, organizó una invasión brutal de Irak que ha
incluido toda clase de abusos.
Estos datos son indiscutibles. Pero,
me parece que los izquierdistas se equivocan gravemente. La principal fuente de
odio contra Occidente no son los
abusos de las potencias occidentales. Más bien, es el propio contenido de la
religión islámica. O, en todo caso, los abusos occidentales no son suficientes
para generar estas reacciones violentas. Es necesaria también una religión que
sirva como detonante de este resentimiento.
Sam Harris muy elocuentemente ha señalado que los cristianos de
Cisjordania sufren las mismas vejaciones a manos del ejército israelí, pero con
todo, no hay mártires cristianos colocando bombas en Tel Aviv. Los iraquíes
cristianos han sufrido la invasión tanto como el resto de sus compatriotas,
pero no se ven cristianos árabes masacrando a los caricaturistas de Charlie Hebdo cuando éstos se burlaron
de Jesucristo.
El integrismo musulmán no busca, en
palabras del propio ayatolá Jomeini, “hacer bajar el precio del melón”. Su
intención no es meramente hacer que EE.UU. deje de invadir países y que los
barrios marginados de Marsella tengan mejores condiciones sociales. Busca algo
mucho más profundo. Y eso es, sencillamente, hacer desaparecer los valores
propios del materialismo capitalista, pero también, los valores propios de la
Ilustración. El integrismo musulmán odia a Bush por invadir Irak, tanto como a
Mickey Mouse por invitar al hedonismo, y tanto como a Darwin por negar que Dios
creó al hombre de arcilla.
En esta discusión, es muy pertinente
tener presente la figura de Sayyed Qutb. El renovado integrismo musulmán de
finales del siglo XX debe mucho a este personaje. Él fue quien, a mediados del
siglo XX, lanzó el movimiento que luego desembocaría en los Hermanos
Musulmanes, y que luego nutriría ideológicamente a grupos como Al Qaeda y Ejército Islámico.
Cierto es que Qutb, cuya obra es
vastísima, nunca hizo un llamado a matar inocentes empleando tácticas
terroristas. Pero, sí hizo un llamado a destruir Occidente. Mucho antes de que
Samuel Huntington hiciera popular su tesis sobre el choque de las
civilizaciones, fue el propio Qutb quien postuló que era inevitable una
confrontación. ¿Por qué era necesario destruir a Occidente? Qutb no ofrece las respuestas
típicas de los izquierdistas (de hecho, fue ejecutado por Nasser, ¡un dictador
muy mimado por la izquierda!). Para Qutb, las invasiones, el apoyo a
dictadores, y el ejercicio del poder imperial, es apenas un motivo secundario.
El verdadero motivo de su cruzada es la decadencia moral de Occidente.
Qutb estuvo de visita en EE.UU., y
quedó horrorizado de ver que los muchachos adolescentes bailaran con las
muchachas (esto fue a mediados del siglo XX, ¡sin duda hoy quedaría más
horrorizado con el reguetón!). A partir de esa experiencia tan traumática,
quiso salvar al mundo musulmán de la depravación occidental. Su enemigo, pues,
no era meramente EE.UU., Francia o Inglaterra, los típicos poderes imperiales.
Era también Suiza, Luxemburgo y Andorra, paisitos que no ejercen ninguna
depredación imperial, pero cuya cultura es lo suficientemente ofensiva como
para ameritar su destrucción. ¿Por qué integristas musulmanes colocaron una
bomba en una discoteca en Bali? ¿Acaso el gobierno indonesio ha extraído petróleo
de otros países musulmanes a los cuales ha invadido? No: los terroristas
colocaron una bomba en la discoteca, ¡precisamente porque odian las discotecas!
El error fundamental de
izquierdistas como Chomsky es no darse cuenta de que los propios valores que
ellos defienden, son motivo de odio para el integrismo musulmán, y que la
depredación imperial es apenas un motivo secundario. La izquierda clásica ha
defendido el Estado laico, la promoción de la ciencia, la liberación femenina,
la liberación sexual, la creación artística, etc. El integrismo musulmán
aborrece todo eso. Mark Steyn muy cómicamente lo resumía así: el yijadista
estará muy dispuesto a matar a Susan Sontang (una prominente izquierdista
norteamericana) antes de que ésta tenga suficiente tiempo para decirle, “pero,
espera, ¡yo estoy de tu lado!”.
Muy acertado tu artículo, Gabriel. Al hilo de él quisiera recordar el tema del “arma perfecta” que hablamos en otra ocasión pero que vuelve a ser oportuno ya que mencionas a Sam Harris que es quien habla de ella en su libro “El fin de la fe”. El experimento mental del arma perfecta consiste en imaginar qué pasaría si existiera un arma tal que con ella se pudiera matar a quien se quisiera pero sin ocasionar absolutamente ningún daño colateral. Por ejemplo, si un terrorista se encerrara en un colegio dispuesto a matar a todos los niños, sería posible activarla para que lo matara solamente a él sin ocasionar ningún daño a ningún niño ni al colegio. Si un arma así existiera: ¿qué hubiera hecho con ella Winston Churchill? Seguramente utilizarla para matar a Hitler. Pero ¿qué harían con ella los yihadistas? La respuesta de Sam Harris es que no la usarían: seguirían matando a inocentes igualmente, haciendo los atentados que hacen tipo 11-S y 11-M, simplemente porque no tienen objetivos concretos cuyas otras víctimas sean colaterales, sino que para ellos, todas las víctimas son igualmente culpables. Esto demostraría el hecho de que para los yihadistas el enemigo es occidente en su totalidad: no sus líderes, ni su economía capitalista, ni la explotación o la opresión colonialista o imperialista. Su enemigo es occidente con todo lo que tenga de bueno o malo (bueno o malo para nosotros, para ellos todo lo occidental es malo). Por eso el arma perfecta no les serviría, porque su arma “perfecta” no es la que haga el menor daño posible sino la que cause el mayor horror imaginable.
ResponderEliminarOtro aspecto que se escapa al análisis simplista es identificar a occidente con capitalismo, cuando más bien hay que identificarlo con la modernidad, lo que incluye también el socialismo: tan modernos son Adam Smith como Karl Marx. Pareciera que los yihadistas estuvieran vengándose de la opresión colonial y neocolonial de los países capitalistas, pero, en realidad, ya antes luchaban también contra el socialismo para imponer o mantener la sharia y el islam más reaccionario. Los yihadistas han luchado contra los comunistas desde los inicios de la revolución rusa en Chechenia, después en Afganistán y también en Yemen, o ahora mismo contra los comunistas kurdos en el Kurdistán. Pero también contra el llamado “socialismo árabe” en Egipto, Siria, Libia o Argelia. Pensemos también en la represión en Irán contra toda la izquierda (las shuras) después de la deposición del Sha, la lucha de Hezbolá contra la izquierda en el Líbano, o en Palestina donde Hamás lucha a tiros contra el FPLP. Cierto es también que en muchos de estos conflictos, las potencias coloniales han apoyado, armado y financiado a los yihadistas contra los comunistas y socialistas árabes, y que ahora, vencido el enemigo comunista, los yihadistas se vuelven contra el otro enemigo occidental. Pero es muy estúpido pensar que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”: en ese error cayeron las potencias occidentales al apoyarse en Bin Laden contra los comunistas afganos, pero en el mismo error cae ahora esa izquierda que ve con buenos ojos a esos yihadistas que luchan contra el capitalismo occidental sin darse cuenta de que luchan contra la modernidad, sin importarles si es comunista, capitalista u otra cosa.
http://elpais.com/diario/2006/10/05/opinion/1159999206_850215.html
EliminarYo en cambio considero sesgado el artículo. Afirmas: "Estos datos son indiscutibles. ... O, en todo caso, los abusos occidentales no son suficientes para generar estas reacciones violentas. Es necesaria también una religión que sirva como detonante de este resentimiento."
ResponderEliminarYo escribiría:
El integrismo musulman, como el cristiano, aborrece el librepensamiento, el hedonismo y todo aquello que ataca las raices de sus creencias, ...
Estos datos son indiscutibles, pero cierto pensamiento xenófobo equivocan gravemente. La principal fuente de odio contra Occidente, la fuente de la que mana el río de suicidas, son los abusos de las potencias occidentales, la pobreza creada contra sus propios recursos naturales y la destrucción en Palestina, Afganistan, Iraq de sus formas tradicionales de vivir. O, en todo caso, las posiciones radicales no son suficientes para generar estas reacciones violentas. Es necesaria también una pobreza y sobre todo una desesperación sin perspectivas de futuro que haga que la gente mire allá donde les ofrecen alguna esperanza.
Uno sin lo otro no es. Destacar uno no me parece lícito sin el correspondiente sitio del otro.
Pepe, para mí la clave está en lo que dice Sam Harris: “Sam Harris muy elocuentemente ha señalado que los cristianos de Cisjordania sufren las mismas vejaciones a manos del ejército israelí, pero con todo, no hay mártires cristianos colocando bombas en Tel Aviv. Los iraquíes cristianos han sufrido la invasión tanto como el resto de sus compatriotas, pero no se ven cristianos árabes masacrando a los caricaturistas de Charlie Hebdo cuando éstos se burlaron de Jesucristo”. Me parece una situación casi de grupo experimental y grupo control: dos grupos que sufren la misma pobreza y opresión y se distinguen por su distinta religión, sin embargo, no reaccionan igual. Si comparten la misma pobreza y opresión, eso no puede ser la variable que explique su distinta reacción, sino precisamente en lo que se distinguen: su religión (o cierta versión integrista de esa religión).
EliminarPor otro lado, estoy dispuesto a reconocer, por obvio, que los yihadistas atacan a occidente porque lo consideran culpable de su pobreza, invasiones, etc., pero añadiendo algo más: que no es solo por eso por lo que lo atacan, sino que lo atacan por ser precisamente occidente (por sus valores) y, además, por la pobreza, invasiones, etc. , que occidente les genera. Es como el eco-magufo-ludita que protesta por los supuestos males de las vacunas: realmente no protesta solo por esos supuestos males, sino porque está en contra de las vacunas como tales por considerarlas anti-naturales. Occidente es el enemigo para los yihadistas meramente por ser occidente. Si no, no puedo explicar por qué atacan a una revista satírica o por qué después de la publicación de la nueva portada de Charlie Hebdo queman iglesias cristianas. ¿Qué tiene que ver una revista humorística o una iglesia cristiana con la opresión que las potencias occidentales puedan hacer a los países árabes? ¿No sería más lógico atacar embajadas, bases militares, etc.?