Una aproximación incompleta al manifiesto de Jaron Lanier contra el rebaño digital (y 2)
El primer post
sobre el libro de Jaron Lanier "Contra el rebaño digital" recopilaba
algunas de sus preocupaciones sobre los posibles efectos de la
universalización de internet 2.0 -fundamentalmente la extensión de las
redes sociales- en la configuración de las relaciones humanas. Llevado
quizás por la nostalgia de quien ha participado en el diseño y expansión
de múltiples aplicaciones en la red de redes desde presupuestos,
previsiones e ilusiones que luego se han cumplido sólo de forma parcial,
Lanier reflexiona sobre la deriva conceptual y práctica de los
programadores informáticos de Silicon Valley, una realidad que él define
como "totalitarismo cibernético" o "maoismo digital".
Lanier
carga, de una forma tal vez políticamente incorrecta, contra el
movimiento de la cultura digital abierta. Esta critica va a estar
presente en el resto de su manifiesto, y merece la pena comentar algunas
de sus afirmaciones. Sus reflexiones iniciales muestran la misma
simpatía por la universalización de la cultura abierta que un obús de
mortero por una torreta de francotiradores enemigos. Según Lanier, el
movimiento de la cultura abierta es una expresión vicaria del nuevo
maoísmo digital que invade la red, y que parece premiar los trabajos
"metadigitales" de agregación de fuentes por encima de los esfuerzos que
conducen a la creación de contenidos de esas mismas fuentes. "Un blog
de blogs es ensalzado más que un simple blog", afirma el autor en
lapidaria conclusión.
Pero la cultura abierta tiene otro efecto perverso, nos dice Lanier. Y éste es la preservación de la publicidad como
(...)
única forma de expresión digna de protección comercial. Cualquier otra
forma de expresión está allí para ser remezclada, convertida en anónima y
descontextualizada hasta que llega a carecer de sentido.
Y más adelante,
Si
te interesa saber lo que sucede realmente en una sociedad o ideología,
solo tienes que seguir la ruta del dinero. Si va a parar a la publicidad
y no a los músicos, los periodistas y los artistas, entonces esta
sociedad está más interesada en la manipulación que en la verdad o la
belleza.
Pero es la siguiente declaración la que resume la opiniones del autor a este respecto.
La
combinación de la mente colmena y la publicidad ha dado como resultado
un nuevo tipo de contrato social. La idea básica de dicho contrato
consiste en alentar a los autores, periodistas, músicos y artistas a
tratar los frutos de su intelecto e imaginación como fragmentos para ser
entregados gratuitamente a la mente colmena. La reciprocidad adopta la
forma de la autopromoción. La cultura está destinada a convertirse solo
en publicidad.
Y
en relación con lo anterior, nuestro autor alerta de una nueva forma de
mecenazgo como el último reducto de defensa del trabajo de los
auténticos creadores de contenidos culturales. Véase.
Un
efecto de la así llamada forma libre de pensamiento es que, con el
tiempo, podría obligar a alguien que quiera sobrevivir con la actividad
intelectual (..) a entrar en una suerte de fortaleza legal o política -o
convertirse en la mascota de un mecenas rico- para protegerse de la
mente colmena.
Y, por último, una afirmación que merece un frontispicio propio.
Si
decidimos apartar a la cultura del capitalismo mientras el resto de la
vida sigue siendo capitalista, la cultura se coivertirá en un arrabal.
La
reflexión sobre del nefasto papel de la cultura digital abierta en la
creación artística -particularmente, aunque no sólo, en la musical-
encuentra un refuerzo argumental en el escaso número de "triunfadores"
en el nuevo ámbito de la free online culture, lo que, a juicio
de Lanier, resulta la antesala del desastre. Las clases medias de la
creación intelectual y cultural son, a decir del autor, las más
perjudicadas por la cultura abierta. La red no ofrece, en realidad, las
condiciones de un libre mercado para la oferta y la demanda de los
productos artísticos y culturales. La mente colmena, la cultura del
gratis-total, los fenómenos de anclaje del software, las concepciones
cibermaoístas y la sacralización de la publicidad como el único espacio
libre de interferencias han creado un escenario en el que se mezclan los
oligopolios de oferta de servicios y la retórica autocontradictoria de
la compartición libre y gratuita de los contenidos culturales. La
tormenta perfecta para los artistas y los creadores, según Lanier.
Y
la economía, tanto la productiva como la financiera, es otro proscenio
en el que se dejan ver los efectos letales de la fragmentación de
contenidos, la "nebulización" de autorías y la tendencia inevitable a la
"algoritmización" de las decisiones, esto es, la sustitución de las
capacidades de elección libre y racional de los individuos por la
aplicación automática de algoritmos que resuelven decisiones en torno,
por ejemplo, a la configuración, compra y venta de paquetes financieros
más o menos opacos y, la mayoría de las veces, ininteligibles incluso
para el inversor que los gestiona.
Pero
Jaron Lanier no se propone destruir el capitalismo, sino preservarlo en
la red en una forma más respetuosa con los derechos de autor sin, por
ello, perjudicar el acceso generalizado del gran público a los
contenidos artísticos e intelectuales.Y, en el particular imaginario
filosófico del autor, este hecho iría unido a una reivindicación de la
expresión personal y de la condición de persona "en su totalidad".
Ejemplo
de lo anterior es la crítica del libro a lo que podríamos
llamar"socialismo digital", presente, según Lanier de forma algo
asombrosa, en la concepción de la mente colmena que promocionan los
gurús de Silicon Valley. Así,
Una destacada corriente de entusiasmo por los sitios wiki, el long tail,
la mente colmena, etc., presupone que las profesiones se verán
desacreditadas una tras otra. Las multitudes conectadas digitalmente
realizarán cada vez más servicios de forma voluntaria y colectiva, desde
la medicina a la resolución de crímenes, hasta que todos los trabajos
se hagan de esa forma.
Sí, pero
Esta
versión demanda preguntarse cómo ganará dinero para pagar el alquiler
una persona que trabaja voluntariamente para la colmena todo el día.
Lanier
no sólo presenta un pliego de protestas, sino que también apunta
algunas soluciones. No es el propósito de este post profundizar en
ellas, pues nuestro principal interés reside en exponer el diagnóstico
de Lanier sobre la interacción entre la web 2.0 y las relaciones
humanas, entendidas éstas en un sentido amplio. Sugerencias como la
implementación de un software de teleactuación de alquiler para los
grupos musicales (telegiggins) y la producción y comercialización de los llamados songles -una variedad de los dispositivos dongle pensada para canciones- crearían una "escasez artifical" (sic)
que permitiría rentabilizar el trabajo creador de los músicos y otros
artistas. Del mismo modo, Lanier sugiere la puesta a punto de programas
informáticos que permitan estandarizar la elaboración de paquetes e
instrumentos financieros de una forma más transparente, recuperable y
fiscalizable. Para tranquilidad de los bancos de inversión dice Lanier,
transmutado en un Lampedusa con rastas,
Queremos
que el capitalismo se sienta salvaje, como una jungla, o como nuestros
modelos más brillantes de sistemas complejos. Sin embargo, tal vez
podamos hallar una forma de mantener esa impresión al tiempo que
domesticamos un poco el sistema.
En
la parte final de su libro, Jaron Lanier vuelve a criticar las falsas
expectativas levantadas en la nube-colmena en relación con la creación
musical en el entorno de la cultura digital libre, esta vez bajo el
punto de vista de una vuelta a los modos musicales anteriores al
advenimiento y generalización de internet. Lo que él, gráficamente,
denomina "Retrópolis". Lanier no duda en calificar de "estancamiento" la
evolución creativa de la música desde la segunda mitad de los años
noventa hasta la actualidad.
También
en las postrimerías del texto, Lanier se dedica a elucubrar, de una
forma imaginativa y no exenta de interés, con las posibilidades casi
ontológicas de una semántica informática en conexión con el desarrollo
de la genómica y de la biología sntética. Lanier acuña expresiones como
"membrana" o "encapsulamiento" para comparar la evolución de la vida
primigencia en la Tierra con el deseable desarrollo de la investigación
científica que cursaría, en un primer momento, a través de una
segregación metodológica de la comunidad del software de código abierto,
con el propósito de asentar criterios y resultados preliminares antes
de hacerlos públcios en plataformas digitales abiertas. Este
"encapsulamiento" aseguraría la calidad de la producción de
conocimiento, al igual que aseguró el éxito de la tentativa de vida
biológica en la comena líquida de la sopa primordial.
También
juega Lanier con las ideas de computacionalismo y simulación
informática de la conciencia humana a través de la sinergia entre
realidad virtual y neurofisiología experimental, con los conceptos de loops
y secuencias autorreferenciales del lenguaje, con la hipótesis del
origen olfativo del lenguaje humano, con las posibilidades de los
algoritmos de reconocimiento de patrones para la identificación de
expresiones en los rostros humanos, con el sentido evolutivo de las
metáforas y su relación con los lenguajes pobres en vocabulario, con la
importancia (también evolutiva) de la neotenia en Homo sapiens y
su vinculación al desarrollo de las técnicas de realidad virtual y, por
último, con la relación establecida entre la comunicación postsimbólica
y los dispositivos de camuflaje de los cefalópodos.
Como
se ve, un amplio muestrario de cuestiones heterogéneas, pero hiladas
con habilidad por medio de la astuta línea conceptual de la programación
informática aplicada a la dimensión 2.0 de internet. Lo que Lanier nos
ofrece en este texto es un recopilatorio de reflexiones y preocupaciones
expuestas con inteligencia y sentido común, pero sin un soporte de
datos que avale sus afirmaciones. Precisamente porque se trata de un
manifiesto, no de un ensayo o de un análisis académico. El valor que
cabe asignar a las reflexiones de Jaron Lanier deriva así, forzosamente,
de su propia pericia argumental y, sobre todo, del trasfondo de
experiencias vitales y profesionales que ilustran el itinerario de este
autor. Sin caer en el argumento de autoridad, cabe reconocer en Lanier
un amplio fondo de armario de ideas, intuiciones, capacidades analíticas
y casuísticas bien traidas que hacen de "Contra el rebaño digital" una
lectura muy sugerente. Sobre todo para quienes desconocemos los trabajos
de los tramoyistas de la red y nos limitamos a tratar de ser meros
espectadores y usuarios inteligentes del cibermundo.
Manuel Corroza.
Manuel Corroza.
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