Lengua, identidad y política
Por José María Agüera lorente Entre los recursos con los que contamos los seres humanos para justificar nuestras ínfulas de superioridad jerárquica en el mundo animal, se halla el lenguaje; y seguramente sea el más socorrido de todos. Tuvo cierto éxito en su momento la expresión «animal simbólico» acuñada por el filósofo neokantiano Ernst Cassirer para ofrecer una de esas definiciones antropológicas de sesgo esencialista en la línea de la racionalidad y la sociabilidad. El lenguaje, ciertamente, es el producto cultural por excelencia; factor decisivo en el proceso evolutivo de humanización eleva la condición humana a una dimensión de significados la cual impregna toda la realidad sin dejar resquicio. Así se construye lo que llamamos mundo, que es un universo de sentido, de jerarquía ontológica, del que carecen las demás especies animales que sepamos, aunque tengan sus propios sistemas de comunicación, pero les falta el poder de la universalidad semántica que el lenguaje humano sí...